Tegucigalpa, Honduras
Un sonoro aplauso, acompañado por las lágrimas de sus dos hijos y la tristeza de su esposo, de su madre y de sus hermanos, fue una sincera despedida para Hilda Rosario Hernández Alvarado.
Los restos de la hermana del presidente Juan Orlando Hernández Alvarado fueron cremados y expuestos en una pequeña urna de madera, frente al altar de la Basílica Menor de Nuestra Señora de Suyapa, ubicada al oriente de Tegucigalpa.
Seis velas encendidas con los nombres de las víctimas del accidente aéreo del sábado anterior, Iván Portillo, Gerson Nolasco, Patricia Valladares, Nahúm Lagos, Marco Banegas e Hilda Hernández Alvarado, flanqueban la pequeña urna.
Atrás estaba una fotografía donde lucía sonriente. Esa imagen era como el bálsamo que parecía hacer más leve el dolor de familiares y amigos que acercaban con tristeza a decirle adiós o simplemente a elevar una plegaria por su eterno descanso.
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Por la mañana, funcionarios de las distintas secretarías de Estado pasaron a leer los acuerdos de duelo, manifestando las profundas muestras de pesar por la irreparable pérdida de la lideresa del Partido Nacional.
El presidente Juan Orlando Hernández, quien describió a su hermana como una guerrera incansable, fue el primero en acercarse a la urna, junto a su madre Elvira Alvarado.
Sus hijos Humberto y Andrea Gaekel lucían destrozados, en sus rostros se manifestaba el dolor de la pérdida.
“Vamos a recordar a mi amada madre como la mujer increíble que fue, una mujer que logró dejar su huella en todos nosotros, en cada uno de nuestros corazones y en cada uno de manera diferente”, expresó Humberto al momento de agradecer a quienes los acompañaban.
La recordó como una mujer humilde y modesta, para quien su prioridad siempre fue el bienestar de los demás y se enfocaba tanto en ellos que nunca pedía nada a cambio.
Citando el libro bíblico de Proverbios, expresó que “la mujer sabia une a su familia. Todos los que estamos aquí presentes podemos decir que no cabe duda alguna que mi madre Hilda siempre se encargó de la unidad familiar”.
Para ella eso fue una prioridad, tanto a lo interno de su familia, en el trabajo, en la familia de campaña y en todas las familias a las que ella les brindó la ayuda que estaba a su alcance, dijo.
Solidaridad
A la misa para despedir a Hernández Alvarado llegaron empresarios, miembros del cuerpo diplomático, ministros, diputados, líderes de Partido Nacional y expresidentes como Carlos Flores, quien le ofreció sus condolencias al presidente Hernández Alvarado y a su familia.
Durante toda la mañana hubo una interminable fila frente a la urna, algunos llevaban flores blancas y amarillas para depositar en las pequeñas cestas ubicadas al pie de la urna.
En todo momento la familia estuvo presente. Doña Elvira, quien solo se movió para acompañar un momento a las familias de las otras víctimas del accidente, el mandatario, su esposa Ana y el diputado Antonio Hernández recibieron las condolencias de los asistentes.
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Muy cerca estaba también su esposo, Jean François de Peyrecave, quien recibió la solidaridad de los hondureños.
Los arreglos florales fueron pocos, Ya que su deseo fue que en vez de flores se entregara un donativo para ayudar a los niños del Programa de Rehabilitación de Parálisis Cerebral (Prepace).
También le fue cumplida su petición de estar cerca de la Virgencita de Suyapa, como una fiel creyente que siempre fue.
Quienes llegaron a despedirla exaltaron sus virtudes y capacidades como profesional, madre de familia y política.
El presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, aseguró que “era una mujer muy capaz, muy versada en los temas que le tocaba desempeñar, y lo hacía con mucho empeño, con mucha dedicación, con mucho profesionalismo, obteniendo notables resultados”.
Por su parte, Ramón Espinoza, director del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), quien estuvo cerca de Hernández Alvarado en los últimos siete años, dijo que ella era un pilar importante en el gobierno y creó la Marca País para mejorar la imagen de Honduras en el mundo.
En medio del dolor por su inesperada partida, hubo recuerdos y anécdotas de sus más cercanos colaboradores, que la recordaron como una mujer luchadora, que exigía lo mejor de cada uno.
A las 3:00 la tarde, con el templo lleno, comenzó la eucaristía, dirigida por el rector de la Basílica Menor de Suyapa, Carlo Magno Núñez, quien en su homilía reflexionó que la muerte muchas veces aparece de forma inesperada, sin avisar, sin preguntar y no da la oportunidad de una despedida de aquellas personas a las que se ama.
“Nuestra fe nos da la esperanza plena de que nuestra hermana Hilda Rosario, al igual que todos los que perecieron en ese trágico accidente, están en las manos de Dios”, dijo el sacerdote.
Al finalizar la misa, sus hijos, su esposo, su madre y sus hermanos agradecieron la solidaridad de los hondureños, tomaron la urna y se marcharon.