TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Si un sentimiento constante de tristeza lo acompaña, la irritabilidad y frustración incluso por asuntos de poca importancia son parte de su día a día, y la pérdida de interés o placer por la mayoría de actividades habituales ya no es extraña en su vida, es posible que una nueva pandemia lo esté afectando.
El covid-19 continúa dejando secuelas de todo tipo, y la salud mental es posiblemente uno de los campos más afectados. Siendo un tanto más específicos, la depresión podría estarse convirtiendo en una de las amenazas más grandes que han derivado de la “nueva normalidad”. ¿Pero cómo identificar un caso de estos? La psicóloga Nasaria Romero lo explica.
“La depresión es un trastorno del estado de ánimo que tiene como característica una alteración del humor. Según su gravedad se considera leve, moderada o grave. Afecta los sentimientos, pensamientos y comportamientos de una persona, y puede causar una variedad de problemas físicos y emocionales”, introduce.
A los síntomas mencionados antes se suman: alteración del sueño (insomnio) o dormir demasiado (hipersomnia); pérdida o aumento del apetito, que desencadena en pérdida o aumento de peso; agitación o enlentecimiento psicomotor (lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales); sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva e inapropiada; disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones; pérdida del autoestima; y pensamientos frecuentes de muerte o intentos suicidas.
“Los síntomas solo se consideran propios del caso si aparecen por un período mayor a dos semanas. Según el CIE-10, cuatro de diez definen el nivel leve, seis el nivel moderado y ocho el nivel grave. Estos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral y de otras áreas importantes de la actividad del individuo”, detalla la experta.
La ansiedad, otra amenaza
Ahora bien, la ansiedad es otro padecimiento que se ha visto fuertemente ligado a la pandemia del nuevo coronavirus. Y es que mientras “el miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria; la ansiedad es una respuesta anticipada a una amenaza futura, asociada con tensión muscular, vigilancia en relación a un peligro futuro y comportamientos cautelosos o evitativos”, aclara la especialista.
Romero esclarece que la tipología respecto a este padecimiento es extensa: ansiedad por separación, mutismo selectivo, fobias específicas, trastorno de pánico, agorafobia, ansiedad generalizada, entre otros derivados. Sin embargo, apunta a que dos de estos son los que probablemente estarían siendo afectados en un porcentaje mayor respecto a la pandemia.
“Acerca del trastorno de pánico, las personas experimentan recurrentes e inesperadas crisis de pánico, y están persistentemente intranquilas y preocupadas. Estos episodios se caracterizan por la aparición súbita de síntomas de miedo o malestar intenso, que alcanzan un nivel máximo en cuestión de minutos, acompañados de síntomas físicos y cognitivos. Estas crisis pueden ser esperadas e inesperadas; las primeras en respuesta a un objeto o situación típicamente temida, y las segundas sin razón aparente”, explica.
Para saber si alguien está teniendo un ataque de pánico, la experta asegura que debe reunir cuatro o más de los siguientes síntomas: aceleración de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores, sensación de dificultad para respirar, sensación de ahogo, dolor en el tórax, náuseas o malestar abdominal, sensación de mareo o desmayo, escalofrío o sensación de calor, sensación de entumecimiento y hormigueo, desrealizacion (separarse de uno mismo), miedo a perder el control y temor a morir.
Por su parte, el trastorno de ansiedad generalizada, en palabras de la experta, “es una preocupación excesiva en la cual al individuo le es difícil controlarse”. La ansiedad y la preocupación se asocian a tres de los seis síntomas aquí enlistados: inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta, fatiga con facilidad, dificultad para concentrarse o para quedarse con la mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular y problemas de sueño (dificultad para dormir o sueño inquieto e insatisfactorio).
Recomendaciones
Como habrá percibido, las señales que alertan depresión o ansiedad existen y son muchas, no las ignore. “Estas patologías causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo laboral, social y familiar. Si usted puede identificarse con estos signos y síntomas, visite a un psicólogo o médico con especialidad en psiquiatría para que le brinde la ayuda oportuna”, sugiere Romero.
Además, existen mecanismos de autoayuda que puede emplear si se encuentra en cualquiera de estas situaciones. Estos son realizar actividad física y llevar una dieta saludable, tratar de mantener un patrón de sueño regular, practicar ejercicios de relajación, unirse a grupos de apoyo, evitar la cafeína, el alcohol y la nicotina, y consultar con alguien de su entera confianza si el problema persiste.