Hondureñas también se adentran en los cafetales para llevar el sustento a sus familias
Hay madres solteras que se aventuran con sus hijos en las fincas y así logran el sustento de cada día
Sandy Duarte es una joven capitalina que durante la temporada de corta de café se va hasta Alauca, El Paraíso, para ganarse unos lempiras y alimentar a sus hijos.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Las mujeres hacen a un lado las historias de las culebras en los cafetales, se ponen sus botas de hule, una camisa manga larga o un suéter y se meten entre las plantaciones desde las 6:00 de la mañana.
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A las 3:00 de la tarde se ve que regresan abriendo paso entre las matas, con un saco en los hombros lleno de café, asegurándose de poner bien los pies en las laderas para no deslizarse y así ganar entre 200 y 400 lempiras por día para alimentar a sus hijos.
Sandy Duarte, por ejemplo, de 30 años de edad, vive en la colonia Suyapa de Tegucigalpa, pero todos los años viaja hasta Alauca, El Paraíso, para cortar café durante la temporada.
Ella es madre de tres hijos, durante el día los deja a cargo de su madre y ella toma un canasto, lo amarra a su cintura y se mete entre los cafetales para sacar los granos de café que le permiten tener una fuente de empleo, ya que en la capital no encuentra.
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También hay mujeres productoras, como doña Rosa María Vallecillo, quien supervisa la llagada de los sacos, mientras su hija -una de las mayores- en una libreta apuntaba cuánto corta cada persona para así pagarles los sábados.
También hay madres solteras que se aventuran con sus hijos en las fincas y así logran el sustento de cada día, pues es una temporada donde puede conseguir para comprar lo que necesitan y los útiles de sus hijos.
Con una gorra para taparse del sol, un pañuelo en su pelo que detiene el sudor por la faena, doña Xiomara López, de 40 años, espera a su hija de unos 16; la joven ya tiene un bebé que todavía no cumple el año.
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“Desde las 6:00 de la mañana estoy cortando, me hice 150 lempiras, pero en todo la semana puedo sacar unos 900 o 1,000 lempiras, ya me sirven para la comidita”, expresó la mujer con la dentadura gastada.
Sus botas de hule le llegan casi a la rodilla por su baja estatura, una falda larga y su camisa manga larga la protegen, así ha trabajado toda la vida cortando café y ahora lo hacen sus hijas, porque es la única fuente de empleo que hallan. También hay féminas que se dedican al tostado y empacado del aromático para comercializarlo.
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