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“Lo que se hace es aguantar, estar pendiente del mar”: comunidad del sur de Honduras desaparece poco a poco
Solo en Cedeño el mar se ha tragado más de 200 casas, mientras que en Punta Ratón contabilizan 85. La Alcaldía ha intentado potenciar un plan de ordenamiento, pero no hay financiamiento ni apoyo
Una mujer mira el mar en la playa de Cedeño. Su casa está hecha de madera y lámina, pues ha perdido su patrimonio varias veces debido a la elevación del mar. Se resiste a irse de la zona.
jue 3 de noviembre de 2022 a las 0:0
CHOLUTECA, HONDURAS.- Cada año el mar avanza 17 metros hasta llegar al negocio donde Carmen y Marvin venden la típica comida de las costas hondureñas: pescado con tajadas de plátano y encurtido. Ya han perdido su casa -que también es negocio- seis veces, pero se resisten a irse, por eso cada vez que el mar avanza ellos retroceden.
El mar en Cedeño, una playa de arena volcánica ubicada en Marcovia, Choluteca, se ha tragado seis cuadras, donde antes del huracán Mitch (que pasó por Honduras en 1998) había casas de bloque, hoteles, laboratorios y hasta restaurantes... ahora solo hay pequeñas champas y una que otra casa de madera.
Desde 2017 la Alcaldía Municipal de esa zona prohibió construir negocios de material, pues se sabe que año con año el mar irá acaparando terreno, reclamando cada pedazo de tierra costera sin importarle que quien habita allí tiene una escritura que lo avala como dueño.
Marvin lo sabe, por eso mira el océano con mucho respeto y la serenidad de un hombre que ya no tiene nada material que perder, pues -pese a todo- de allí se alimenta, allí se crió y no conoce otro paraíso.
Está consciente que cuando “se enoja el mar, come y viene para adelante. Lo que usted mira acá, en unos cinco años no va a estar”, dijo.
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Bajo el agua
Cada marzo o abril en el sur de Honduras se reporta un fenómeno que los pescadores llaman marejadas, que ocasiona que la marea aumente más de lo normal.
Cuando eso ocurre, el agua llega, muchas veces, hasta la calle de concreto a unos 100 metros de la playa y, aunque regresa, siempre acapara terreno.
“Uno lo que hace es aguantar, estar allí, estar pendiente de que el mar no se vaya a llevar lo que tiene uno de la casa, estar pendiente porque en el momento en el que el mar viene uno ya está pendiente de sacarlo y pasarlo a otro lado”, comentó el hondureño de tez trigueña.
Este fenómeno, ocasionado por el cambio climático, según explicó el ingeniero especialista en gestión civil y cambio climático Luis Carlos Guardiola, ya deja 200 casas y negocios bajo el agua.Informes de la Alcaldía de Marcovia detallan que en esta comunidad pesquera 150 familias han resultado afectadas porque el mar se tragó sus viviendas y comercios, por eso el turismo ha bajado.
El estudio “Variación de la línea de costa en la aldea de Cedeño y cartografía de amenaza ante marejadas y ascenso del nivel del mar”, publicado en 2017 por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, menciona que en 33 años, desde 1982 hasta 2015, el mar acaparó 1.22 metros por año. Pero los pobladores aseguran que son 17 metros los que se pierden por año, al punto que viviendas que en 2017 estaban en la orilla de la ribera ya están bajo el agua.
El problema es que no hay informes recientes que documenten el impacto de este fenómeno, sin embargo, en un recorrido que realizó el equipo de EL HERALDO Plus se evidenció como a la orilla de la playa solo quedan escombros de lo que un día fueron negocios, casas y hasta una escuela.
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Los niños en Cedeño tuvieron que ser reubicados, pues el fuerte oleaje se comenzó a meter en el centro educativo, al punto que ya solo están las paredes.
El nivel de la arena también aumentó y, según Marvin, en unos años las paredes de la escuela comenzarán a caerse y tendrán que recoger los escombros con un tractor para que cuando los turistas lleguen no vean que el mar fue el culpable.
Más adelante, caminando para donde solo quedan los escombros de un laboratorio de larvas, está la casa de don Óscar Velásquez, quien lleva 47 años viviendo en la zona.
El mar se ha tragado su casa seis veces, al igual que le ocurrió a Carmen y Marvin, pero insiste en quedarse porque “vivir acá nadie lo paga con nada”, dijo entre risas, mientras describía la belleza de Cedeño. “El día que me toque irme va a ser triste, tal vez no lo voy a ver, pero si me toca será duro”, susurró.
“Desde que yo vivo acá el mar se ha tragado creo que como 300 metros de playa, porque allá había carreteras abajo”, comentó señalando aquella agua oscura debido a la arena volcánica.
Zonas
Cedeño es la zona más afectada por elevación del nivel del mar provocado por el calentamiento global y cambio climático. Se menciona que hasta 2015 se habían perdido 40.62 metros de playa y las proyecciones apuntan que para 2081 ascenderá a 8.25 hectáreas, lo que equivale a 11 veces el tamaño del Estadio Nacional Chelato Uclés.
Pero este problema ocurre en todas las costas del país, pues en Punta Ratón, otra playa de Marcovia ubicada a una hora de Cedeño, los pobladores han tenido que construir muros de contención o hacerle segunda planta a las viviendas o negocios para que el agua no se lleve sus pertenencias. Algunos también decidieron dejar todo y emigrar, pues es difícil luchar contra la naturaleza.
El equipo de EL HERALDO visitó la zona en 2018 cuando todavía había al menos 30 metros de playa, sin embargo, en un nuevo recorrido en octubre de 2022 observó que el agua ya no deja espacio para que la gente pueda caminar por la ribera, pues va a pegar a las columnas de las casas o a las enormes barreras de bloque y cemento que construyeron los pobladores para que el mar no entre con facilidad.
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“La erosión del mar empezó por el sector de La Puntilla y avanzó totalmente, pero ha avanzado unos 50 o 60 metros sobre tierra firme”, comentó don José Ramón Trujillo, dueño de uno de los locales.
En La Puntilla las casas fueron tragadas por el mar. Por la tarde, cuando la marea sube, la calle de acceso también queda bajo el agua.
En la playa pública de Punta Ratón los pobladores han tenido que ingeniárselas para que no les pase lo mismo, por eso construyen casas de dos niveles o muros de cinco metros de puro concreto que sirven de bloqueo para las olas.
En algunas zonas ninguna de estas estrategias funcionó, porque “el agua es resabida”, dijeron dos pobladores que estaban afuera del local de don José tomando algo para “el calor”.
Solo en Punta Ratón había 37 familias que se quedaron sin vivienda por la elevación del mar, el problema es que las autoridades ubicaron a 27 en una colonia denominada Juan Orlando Hernández, pero de las otras 10 no se sabe nada.
El alcalde de Marcovia, Nahún Cálix, dijo a este rotativo que reportaban 85 viviendas afectadas en este sector y que desde 2009 trabajaban en un plan de ordenamiento territorial, pero con la situación del país no pudieron concretarlo.
En esta comunidad, conocida por ser una de las más paradisíacas del sur del país, muchas playas son privadas, lo que no significa que el agua no ingresa a sus tierras y “se ensaña” con destruir todo lo que está a su paso.