Policías hondureños aterrorizan a migrantes para robarles dinero: “Dame 20 dólares, no perdamos tiempo”
En un trabajo de infiltración, EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium muestran cómo son asaltados miles de migrantes en su paso por Honduras por elementos de la Policía Nacional de Honduras, específicamente en La Ceibita, Santa Bárbara. Todo quedó grabado y respaldado por los testimonios de los extranjeros
Con un foco de mano en una oscurana a 100 metros de la posta policial de La Ceibita, Santa Bárbara, seis policías asaltaron a un bus lleno de migrantes para dejarlos continuar su camino a Estados Unidos.
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LA CEIBITA, SANTA BÁRBARA.- “Dame 20 dólares, no perdamos tiempo, sino, pues, les va a tocar quedarse aquí”, amenazó un oficial de la Policía Nacional de Honduras al ecuatoriano Ángel Campos.
Aterrorizado, en medio de la oscuridad y bajo la luz de un foco de mano, el sudamericano -que recientemente había sido separado de su esposa e hijos por el mismo policía- accedió a pagarle para que lo dejara regresar al bus y continuar su ruta a Estados Unidos.
El oficial, miembro de una banda de extorsionadores, no se imaginó que sus miserables acciones estaban siendo registradas por un equipo periodístico de EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium que viajaba infiltrado con los migrantes.
El clamor de los extranjeros asaltados quedó plasmado en la voz de la ecuatoriana Mayra Chiu: “Esto pasó con todas las familias ecuatorianas, somos cuatro, todas pagamos, llevamos tres semanas de camino, es muy duro, durísimo, les pedimos a las autoridades que no pidan dinero, venimos porque necesitamos, en Ecuador están matando, ya estamos como Venezuela, no nos roben”
Ruta de la extorsión
Apenas pasan las 10:00 AM y en la carretera que está a la orilla de la entrada al municipio de Tatumbla, Francisco Morazán -a 20 minutos de Tegucigalpa- ya hay al menos cinco buses de transporte urbano.
Estas unidades están ubicadas en un predio que acondicionó el Instituto Hondureño de Transporte Terrestre (IHTT) para recibir a los migrantes que entraron al país por el municipio de Trojes, El Paraíso.
Según las autoridades, la seguridad de los migrantes está bajo control, pero en realidad armaron un negociazo con tarifas elevadas y asaltos en el camino.
Los extranjeros que llegan a esta terminal vienen de cancelar 10 dólares (246.3 lempiras) para ser trasladados de Trojes a Danlí, y otros 10 dólares (246.3 lempiras) para llegar desde Danlí hasta Tatumbla -precios aprobados por el IHTT-, pero los migrantes aseguran que les cobran más.
Ambas tarifas aprobadas por el IHTT están sobrevaloradas, pues el precio real desde Trojes a Danlí no debería pasar de 90 lempiras y de este punto a Tatumbla ronda la misma cantidad.
EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium estaban esperando un grupo de esos migrantes en la terminal de Tatumbla, desde donde saldrían hasta la frontera de Agua caliente con Guatemala.
Una vez llegaron el trasbordo es rápido. El pasaje por persona vale 30 dólares (792.9 lempiras), nuevamente sobrevalorado pues ese viaje no pasa de 500 lempiras si el boleto lo compra un hondureño en cualquiera de las terminales que están en Comayagüela.
A los extranjeros no les queda de otra que pagar esos precios, pues el IHTT penaliza a otros buses no certificados por llevar migrantes, creando un monopolio de compadre hablado.
Uno a uno los foráneos comenzaron a subir al bus, entre ellos va un periodista infiltrado que apartó dos cupos para realizar el viaje, entre la multitud pasó totalmente desapercibido.
Ya para los 2:00 PM la unidad estaba abandonando el predio con 50 personas a bordo con destino directo a la frontera con Guatemala.
El recorrido es lento, los migrantes van platicando, contando anécdotas, chistes y otros descansando para retomar fuerzas.
La única parada aprobada es en Siguatepeque, ahí el ayudante les explica a las personas que va ser la única estación para comer e ir al baño, después les esperan unas ocho horas hasta la frontera.
Todos bajaron, pero no todos comieron, incluso algunos botaron la pena, se acercaron a otras personas para preguntarles si les podían ayudar a ajustar pan o churro y refresco para aplacar el hambre.
Minutos después la ruta continuó, todos iban relajados sin imaginar que al entrar a la carretera por el departamento de Santa Bárbara, los estaba esperando una banda de delincuentes que amparados en la oscuridad de la noche y en el poder que les da un uniforme cometen abusos contra miles de extranjeros que pasan.
Antes de salir del comedor, un fotógrafo de EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium entró a la unidad con la excusa de hacer fotos de la migración, los extranjeros posaron tranquilos e incluso solicitaron en un video dejarle un recado a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, gritando a todo pulmón: “Maduro, concha de tu madre”
Delincuentes con uniforme
Ya entrada la noche al filo de las 9:00 PM a lo lejos, en medio de la oscuridad de la carretera que conduce de Santa Bárbara a Ocotepeque se visualizó un grupo de personas con focos de mano.
Al acercarse el bus, se logró observar que eran seis policías, ubicados en medio de la calle a 100 metros de una posta policial, en la comunidad de La Ceibita, Santa Bárbara, realizando un operativo.
Uno de los oficiales levantó su mano izquierda mostrando la palma de su mano en señal de alto y con la otra indicó el espacio donde tenía que estacionarse la unidad para realizar una inspección.
El conductor obedeció, abrió la puerta, se bajó y se apartó con el ayudante a petición del uniformado que posteriormente abordó la unidad de transporte.
Serio, portando el uniforme de la Policía Nacional de Honduras que juró respetar, se dirigió a los migrantes que iban en el bus: “Buenas noches, este es un operativo de inspección, todos tienen que bajar con su documentación en la mano”.
En la unidad venían 50 migrantes de Venezuela, Ecuador y Haití, más un equipo periodístico infiltrado de EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium que los acompañaba desde su salida en Tegucigalpa.
Una vez abajo, se acercaron los demás oficiales con focos en la mano, alumbrando las caras de las personas. Uno de ellos ordenó: “Se me van a juntar por países”. Todos obedecieron.
Posteriormente comenzó la intimidación, el primer grupo en sufrirlo fueron las cuatro familias ecuatorianas, los hombres fueron separados de las mujeres sin ningún tipo de razón.
A ellas las llevaron frente al bus, mientras los varones a la parte de atrás de la unidad a modo que por un momento no se vieran las caras entre los seres queridos.
El oficial que se quedó con las mujeres y los niños empezó a revisarles los papeles, alumbrando con los focos de mano. El tipo les hablaba golpeado. “¿Y el carnet de la fiebre amarilla?”, le dijo a una.
A otra le empezó a pedir todos los documentos de los niños, pese a que la mujer le mostraba, él le recriminaba que le faltaban papeles, las mujeres visiblemente nerviosas buscaban en sus carteras.
Mientras esto pasaba a los hombres los tenían parados haciendo nada, hasta que un oficial se les acercó, era el mismo que había puesto de correr a las mujeres, les indicó que sus familias no tenían toda la documentación para seguir rumbo a Estados Unidos.
Los amenazó con no volverlos a dejar subir al bus, los migrantes atónitos le decían que ya habían pasado por la inspección del Instituto Nacional de Migración (INM) y le enseñaban el permiso de circulación que les otorgaron, mal llamado “salvoconducto”.
Harto del primer grupo, el oficial mostró su lado extorsionador y sin pelos en la lengua los intimidó: “Todos van a pagar, si quieren seguir”.
Mientras todo esto pasaba al otro lado de la calle, un equipo fotográfico de EL HERALDO Plus y LA PRENSA PREMIUM simulaban tener un carro recalentado con el tono arriba para capturar todos los movimientos y la forma de operar de los delincuentes uniformados.
En algún punto, el carro causó desconfianza en el líder de los policías: “Anda ve a aquella gente de aquel carro”, por lo que el equipo bajó el tonó del carro, subieron y arrancaron del lugar antes que el uniformado llegara exactamente donde estaban ubicados.
Lo que no sabían era que otro periodista que venía adentro del bus navegaba de un lado a otro entre los grupos de migrantes. Los uniformados, enfocados en el dinero, no se percataron, solo continuaron. Uno de ellos apenas le dijo al otro: “es el ayudante del chofer”, sin pararle mucha atención.
Con la amenaza de extorsión, se formó un silencio. Ángel Campos, originario de Ecuador, fue llamado adonde estaba su familia. El policía acusó a su mujer de no llevar el carnet de la fiebre amarilla y alumbrándole la cara con el foco lo extorsionó: “Dame 20 dólares, no perdamos tiempo, sino, pues, les va a tocar quedarse aquí”.
El jefe del hogar amenazado accedió a pagar la cuota por cada miembro de su familia, el policía hondureño tomó el dinero, lo contó en la cara de ellos y les dijo, despectivamente, que ya se podían subir.
La misma situación ocurrió con las otras tres familias ecuatorianas, a todas les encontraron una falta inexistente para amenazarlos con no dejarlos subir al bus si no pagaban. La extorsión para otros subió a 50 dólares que pagaron por el temor que les sembraron los uniformados.
Con las personas de Haití, la barrera del idioma no les impidió a la banda de extorsionadores actuar, los llevaron a una parte más oscura, donde con base en señas los despojaron del dinero.
Humillados, los caribeños pagaron la cuota, ninguno se salvó, los que sí se hicieron un nudo fueron los venezolanos, a ellos las autoridades no les robaron el dinero, pero sí los amenazaron para tratar de que accedieran, pero ninguno de los que venía en el bus pagó a los policías.
Asaltados, los migrantes se volvieron a subir al bus, molestos empezaron a conversar sobre la forma de actuar de los policías hondureños, situación que fue aprovechada por el equipo de EL HERALDO Plus y LA PRENSA Premium para identificarse y solicitar a los que tuvieran valor que contaran en cámara cómo les robaron.
Una mujer ecuatoriana levantó la mano: “Me llamo Mayra Chiu, vengo de Ecuador, me acompañan mis dos hijos y mi esposo, no tenemos el carnet de la fiebre amarilla, nos dijo que pasemos aparte, ahí nos tenían, a los hombres los llevaron a la parte de atrás y, pues, comenzaron a cobrar”.
El esposo de la mujer que iba sentado a la par interrumpió para recalamr que “pagamos 20 dólares, yo los pagué, me dijeron que les diera 20 dólares para que no perdiéramos tiempo y que si no pagamos nos quedábamos aquí con toda mi familia”.
La mujer interrumpió: “Esto pasó con todas las familias ecuatorianas, somos cuatro, todas pagamos, llevamos tres semanas de camino, es muy duro, durísimo, les pedimos a las autoridades que no pidan dinero, venimos porque necesitamos, en Ecuador están matando, ya estamos como Venezuela”.
Se consultó quienes, aparte de los ecuatorianos, habían sido asaltados por los policías hondureños. “Los negritos de Haití dijeron los venezolanos”, se les preguntó y dijeron que efectivamente les habían despojado de su dinero, pero que no querían salir en cámara porque les daba miedo, ya que seguían en Honduras.
Quien sí aprovechó hablar ante la cámara de EL HERALDO Plus y LA PRENSA PREMIUM fue una mujer venezolana llamada Jessica Colmenares, que denunció la intimidación de los policías.
”Vengo de Táchira, frontera con Colombia, salimos el 2 de agosto, el policía me detuvo porque voy con tres menores de edad, mi hija de 17 años lleva a su bebé, y el policía solo me decía que en Guatemala, que en Guatemala, que en Guatemala, yo le expliqué que cuando hice el control migratorio entregué todos los documentos pertinentes para el permiso que venía todo a nombre mío, así lo pusieron en migración”.
La mujer denunció que el Policía le pedía los papeles de los menores con la firma del papá y que ella le explicaba que en Venezuela existe la patria potestad del menor unilateral que la acredita para poder viajar con ellos sin la firma del que fue su esposo.
”Me decía que me iba devolver para la capital, que no podía seguir avanzando de esa manera, después me pedía una carta poder de la bebé, pero si la bebé es hija de mi hija y yo soy responsable de todos ellos, esos policías están cogiendo el camino malo”, comentó la venezolana.
Llegó el momento de abandonar la unidad en medio de la noche a la mitad de la nada con el material suficiente para denunciar a la banda de policías que amparados en su uniforme roban miles de dólares mensuales a los migrantes que transitan por Honduras, bajo la autorización de altos mandos de la institución que se llevan una rebanada del pastel.