Casi 9 millones de interacciones han alcanzado los principales perfiles desinformadores en Honduras
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El fenómeno de la desinformación en las redes sociales, particularmente en X/Twitter y TikTok, es un tema de creciente preocupación en la sociedad contemporánea de Honduras.
La difusión de información errónea, falsa o sesgada puede tener consecuencias significativas en la percepción pública, la toma de decisiones e incluso en la estabilidad política de una nación.
En Honduras, la proliferación de cuentas que se dedican a difundir desinformación en estas plataformas les ha permitido acumular millones de interacciones, un asunto que requiere un análisis detallado y reflexivo.
El equipo de verificación de EL HERALDO detalla cómo las 10 principales cuentas que difunden desinformación en Honduras a través de X y TikTok han alcanzado casi 9 millones de interacciones sin ningún control: no hay ley que las regulen a penalicen en el país y tampoco las plataformas las controlan.
Solamente el perfil llamado viral504HN, alojado en TikTok, acumula 5.6 millones de interacciones, el 63% del total que han canalizado los principales desinformadores en Honduras, entre la plataforma china y X.
Siempre en TikTok, el usuario Jostrack suma 1.9 millones de interacciones. Y el tercer lugar no está en TikTok, sino en X, y lo ocupa la cuenta parodia del asesor presidencial en materia de comunicaciones, Gilberto Ríos, que suma 373,300 interacciones.
A raíz de las investigaciones y los desmentidos del equipo de verificación de EL HERALDO a los contenidos que difundió, esta cuenta que suplantaba a Gilberto Ríos fue eliminada el 14 de mayo de 2024.
En cifras generales, TikTok es la mejor guarida para los perfiles desinformadores: el 93% del total de interacciones fueron a través de esta plataforma. En tanto, el remanente, fue en X, con 653,300, el 7%.
“Las campañas de desinformación son sofisticadas y estratégicas, diseñadas para sembrar la duda y confundir a las audiencias”, advirtió Samantha Bradshaw, Investigadora en el Oxford Internet Institute.
Así operan
En primer lugar, es importante comprender cómo estas cuentas han logrado atraer a una audiencia tan amplia y generar un alto nivel de interacción: apelan a las emociones utilizando los contenidos políticos, un tema que genera pasión y división en los hondureños.
En la mayoría de los casos, la desinformación se presenta de manera sensacionalista o polarizante, lo que puede provocar una reacción emocional en los usuarios y llevarlos a compartir, comentar o interactuar con el contenido.
Estos perfiles se han centrado en generar desinformación relacionada a la presidenta Xiomara Castro; su esposo y asesor presidencial Manuel Zelaya; el mandatario del Congreso Nacional, Luis Redondo; y el expresidente Juan Orlando Hernández, así como del Partido Nacional y Libertad y Refundación (Libre).
“Con simpleza se da por creíble lo que se recibe a través de las redes sociales, los medios y las diferentes plataformas digitales. Se cree, pero también se crean realidades, y no lo verdaderamente real”, comentó Javier Franco, autor del libro ‘No solo fake news’.
“Quizá ya ni podemos diferenciar qué es real y qué no es real con la información que se crea y se interpreta; hemos perdido lo relevante de una sociedad que se informa con seriedad, con capacidad de aceptar y entender lo real sin anteponer la construcción de realidades donde prevalecen las historias, las creadas, las que multiplicamos y las que amplificamos generalmente de forma burda, vulgar y sin filtros”, añadió.
Además, estas cuentas suelen aprovechar algoritmos de recomendación y técnicas de optimización de contenido para aumentar su visibilidad y llegar a un público más amplio.
Otro factor a considerar es el contexto sociopolítico de Honduras. En un entorno donde la confianza en las instituciones y los medios de comunicación tradicionales tiende a ser baja, las redes sociales se convierten en un terreno fértil para la propagación de desinformación.
Las cuentas que difunden este tipo de contenido a menudo capitalizan la desconfianza en las fuentes establecidas de información y se presentan a sí mismas como alternativas creíbles, incluso, cuando su contenido carece de veracidad.
Por ejemplo, la cuenta viral504HN, de TikTok, se describe en su muro como “lo mejor en noticias nacionales e internacionales”.
La desinformación se propaga en Honduras también desde la sátira o parodia, un tipo de contenido utilizado el humor con el fin de interactuar con la audiencia y que busca asemejarse a fuentes oficiales como medios de comunicación tradicionales, instituciones públicas o figuras reconocidas.
Ejemplos son las suplantaciones a EL HERALDO, La Prensa, el Congreso Nacional y algunos personajes, como Gilberto Ríos o la ex primera dama Ana García.
“Hay que empezar a cuestionar cómo nos estamos comunicando, qué estamos construyendo como sociedad inmersos en enfermedades de información, porque es predecible que estamos adoptando una cultura narrativa que construye una nación que no deseamos”, consideró Franco.
El First Draft News (FDN), un recopilador de recursos de verificación, indica que, aunque la sátira o parodia “no tiene intención de causar daño, tiene el potencial de engañar”.
La viralidad, además, juega un papel fundamental en la difusión de la desinformación en línea. Las plataformas como X y TikTok están diseñadas para fomentar la viralidad y el contenido que genera una fuerte reacción emocional tiende a propagarse rápidamente a través de la red.
Esto significa que incluso, si una cuenta tiene un pequeño número de seguidores, su contenido puede llegar a una audiencia mucho más amplia si es lo suficientemente impactante o polémico.
Sin límites
Es crucial destacar que la desinformación no solo es un problema de las cuentas individuales que la difunden, sino también de las plataformas que la alojan. X y TikTok, al igual que otras redes sociales, enfrentan desafíos significativos en la moderación del contenido y la identificación de información falsa o engañosa.
La cuestión es que las redes sociales están diseñadas para maximizar la participación del usuario y el tiempo de permanencia en la plataforma. Esto significa que algoritmos sofisticados se utilizan para mostrar contenido que pueda generar más interacción, ya sea positiva o negativa.
Y pese a que las redes sociales tienen normas que regulan la difusión de contenido falso o a los perfiles que desinforman, en Honduras continúan operando impunemente, un problema que atenta contra la vida de los hondureños que cada vez consumen más los contenidos de estas plataformas.
Estas reglas buscan proteger a los usuarios de la desinformación, sin importar su nivel de peligrosidad. Por ejemplo, TikTok prohíbe la desinformación médica y teorías conspiratorias peligrosas, mientras que Meta (Facebook, Instagram y Threads) se enfoca en eliminar contenido que pueda ser peligroso para la seguridad pública.
Es más, compañías como TikTok, Meta y hasta Google, entre otras, invierten millonarias cantidades de dinero anualmente para combatir la desinformación en varias partes del mundo con la finalidad de hacer que las redes sociales sean campos confiables para sus usuarios.
El otro factor, propiamente de Honduras, es la carencia de un marco jurídico sólido para regular la desinformación en las redes sociales, pues presenta diversos desafíos, como la dificultad para responsabilizar a aquellos que deliberadamente falsean la verdad con el propósito de engañar al público y lucrarse.
Sin leyes o normativas que regulen y establezcan límites y consecuencias para los propagadores, la desinformación, con consecuencia en vidas humanas, se torna legal en Honduras.
En última instancia, combatir la desinformación en línea requiere un enfoque multifacético que involucre a gobiernos, plataformas de redes sociales, medios de comunicación y usuarios individuales.
Esto puede incluir la promoción de la alfabetización mediática y digital, la mejora de los algoritmos de detección de contenido falso, la regulación de las plataformas de redes sociales y la promoción de un debate público informado y constructivo.
“La clave para combatir la desinformación es la alfabetización mediática, enseñando a las personas a identificar las señales de alerta y a verificar las fuentes de información”, recomendó Claire Wardle, directora de First Draft.
Solo a través de esfuerzos coordinados y sostenidos se puede esperar mitigar el impacto corrosivo de la desinformación en la sociedad.
Nuestras calificaciones
Verdadero
Las pruebas apuntan, con contundencia y rigurosidad, a que lo afirmado es cierto.
Falso
Las evidencias no dejan margen a que lo afirmado es falso.
Ni sí, ni no
La expresión contiene algunos elementos verdaderos, pero en un contexto engañoso.
No verificado
No hay información pública o disponible que confirme o desmienta la expresión declarada.
¡Plop!
Además de ser falsa, la declaración cae en exageración.
Stephany Girón