FRANCISCO MORAZÁN, HONDURAS.- Una verdadera tragedia invade a la familia Ramos Araujo, en la aldea El Piligüín, Distrito Central, en el departamento de Francisco Morazán, donde un hermano asesinó a otro.
La víctima mortal fue identificada como Jaime Noé Ramos Araujo, de aproximadamente 29 años de edad, quien laboraba como ayudante de albañil, mientras que el hombre que le quitó la vida responde al nombre de Julio César Ramos Araujo, de 33.
De acuerdo al relato del padre de ambos, Julio César asesinó a su hermano a puñaladas tras haber ingerido bebidas alcohólicas.
El suceso se registró el sábado 21 de octubre, cuando en horas de la noche ambos hermanos acudieron a una cantina cercana, pero de camino a casa, al parecer tuvieron un altercado, por lo que el hermano mayor atacó al menor con el arma blanca y lo dejó gravemente herido.
“Estaban en un estanco, uno de ellos vino en la noche y me dijo que fuera a ver a Jaime que estaba tirado en una cuneta, herido, con las tripas de fuera, entonces me fui e inmediatamente lo llevamos (al hospital), pero fue imposible (salvarlo)”, relató con resignación Santiago Ramos, el progenitor de la víctima y del victimario.
Tras ser ingresado al centro médico se confirmó que Jaime ya no presentaba signos vitales, debido a las graves heridas, por lo que el cuerpo le fue entregado a sus familiares horas más tarde.
Este domingo, mientras se realizaba el velatorio del cadáver de Jaime, al interior de la vivienda también se encontraba el asesino, quien se negaba a entregarse a las autoridades para responder por su delito.
Es por eso que hasta el lugar llegaron agentes de la Policía Nacional, quienes lo sacaron esposado para presentarlo ante las autoridades competentes. Mientras esto ocurría, su madre y hermanas lloraban en la sala de la casa sobre el cuerpo del fallecido, mientras que su padre, enfrentando un dilema en su corazón, realizó un acto de amor que quedó captado en cámaras.
Los agentes sacaron a Julio César de una de las habitaciones y este no alcanzó a ponerse ambos zapatos, por lo que caminaba rápidamente con un tenis en su pie derecho y con una sandalia en el pie izquierdo. En ese momento, un reportero detuvo al acusado para entrevistarlo y mientras los policías esperaban le daban el tiempo para rendir declaraciones, el padre se agachó para colocarle él mismo el otro zapato y evitar que su hijo se fuera detenido con la incomodidad de llevar diferente calzado.
Confesó el crimen de su hermano
Julio César admitió haber atacado a su hermano a puñaladas y aseguró que nunca quiso hacerlo, pero que se dejó llevar por el alcohol. De igual forma, acusó a otras persona de participar en el altercado, aunque no reveló sus nombres.
“Ellos me golpearon también, me atacaron en el estanco... el hermano mío”, comenzó diciendo el acusado.
“Yo lo siento, yo nunca quise hacer eso. Me arrepiento toda la vida, estoy arrepentido. Yo le pido perdón a mis papás... todos estábamos tomados, ellos se me fueron encima y me golpearon el brazo. De ahí yo me vine corriendo porque el otro chavalo me amenazó y me dijo que me iba a matar”, agregó confesando el crimen mientras era sacado de la casa.
“No quería matarlo, él era mi hermano. El cuchillo me lo prestó un chavalo que estaba conmigo”, añadió.
“Yo les digo a mi papi a y mi mami que me perdonen lo que pasó, yo nunca quise hacer eso, yo más bien anoche ni quería salir. Ellos son testigos que yo no soy malo, que yo solo trabajando me llevo, lo que pasa es que estábamos embriagados todos”, continuó explicando el hombre, quien según su padre, trabaja sembrando flores.
“Con dolor en mi corazón, pero que proceda la justicia contra él porque esto no se puede quedar así, ya que vinieron que se lo lleven, que la justicia lo juzgue y ya estuvo”, manifestó por su parte don Santiago.
Consejo
Antes de ser subido a la patrulla policial para trasladarlo a la estación policial de El Chimbo, Julio César dejó un mensaje a la población: “Que no anden con bebidas alcohólicas, porque eso lo hace perder la mente a uno, uno no aguanta nada... viene reflexionando hasta que las cosas ya están hechas”, expresó.
Según él, la relación con su hermano era buena, por lo que jamás se imaginó que un día pudiera atacarlo con tal furia.
En eso coincidió el padre de ambos, quien dijo que rara vez los oía pelear y cuando eso pasaba él se metía para calmar los ánimos.
“El guaro (bebida embriagante) siempre está de por medio. Yo culpo al guaro”, concluyó don Santiago.
Hermanos claman justicia
Los demás hermanos de los implicados en el trágico suceso reaccionaron consternados y pidieron todo el peso de la ley sobre Julio César, ya que indicaron que nada era excusa para quitarle la vida a su hermano menor.
Un hombre que veía desde lejos la detención del asesino dijo ser hermano por parte de padre de Jaime y de Julio y aseguró que su deseo es “que se pudra, porque el otro que se fue, el que se murió, era mi hermano de corazón, no se metía con nadie”.
Otra fémina que también era su hermana dijo entre lágrimas que le daba tristeza saber que Jaime muriera de esa manera y a manos de su propio hermano.
“Se merece el castigo, porque lo que hizo no merece perdón. Jaime era un cipote que no se metía con nadie, ya los demás son terribles pero él no, ese es el mayor dolor que siento”, finalizó sollozando.