El City parecía enfilase a la victoria cuando el argentino Sergio Agüero y el español Rodri anotaron en los primeros 30 minutos en el estadio Wembley.
Pero Mbwana Samatta acortó la distancia con un remate de cabeza antes del medio tiempo para garantizar una final más competitiva que lo esperado entre un equipo que lucha por evitar el descenso en la Liga Premier y el plantel más costoso en la historia del fútbol.
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El arsenal de los ganadores fue evidente en su capacidad de solamente utilizar a uno de los futbolistas más influyentes, Kevin De Bruyne, como suplente en el segundo tiempo entre los ocho ajustes del cuadro que venció al Real Madrid en la Liga de Campeones entre semana.
El armador ayudó al City a enfriar el juego y darle al técnico Pep Guardiola su sexto trofeo importante en sus cuatro temporadas en el cargo.
Es una campaña en la que el trofeo de la Premier muy probablemente terminará en manos del Liverpool, que tiene una ventaja de 22 puntos sobre el segundo lugar City. Pero un primer título de la Champions sigue siendo una posibilidad para el City mientras el club inglés apela a un veto de dos años a toda competencia europea por violar las normas financieras de la UEFA.
Gracias a una generosa inversión en jugadores, el City se ha empezado a acostumbrar a disputar finales en los últimos 12 años bajo un grupo de propietarios de Abu Dabi, tanto que su estadio Wembley no registró un lleno total.
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Los aficionados del Villa aprovecharon la situación para ver a su equipo disputar su primera final en una década desde que perdió en el duelo por el campeonato de la Liga de la Copa frente al Manchester United.
Pero fue un doloroso inicio de juego para los aficionados del Aston Villa que formaron parte de un público de 82,149 personas.