TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Mathías Vázquez, por favor grábese ese nombre en su memoria, pues se trata del jugador de moda de las reservas del Motagua, tiene 16 años, juega como delantero y en los últimos seis partidos ha convertido cuatro goles.
El último tanto que anotó el domingo fue espectacular y se dio de esta forma: despliegue ofensivo de Motagua, centro desde la derecha a media altura de Élder Valladares, Mathías Vázquez instruyó la jugada, anticipó a los defensas del Real Sociedad y se lanzó de palomita para mandar la pelota a besarse con la red.
¡Qué golazo y venga esa celebración! El tanto sirvió para que el equipo azul se impusiera 2-1 al equipo tocoeño en el torneo de reservas. Lucha, encara, y es muy difícil ganarle por aire, con su 1.85 de estatura, se impone fácilmente a sus adversarios.
Hace cuatro meses llegó al ciclón a pedir una oportunidad, se sometió a prueba y tras varios días de entreno, Milton “Jocón” Reyes y César “Nene” Obando, entrenadores del las juveniles, no dudaron en darle el visto bueno para que se quedara en el equipo. Sabían que además de tener condiciones, el juvenil hereda el ADN de un ganador.
¿Pero quién es Mathías Vázquez?
Es el hijo nada más y nada menos que de Diego Vázquez, leyenda del Motagua como jugador y que actualmente dirige al club, que metió en semifinales del actual torneo, y que en el pasado le hizo ganar cinco títulos de Liga y uno de Copa.
La diferencia es que siendo portero el padre evitaba los goles y el hijo de los anota. Mathías, un zurdo natural, se inició jugando como lateral izquierdo, sin embargo, sus entrenadores decidieron cambiarlo al puesto de atacante: un gran acierto.
“Yo juego diferente a mi papá, él era portero, pero a mí desde niño me ha gustado jugar y anotar goles, considero que lo más lindo del fútbol es convertir un gol, es la pasión de pasiones”, comenta del joven.
Luego añade: “yo he conocido más a mi papá por técnico y no como jugador, cuando él jugaba yo era un bebé, tenía poca conciencia, por eso quizás no ha habido esa relación de poder jugar la misma posición en la cancha”.
Su gran objetivo es mejorar cada día, en un año y medio o dos años, poder debutar en primera división. “Quiero ganar muchos títulos con Motagua. Pero iré paso a paso, quiero crecer, desarrollarme primero como jugador, si al final lo logro me encantaría ganar un título de la Concacaf”.
El juvenil no tiene problemas para definirse como futbolista: “mantengo bien la pelota, tengo buen equilibrio, instruyó bien cada jugada y con mi estatura obviamente que tengo buen dominio del juego aéreo.”
Y agregó: “Si en seis partidos he convertido cuatro goles podemos decir que soy un goleador, pero es muy prematuro, el fútbol es paso a paso, día a día y tengo que afianzarme o consolidarme, seguir demostrando. Anhelo tener éxito en este equipo como lo ha tenido mi padre, ojalá pueda lograrlo”.
Es el único de los hijos del técnico del Motagua que nació en Honduras, “mi papá, mi mamá y mis demás hermanos son argentinos, solo yo soy el hondureño”, dice con orgullo.
Confiesa que su ídolo del Motagua fue Santiago Vergara, futbolista argentino ya fallecido.
“Recuerdo a Santi, tenía una admiración especial por él, por su fútbol. Todavía tengo en mente el gol que le anotó en la final al Platense, para celebrar se sacó una camisa que decía ‘papi te amo’, esa es la foto que ando en el fondo de pantalla de mi celular. Mi papá que me llevaba a mí al entrenamiento y por eso disfruté sus prácticas y sus partidos’.
En el ámbito internacional admira mucho al atacante francés Antoine Griezmann , además es hincha del Atlético del Madrid y es fan del técnico de Diego Simeone, al igual que su padre. “Si todo se me da y llego a tener en el futuro el privilegio de salir de aquí al fútbol de Europa, me gustaría jugar en el Atlético de Madrid, sería un honor y una gran felicidad para mí”.
Para Mathías que su padre haya ganado tanta gloria en Motagua significa un compromiso y una responsabilidad, “pero yo quiero protagonizar mi propia historia”, comenta con madurez.
Luego le tiro la pregunta obligada: ¿pesa llevar una camisa de un equipo en el que tu papá es el técnico y también ganó mucho como jugador?, “más que el peso de la camisa, siento el deseo y el compromiso de luchar por este escudo, que representa algo grande para mí y mi familia. Mucha gente me conoce más por ser hijo de mi padre que por mí mismo, siempre habrá ese prejuicio, aunque gane el Balón de Oro dirán que es por ser argolla de mi papá. Pero igual, eso no me afecta, yo solo seguiré trabajando todos los días”.
Mathías se emociona, le brillan sus ojos cuando se le habla de la posibilidad que lo dirija su padre en el futuro en Motagua. “Por supuesto que me encantaría que mi papá en esta nueva etapa con el equipo gane más títulos, se mantenga en el club y si en el futuro sigo aquí y me dirige sería espectacular, sería muy bonito, además de un honor y un orgullo”.
El jugador reveló que su progenitor es su gran consejero. “Cuando mi papá me ve jugar, después del partido me da una nota y en la misma me hace observaciones específicas, me anota del 1 al 10 las cosas en las que debo mejorar, por ejemplo yo soy de perfil izquierdo y él me dice que a diario tengo que practicar el remate de perfil derecho para mejorarlo día a día, además que me hace correcciones técnicas y tácticas para superarme. También considera que debo manejar dos posiciones”.
El alumno de la International School de Tegucigalpa asegura que desde chico tiene pasión por el fútbol, pero que su padre es quien más lo ha inspirado con el éxito que ha cosechado en el club Motagua como jugador y técnico.
Para cerrar, se mostró alegre y complacido con el trato que le dan sus entrenadores en reservas, Nene Obando y Jocón Reyes: “no tengo queja, ellos me dan mucho apoyo y confianza, también me dan consejos tácticos y técnicos para mejorar en cada partido”.
Por ahora Mathías solo es una apuesta al futuro del Motagua, pero sí sigue a ese ritmo de gol, herederá el trono de su padre