TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El pasado 27 de mayo del presente año, Josué David Aguilar sufrió un accidente vial cuando regresaba en su vehículo a su casa en la residencial Villa Foresta, al sur de la capital.
Solo unos minutos después del incidente, el joven de 24 años de edad fue sacado del automotor y trasladado al Hospital Escuela (HE) para ser atendido por los médicos; los galenos le notificaron a él y a sus parientes que tenía una fractura en el fémur y que necesitaría una cirugía.
El muchacho fue ingresado a una de las salas de ese sanatorio para que esperara un cupo en los atestados quirófanos del principal centro hospitalario del país.
Los días pasaban y Josué y su familia no veían por ningún lado que la intervención quirúrgica pudiera darse pronto. Fue hasta la semana anterior que les notificaron que el paciente sería operado el jueves 8 de junio; recibieron la noticia con mucho agrado.
Llegó el día de la operación, todo estaba listo, pero resultó que antes de la cirugía de Josué había otra también programada para ese día, la cual se llevó a cabo, pero duró más de lo previsto y el médico dijo estar extenuado por el arduo trabajo y la hora de finalización. Por esa razón pospusieron de nuevo la cirugía de Josué para el miércoles 14 de junio, contaron sus familiares a EL HERALDO.
Algo inesperado
Aun con su fractura en el fémur, Josué David siempre estuvo totalmente estable, pero la madrugada del miércoles, cuando ya iban a ser la 1:00 de la mañana, el jovencito tuvo una crisis de ansiedad por la larga espera de su cirugía y un fulminante paro cardíaco segó su vida.
Su madre, una enfermera de décadas del Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza, apesarada por lo sucedido con su hijo, lamentó que su vástago no haya tenido una atención médica a tiempo y que no era un motivo de muerte.
