El mar se tragaría 137 m² de tierra cada año en Honduras
En una década el mar se ha tragado 250 metros de la ribera de Cedeño. Las proyecciones del PNUD indican que para 2039 unos 2.6 kilómetros cuadrados de tierra quedarían bajo el agua, pero a final de siglo la situación sería 23 veces peor
En Los Delgaditos, una playa de Cedeño, la población también es afectada por las marejadas. Los árboles que estaban en los patios de las casas ahora están en plena playa, a unos pocos metros del mar.
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MARCOVIA, HONDURAS.- Al lado de su vivienda estaban las de sus vecinos, luego había una calle que al cruzarla llevaba a la otra cuadra. En total eran cinco cuadras de viviendas, ahora todas están bajo el oscuro mar del Pacífico.
La casa de Johel Fuentes está justo al lado de las viejas y destruidas instalaciones de la única escuela pública de Cedeño, en Marcovia, Choluteca, de la que solo quedan pedazos de muros, las bigas, parte del techo y algunos barrotes. La mitad del centro educativo está cubierto por la arena.
La vivienda de Johel es de dos niveles, para que cuando golpeen las marejadas él y su familia puedan tener un lugar donde refugiarse. Viven allí desde hace más de cuatro décadas, pero la ampliaron luego de que se inundó con las marejadas, un fenómeno que ocurre año con año y va acaparando más terreno.
Hace más de una década esa casa estaba a cinco cuadras de la playa, pero ahora está al costado, como si se tratara de una bendición y maldición al mismo tiempo.
“Aquí en la casa, hasta los momentos, el agua solo pasa por las orillas, pero ahorita que viene avanzado vamos a perder la casa”, mencionó con voz tranquila, como si ya se había resignado a un futuro desalentador.
Según la Alcaldía de Marcovia, Choluteca, el mar ya se ha tragado cinco cuadras desde hace más de una década. Cada cuadra abarcaba al menos 50 metros cuadrados, lo que significa que al menos 250 metros longitudinales de tierra, donde también había viviendas, están bajo el agua.
Las proyecciones tampoco son alentadoras, pues la plataforma de datos Horizontes Climáticos Humanos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indican que entre 2020 y 2039, es decir, en 19 años, las costas hondureñas perderán 2.6 kilómetros de tierra debido al crecimiento del mar.
Al hacer una conversión esto significa que en promedio el mar estaría acaparando 137 metros cuadrados por año. Para finales de siglo la situación sería 23 veces peor.
“Mi papá construyó la casa (con segundo nivel) pensando en que iba a estar mucho tiempo aquí, pero al final no va a servir de nada porque se la va a llevar el mar”, comentó nuevamente Johel.
El hondureño de 30 años, quien atendía a los clientes de la pulpería que instalaron para subsistir, afirmó que en los primeros meses del año y en agosto es cuando reportan marejadas, es decir, cuando el viento empuja la superficie oceánica y se producen inundaciones costeras.
EL HERALDO Plus recorrió parte de costas del Pacífico hondureño, especialmente las playas aledañas a Cedeño, donde se observa cómo el mar ya se ha llevado varias viviendas y negocios.
Las casas quedarán bajo el mar
Los escombros de una escuela en ruinas, el muro de una casa y las paredes de un laboratorio recuerdan cada día a los pobladores que bajo el mar está parte de la comunidad pesquera de Cedeño.
Tras varias marejadas, el mar se metió, arrastró arena y las casas se fueron cubriendo poco a poco. Pedazos de bloque, ladrillo, lámina y restos de cemento se esparcieron por la playa, hasta que fueron levantados por perdonas que pagó la comuna para que los turistas no vieran el impacto del derretimiento de los glaciares en los polos sobre la ribera de ese municipio costero.
Según el PNUD, Honduras es y continuará siendo uno de los países más afectados por este fenómeno, ya que las proyecciones indican que para 2039 el mar aumentará 15.32 centímetros, lo que significa que arrasará con 2.6 kilómetros cuadrados de las costas.
Entre 2040 y 2059, el impacto sería mayor, porque 11.2 kilómetros cuadrados (11,200 m2) quedarían bajo el mar del Pacífico.
Mientras que a final del siglo (entre 2080 y 2099) serían 58.8 kilómetros cuadrados o, en otras palabras, 58,800 metros longitudinales.
“Algo tenemos que hacer, pero si nos quedamos con los brazos cruzados, como estamos hasta el día de hoy, prácticamente estas comunidades las vamos a perder”, advirtió Nahún Cálix, alcalde de Marcovia, Choluteca.
En diálogo con EL HERALDO Plus, el edil lamentó que “ya perdimos cinco cuadras... ¿sabe usted lo que significa perder cinco cuadras ¿Sabe usted cuánto es? Yo no tengo ni el cálculo en los cursos financieros cuánto han perdido estas familias, pero hay familias que tenían su negocio bien bonito y que lo perdieron todo de la noche a la mañana”.
“Si fueron a Cedeño observaron que perdimos la escuela pública primaria, entonces, ya se perdió, ya se la tragó el mar, y desde esa fecha hasta el día de hoy, como mencionaba, no hemos tenido el acompañamiento de los gobiernos; no hablo solo de este gobierno, sino de los gobiernos que han pasado en estos cinco periodos que han estado”, condenó.
Dijo que son las mismas familias afectadas, los mismos negocios y la misma población más vulnerable: niños, adultos mayores y pescadores, quienes viven día a día de la pesca artesanal, por eso se aferran a vivir en la ribera de la playa, aunque eso signifique arriesgarse cada vez que hay marejadas.
Huyen cuando hay marejadas
El estudio “Variación de la línea de costa en la aldea de Cedeño y cartografía de amenaza ante marejadas y ascenso del nivel del mar”, realizado en 2017, menciona que desde 1982 hasta 2015 (33 años) Los Delgaditos y Cedeño centro perdieron 42.55 y 40.62 metros de playa, respectivamente.
Incluso, sus autores, el máster en Ordenamiento y Gestión Territorial, Juan Ángel del Cid Gómez, y el docente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), José David Cáceres, proyectaban que el área afectada podría ocupar el 16.18% de la playa de Cedeño (una sexta parte del municipio).
Actualmente hay 2,000 familias afectadas por las marejadas en Cedeño, son hondureños que han perdido sus casas y negocios, pero “seguimos con vida”, relató Edwin Corrales, un pescador que se acercó a EL HERALDO cuando abordaba a sus compañeros que mostraban los pocos peces que habían sacado del mar porque “está bravo”, contó.
“Las marejadas nos han afectado bastante... eran con cinco cuadras en mi niñez, yo tengo 40 años y he visto cómo el mar ha ido avanzando. Yo pido que nos ayuden”, solicitó, al decir que cuando era niño habían al menos 60 casas antes de llegar a la playa, ahora todas bajo el agua.
“Yo allí vivo, no es mío, pero allí vivo. Solo vea, ya estoy a las orillas del mar”, comentó, mientras entreabría sus ojos afectados por el fuerte sol.
Con 38 grados de temperatura encima y una sensación térmica de 46 grados centígrados, el hombre caminó hasta la pequeña vivienda de cuatro paredes de bloque, que -según dijo- pertenece a su primo.
“Pasen”, pidió al equipo periodístico de EL HERALDO Plus, luego de que se le solicitara ingresar al lugar en el que dormía.
La parte de enfrente se veía cómo poco a poco la arena que había arrastrado el mar la cubría, mientras que la entrada mostraba un desnivel, como si había tenido que quitar arena de la puerta para poder ingresar.
Adentró habían redes de pesca, los motores de las lanchas con las que trabajan y dos hamacas, era como un depósito donde dejaban sus instrumentos de trabajo. “Aquí duermo”, dijo, cuando levantaba una de las hamacas.
“El mar se la va a llevar. La casa tenía como ocho metros y llegaba oleaje alto, pero ahorita avanzó como cinco o siete metros más, hace como 10 días que se molestó el mar”, indicó, haciendo referencia a la alerta que había hecho la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) sobre las marejadas.
El hombre se mostró en todo momento sereno, aunque pidió a las autoridades quitar de las playas los escombros de las casas destruidas por el mar, ya que afectan el turismo.
La Alcaldía de Marcovia afirmó que como el mar continuará afectando más viviendas, existe una ordenanza para no construir casas de material, solo pueden hacerlo de madera o tipo champas.
Algunos pobladores consultados por EL HERALDO Plus dijeron que han perdido sus casas más de una decena de veces, pero siempre las vuelven a construir, solo que cada vez en lugares diferentes, porque a medida el mar avanza ellos retroceden.
La comuna afirmó que en el gobierno anterior lograron reubicar a 50 familias en terrenos cercanos a la playa, porque como son pescadores no pueden construirles casas en otros puntos. La idea era reubicar a 150, pero por falta de apoyo del gobierno central no lo lograron.
Se tienen que hacer estudios y tomar medidas
En 2009 se realizó el último estudio sobre el impacto de las marejadas en Cedeño, sin embargo, no tuvo ningún efecto porque con el golpe de Estado las sugerencias hechas por la comunidad internacional no lograron concretarse.
A criterio del exdecano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma (UNAH), Nabil Kawas, es necesario un nuevo estudio en esta y el resto de costas hondureñas para conocer lo que se ha perdido y buscar medidas para reducir el impacto.
“Hay muchas metodologías y hay técnicas como para salvaguardar y reducir el impacto; no se puede cancelar el impacto, no se puede anular el impacto, se puede tal vez reducir y se puede reducir en pequeñas áreas”, explicó el también docente universitario.
Kawas dijo que en lugares que quedan cerca del mar abierto, como Tela, La Ceiba y Trujillo, lo único que se puede hacer es retirar a la población de la orilla. En cambio, en zonas más pequeñas, se pueden buscar técnicas para reducir la fuerza del oleaje.
Puso de ejemplo la playa Chepes Beach en Utila, Islas de la Bahía, donde realizaron un estudio que sugería poner una estructura (rompeolas) para protegerse de las marejadas.
“Cuando usted reduce la fuerza del oleaje, lo que está haciendo es reduciendo el impacto de pérdida de playa, pero fíjese lo que le estoy diciendo, va reduciendo el impacto, no es que lo va a anular del todo, que si en cinco o diez años puede perder cinco metros tierra adentro, entonces usted lo puede reducir a uno o dos metros, por ejemplo, de las pérdidas de playa”, sugirió.
Sobre Cedeño dijo que urge concretar un nuevo estudio para determinar la obra de mitigación que necesita, porque “también los rompeolas a veces no son simples rompeolas, sino que más bien son como unos muros de contención, pero que necesitan darle la posibilidad de oxigenación del agua”.
Sobre las proyecciones del PNUD dijo que se trata de datos preocupantes, pues las proyecciones muestran una pérdida longitudinal, es decir, que no va en línea recta sino que a lo largo de la playa.
Kawas también afirmó que no todos los años se pierde la misma cantidad de playa, porque “hay años en que sí se pierde, hay otros años en que no se pierde. Hay posibilidades de un cambio, vaya lo que nos está pasando ahorita con el paso del niño... lo que va a haber es mayor cantidad de agua, por lo menos para el área de la región centroamericana, en otros lados es una sequía, en otros lados hay un mayor congelamiento de los hielos, porque lo que hace que se pierda la playa es el nivel del mar”.
Recordó que el nivel del mar sube debido al derretimiento de los glaciares en los polos norte y sur, pero que no todos los años el deterioro es el mismo.
“Hay años en que se deteriora menos, hay años en que inclusive se vuelve a recuperar de acuerdo a los cambios del clima, a la variabilidad, no el cambio climático, sino la variabilidad del clima, o sea, ahí hay un montón de elementos que hay que considerar”, explicó.
Lo que sí aseguró es que el nivel del mar continuará aumentando y la población seguirá siendo vulnerable.
Sugirió a las autoridades buscar medidas para reducir el impacto, especialmente en zonas propensas a tsunamis, donde el mar no solo puede impactar contra las casas sino contra sus habitantes, como Johel y Edwin, quienes viven a escasos metros del oscuro y embravecido mar del Pacífico.