El martirio de los drogadictos en Honduras: “Pensaba ser narco para tener bastante cocaína”

Los drogadictos aún tienen la puerta abierta para encontrar la salida de la drogadicción. EL HERALDO Plus recorrió Proyecto Victoria para conversar con aquellas personas que están en la etapa final de su rehabilitación

“Tavo” confía en que no volverá a consumir cocaína después de dos años de vivir bajo la adicción. Su proceso es uno de los tantos casos de esperanza.

mié 14 de septiembre de 2022 a las 8:0

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “No me importaba que mis hermanas no tuvieran leche, o que mi mamá o mi abuela no comieran. Somos pobres y cuando alguien de la casa conseguía dinero yo me lo robaba para comprar cocaína”.

Sentado en una banca de cemento pintada de amarillo y al aire libre, “Tavo”, de 16 años de edad, desnudó su vida ante un periodista de la Unidad Investigativa de Diario EL HERALDO y contó cómo de jugar potra todas las tarde pasó a ser un drogadicto.

“No podía parar de consumir coca”, recordó mientras hacía una pausa y tomaba un trago de refresco, en tanto la mirada de sus ojitos verdes se perdía entre los cerros que se visualizan desde el interior de Proyecto Victoria.

Es el mayor de tres hermanitos. Su papá lo abandonó desde que era un recién nacido, su mamá no tiene trabajo y en su casa solo se alimentan cuando se puede porque nadie trabaja.

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“Desde el momento que robaba el dinero de mi casa, desde que le levanté la mano a mi mamá y desde que no me importó que mi familia aguantara hambre y que pude haber cambiado esa situación, pero no lo hice porque no paraba de consumir coca, desde ese momento supe que estaba adicto”, confesó.

El precio que ahora debe pagar “Tavo” (un nombre ficticio por seguridad) por la adicción es estar lejos de su familia que, aunque considera que les hizo daño, “los ama y extraña mucho”.

Este sentimiento lo perturbará probablemente dos meses más en él, pues seguirá aislado en la organización junto a personas desconocidas, pero que comparten en común el problema de la adicción.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus visitó las instalaciones de Proyecto Victoria, ubicado en la salida a Olancho de la capital hondureña, para palpar las esperanzas de salvación para los drogadictos.

Este equipo reveló durante la presente semana la facilidad para adquirir y comprar droga en la capital hondureño, con opciones que van desde servicios de delivery, la compra tradicional en plazas de venta clandestina y hasta un pedido a un mesero en una discoteca.

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$!El grupo de personas que se encuentra en rehabilitación camina a sus habitaciones después de recibir varias charlas.

Vida nueva

Para ellos es una nueva vida encerrada en un diminuto mundo, que no está lejos de ser, relativamente, una vida normal, pues los más de 40 internos en Proyecto Victoria también tienen obligaciones y actividades cotidianas.

Por las mañanas desayunan, pueden realizar ejercicio en el gimnasio o ir a la biblioteca.Otros pueden jugar fútbol y hasta ingresar a los diferentes talleres de carpintería, soldadura o de cómputo.

Sus vidas continúan normal, solo que lejos de su hogar y sin drogas al alcance.

Los procesos de rehabilitación pueden tardar de seis meses a un año, todo depende de los resultados y la evolución de cada persona.

“Tavo”, por ejemplo, ingresó el año pasado por influencia de su mamá y, consciente de que su realidad no lo trasladaba por un buen camino, tomó la decisión de tocar las puertas de Proyecto Victoria con la misión de ser rehabilitado.

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$!Las personas que se encuentran en Proyecto Victoria también ejecutan varias actividades para mantener ocupadas sus mentes.

No solo el “chelito de ojos verdes” (así lo saludó una persona en el centro) está en esta situación. Hay más casos de personas drogadictas que van de los 16 a los 80 años.

La juventud atrapada en las drogas es una problemática que se extiende a lo largo y ancho del país, pues -según estudios oficiales- desde los 14 años las personas en Honduras comienzan a consumir sustancias ilícitas, llevándolas a la adicción y hasta a un deceso temprano. El sitio es un refugio de personas rotas por la sociedad que poco a poco recogen las piezas y las colocan, las reparan y las unen para hallar un nuevo propósito.

Desde don Ricardo, quien llegó tras estar sumergido en el alcoholismo, hasta Alexander, quien tiene en su cuentas el asesinato de dos personas y cargos de extorsión. O don Felipe, que perteneció a la MS-13 y puede contar uno por uno los 35 asesinatos que presenció en su pasada vida delictiva, pero pierde el conteo de los gramos de cocaína que inhaló.

Esos son algunos de los más de 28,000 casos que se han atendido en esta organización desde hace más de 40 años.

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$!Otros afectados reciben charlas motivacionales.

No importa la situación: Proyecto Victoria emplea varios mecanismo para encontrar la salida de cada persona afectada.Desde procedimientos mentales o físicos hasta actividades como el deporte, cocinar y cultivar alimentos son algunos de los métodos que transforman a un drogodependiente en un ser con sentido en la vida.

“En la vida tenemos dos propósitos: o servimos o no servimos. Es un deber el servir cuando tenemos a Dios”, así de clara es la filosofía del reverendo Mario Fumero, director y fundador del Proyecto Victoria en 1977.

De acuerdo con el análisis del reverendo Fumero, “el 98% de jóvenes que caen en droga, violencia y asesinato, tristemente no tuvieron amor y ningún hogar estable, o sea son el producto de una familia desintegrada y de una sociedad sin valores”.

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$!Dos adictos en rehabilitación juegan con una pelota para distraerse.

El “chelito de ojos verdes” es el rostro de las declaraciones de Fumero. Él viene de un hogar desintegrado e influenciado por sus amistades y hasta algunos primos entró al sendero casi sin retorno de las drogas.

Una vez involucrado en el consumo de la cocaína, la adicción lo movió a “robar todos los días”, contó mientras comía un churro.

“Era tanta la ansiedad de consumir cocaína -ejemplificó- que una vez le robé 500 lempiras a mi mamá y mandé a comprarla con mis amigos. Cuando me la trajeron corrí al baño de mi casa para echarla y mi mamá me encontró”.

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“Me pegó con un chilío (látigo) y se puso a llorar y gritar. Me botó el polvo y yo me fui para mi cuarto, pero me fui tranquilo porque llevaba cocaína escondida en una bolsa de mi calzoneta. Cuando me encerré, me la eché y ya me sentí tranquilo”, recordó “Tavo”, cuya anécdota le trajo una risa.

A puros castigos, este adolescente reconoció que necesitaba ayuda, pero agradece con firmeza a Dios que, pese a la vida accidentada, nunca ingresó a una mara o pandilla.

Sin embargo, reconoce que sí flaqueó a su corta edad: “Sí tuve pensado ser narco. Yo pensé que si era narco iba a tener bastante cocaína, pero gracias a Dios que mi mamá siempre me ayuda y habló con alguien para que me metiera aquí”.

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$!Hasta un campo de fútbol tiene la organización para las personas que necesitan ayuda.

Tras cuatro meses en rehabilitación en Proyecto Victoria, su mentalidad es distinta: antes miraba a la cocaína como un sediento mira un refresco frío durante los golpes de calor de verano.Ahora la droga no lo inquieta, aseguró.

“La vez pasada me dieron permiso de salir y estuve con mis amigos; me ofrecieron consumir y ni ganas me dieron”.Y aunque este es un gran paso, su falta de escolaridad le pasa factura porque mantiene la premisa que al terminar su proceso la única misión es robarse a la novia.

“Me voy a robar a la chavala y me voy a ir de ilegal a Estados Unidos (...), en Honduras no hay trabajo”, confesó muy convencido de ese plan.Los dos meses que tiene por delante los ve con más optimismo. “Voy a salir siendo diferente. Mis días de drogadicción ya quedaron atrás y ahora daré el ejemplo”, se despidió.

Que nadie diga que, por muy hondo se llegue, no hay una puerta de salvación.

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$!Área de agricultura, avicultura y piscicultura son parte de Proyecto Victoria.

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