Sucesos

'Escuché los tiros, pero nunca imaginé que estaban matando a mi hijo'

04.04.2018

Tegucigalpa, Honduras
“Salí a ver que parece que el caballo se soltó”, le dijo su abuela. Después de dar unos pasos con un foco en la mano, una ráfaga de disparos impactó en el endeble cuerpo de un adolescente de 14 años.

La aldea La Tumba, en el municipio de Guaimaca, Francisco Morazán, fue el escenario del dantesco crimen.

“Eran aproximadamente entre las 6:30 de la tarde y las 7:00 de la noche, yo venía llegando de trabajar y me estaba acostando cuando escuché los disparos, pero nunca me imaginé que me estaban matando a mi hijo”, relató Fernando Castejón, padre del fallecido Maynor Emanuel Castejón Pinot, de 14 años.

Recibió al menos 16 disparos
La ráfaga despertó la curiosidad de los pobladores de la pequeña aldea, quienes después de que cesaron los disparos llegaron a la humilde casa y encontraron al menor tirado en un charco de sangre.

Los hechores, que aparentemente andaban a pie, conocían muy bien el lugar porque huyeron de la escena aprovechando la oscuridad, casi sin ser notados por
los vecinos.

Don Fernando Castejón cree que fue una equivocación, “en la casa estaba de visita un sobrino mío y puede ser que era a él que buscaban para matarlo y se confundieron con mi niño”, contó entre lágrimas.

El informe de las autoridades policiales establece que el jovencito tenía al menos 16 heridas de arma de fuego y aunque no precisaron el calibre, se presume que fueron producidas con un arma larga, tipo fusil.

Enemistades personales
Las primeras versiones recabadas en la escena del crimen indican que todo podría tratarse de una enemistad personal, pero no con Maynor Emanuel sino con el primo de este que estaba de visita en su casa.

El pariente del fallecido y con quien lo habrían confundido responde la nombre de Kenneth Yazeth Maradiaga Medina, para él, según los parientes del ahora occiso, iba dirigido el violento y certero ataque.

Los disparos los recibió principalmente en los muslos, el abdomen y en la parte axilar derecha, así como en otras partes del cuerpo.

“Nosotros nunca habíamos tenido problemas, trabajábamos tranquilos y no sé por qué me le han hecho eso a mi hijo”, resintió don Fernando Castejón, padre de Maynor.

Estaban con la abuela
En la casa solo se encontraban el ahora fallecido, su abuela, a quien le hacían compañía por su avanzada edad, sus hermanas, una de ocho años y otra que estaba cumpliendo tres años la noche del crimen.

Por lo ocurrido, los familiares estarían tomando la decisión de abandonar el lugar, “yo no sigo, yo me voy, corro peligro, me tocaron algo de mi vida y ya no voy a estar bien allí”, aseguró Fernando Castejón.

Trabajaba y estudiaba
Las necesidades de la familia en el campo obligaron al menor a trabajar a la par de su padre.

“Tenemos una platanera y le dije yo: mire hijo, dedíquese a embolsar la platanera y yo voy a trabajar para traer la comida a la casa; sí papi, me dijo, lo único que quiero es que me compre una moto”, pidió Maynor a
su progenitor.

“Pero mire, me lo quitaron de puro gusto”, expresó don Fernando, mientras se secaba las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

El adolescente estudiaba el primer nivel de un oficio, que no fue especificado, en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), en el casco urbano de Guaimaca, en el modelo de educación a distancia.

Las autoridades policiales aseguraron que los hechores están identificados plenamente y que ya están tras la pista de ellos. Los restos mortales de Maynor Emanuel fueron retirados ayer de la morgue del Ministerio Público.