Tegucigalpa

Santa visita Valle de Ángeles y Santa Lucía

La inesperada visita del equipo de periodistas sorprendió a los pequeños. Les llevamos sus juguetes.

24.12.2013

La neblina cubría el poblado y la soledad parecía reinar en las calles coloniales de Santa Lucía. A lo lejos, en una esquina de la vía, varios niños jugaban con una vieja y rota pelota de plástico.


La llegada de unos extraños disfrazados de caritas felices los distrajo y dejaron rodar por el empedrado aquel remedo de balón de fútbol. Cuando el equipo de EL HERALDO les informó que recibirían un juguete nuevo, se emocionaron tanto que olvidaron ir por su pelota.

Mágica entrega

La noticia se expandió sola. Los niños corrían por la empedrada arteria para llegar hasta el vehículo blanco, que simulaba ser el trineo de Santa, para pedir su regalo de Navidad.

La llegada de Jonathan Ponce, de 8 años, dejó perplejos al equipo de ayudantes del viejecito bonachón.

Un par de muletas le servían para bajar la empinada ladera y desesperado intentaba apresurar sus pasos para no quedarse sin su juguete nuevo.

Aunque cansado por tan admirable esfuerzo, Jonathan logró llegar y se enfiló junto a los demás pequeños a esperar su turno para recibir su obsequio.

Y es que una desigualdad en sus piernas le impide correr como cualquier niño de su edad y lo obliga a utilizar muletas para movilizarse. “Me siento muy feliz porque me trajeron regalos, voy a divertirme mucho jugando con mi carrote”, borrando el reflejo del cansancio para darle paso a una mágica sonrisa.

Varios kilómetros más adelante, un grupo de niños jugueteaba bajo la fresca llovizna de la mañana en una de las avenidas de Valle de Ángeles.

El vehículo de Santa detuvo la marcha y al ver descender de él a dos caritas felices, se acercaron muy curiosos.

Al adivinar que eran los ayudantes de Santa que llegaban a darles un juguete, se sorprendieron y fueron a llamar a sus hermanos y amigos que aún dormían, pues era temprano y hacía mucho frío.

Unos descalzos y otros en pijama corrieron a recibir su obsequio de Navidad. Luego de la entrega, felices y sonrientes, los niños y algunos padres agitaban sus manos para despedir a los visitantes, mientras el sol hacía su asomo por el oriente.

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