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Un mundo de emociones detrás de la nariz roja

Sin miedo al ridículo, el clown se abre paso en las artes escénicas para exteriorizar sus sentimientos y provocar no solamente risas.

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04.07.2013

Caricaturesco, absurdo, inocente, tierno, alocado, juguetón y ridículo, así es el clown, un personaje que no se ríe del mundo, sino que el mundo se ríe de él.

Este personaje de nariz roja con más o menos maquillaje que un payaso, no es un payaso, ni un mimo, tampoco es un bufón, es simplemente un clown, que provoca algo, ya sea risas o reflexión, aunque su fin principal no sea ese.


Para la clown española Patricia Pardo, de Patricia Pardo & Cía., el clown es “una buena herramienta para contar, expresar o llegar al espectador con ideas que a mí me interesan de una manera más pensada, porque el clown permite hablar de muchas cosas desde la pasividad, desde el delirio, desde la torpeza, desde emociones que no son violentas para el espectador pero a través de las cuales se puede hablar de cualquier tema, incluso violento, y además a través del humor que caracteriza básicamente al clown”.

Detrás de esa nariz roja hay un sinfín de emociones, hay un contacto con el público y hay una técnica que da muchas más libertades que el teatro.

Antecedentes

El clown costarricense Merlo Mondongo refirió que son muchas las culturas que han aportado a esta técnica, como la egipcia que 2,500 años antes de Cristo ya tenía sus propios cómicos que no eran conocidos como clown.


“La técnica de clown para teatro se establece como tal en Europa en el año 1985, realmente es nueva y sí es una rama que se desprende del teatro, en muchas escuelas se les da primero técnicas de clown para teatro a los estudiantes antes de que estudien actuación”, dijo Merlo.

En cuanto al surgimiento del clown en América, nuestro entrevistado señaló que esta región ha sido un lugar de tránsito, y eso permitió que la técnica llegara a este continente, aunque surgió ya como un movimiento en Argentina, y así con las presentaciones que realizaban fueron saliendo de las fronteras, hasta que pasó por Costa Rica y toda Centroamérica, “entonces no hay una fecha específica, pero creo, tal vez esté equivocado, que de los 90 para acá es cuando toma más fuerza”.


Y así es como ha tenido mayor auge esta técnica aplicada para teatro, que en Honduras tiene su representación en el grupo capitalino Teguz Clown.

Características del clown

Para Joaquín Palma, de Teguz Clown, el mimo, el clown y el payaso están al mismo nivel, ya que en tiempos pasados servían para animar al rey en la corte, pero a diferencia del payaso, “el clown es algo más interno, porque el payaso intenta exteriorizar, es algo más exagerado, bastante maquillaje y vestuario, y el clown trabaja con emociones internas, y en sí es ridiculizarse uno mismo, son sentimientos los que se van a ridiculizar para que la gente se pueda identificar conmigo, así como lo hace un niño...

El payaso si ve a alguien en el público que es gordo, es posible que haga mofa a partir de ese punto, y el clown es alguien más inocente, alguien que sí puede ridiculizar a otro pero de manera inocente, casi sin saberlo”.

Reírse del mundo con su crítica, incluso de quien tiene autoridad sobre él, es una característica del bufón que el clown no comparte, “el clown es al revés, es el mundo el que se ríe de él, en ese sentido aunque son primos el clown tampoco es un bufón, porque el bufón está por encima del público, se ríe de él se ríe de sus defectos, se ríe de la autoridad, y el clown se ríe de eso también pero antes se ríen de él”, apuntó Patricia Pardo.

Merlo Mondongo define al clown como alguien que nunca busca problemas, sino que se los encuentra de casualidad, y en su lucha por superarlos fracasa, y la gente se ríe, y no porque fracasa, sino de su intento por sobreponerse al fracaso, “el clown es como un niño de cinco años que quiere que lo vean, que quiere cariño, es muy absurdo, inteligentemente torpe, inocente, tiene un poder de asombro al tope, todo es nuevo para él, como un niño”.

Si bien el clown es una técnica para teatro, se diferencia del teatro en varios puntos.

El primero de ellos es que para el clown no existe la cuarta pared, que en el teatro tradicional es la que separa al mundo del espectador del mundo que están representando los actores sobre las tablas.

Para el clown esa cuarta pared no existe porque su relación con el público es fundamental, el contacto visual es vital porque necesita comunicar con la mirada, “esto con el teatro clásico, convencional, no existe, el personaje está ahí independientemente al público, no se comunica a través de su emocionalidad concreta de ese instante”, dijo Pardo.


Lo segundo es que una obra clásica tiene como característica la presentación, nudo y desenlace, con personajes bien definidos que existen desde el principio hasta el final, mientras que la historia de un clown “no necesita estar en esa estructura, en concertar al personaje, nudo y desenlace con un conflicto en un espacio, tiempo y lugar, es más loco, tiene más posibilidad, lo que el clown quiera”, detalló la clown española.

En referencia a esto, Merlo Mondongo señaló que el teatro tiene un guion, un texto, un director “y de ahí no te salís”, mientras que el clown no es un guion, puede hacer mil vueltas aunque esto “no significa que el clown es anárquico, tiene más libertades pero también tiene un orden”.

En Honduras no hay escuelas de clown, a diferencia de Suramérica, donde esta técnica está mucho más fortalecida. Sin embargo, Merlo Mondongo ha visitado Honduras en más de dos ocasiones para impartir talleres de técnica clown para teatro.

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