Bajo su brazo carga el producto que le permite ganar el sustento diario de su familia.
Roque Flores Amador,de 54 años, es un capitalino residente en la colonia El Carrizal que a diario recorre las calles de Tegucigalpa y Comayagüela como un transeúnte más de la inquieta capital.
Su misión es desde hace 34 años cazar a los amantes de la literatura para venderles libros de todos los tipos de contenidos.
Este trabajo le permitió graduar a sus dos hijas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras como licenciadas en Pedagogía.
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La mayor de ellas, Dulce Flores, de 30 años, tiene un posgrado, y su otra hija, Fabiola Flores, se graduó con honores de la institución.
“A veces me las encontraba en el aula de clases mientras ofrecía los libros a maestros y ellos se sorprendían que mis muchachas tuvieran un padre que vendía libros en las calles”, manifestó el capitalino .
El primer libro que vendió este hombre de piel trigueña y semblante alegre fue un compendio de cuentos de Gabriel García Márquez.
Las ventas han disminuido, según contó, pues hace dos décadas lograba vender hasta 120 libros diarios.
Ahora le resulta más difícil alcanzar esta meta, sin embargo, todavía logra comercializar un porcentaje aceptable.
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Su recorrido inicia en la colonia José Ángel Ulloa, sigue por el centro de la capital para abastecer a más de una librería y continúa en las más elegantes residenciales de la capital.
Flores estudió en el Instituto Central Vicente Cáceres y se graduó como Perito Mercantil, pero le fue difícil encontrar trabajo, por lo que le agradece a la vida la oportunidad de tener éxito en su oficio.
Cada libro lo ofrece de acuerdo al tiempo que le tomó encontrarlo, y en ocasiones los regala.
Los años continúan y este hombre sigue en el negocio, ahora su preocupación principal es solventar los gastos médicos de su esposa, quien de manera reciente fue diagnosticada con cáncer.
