Y unos inclementes rayos solares chocaban perpendicularmente contra las espaldas de unos niños que maniataban un balón de plástico.
Pero no importaban todas las adversidades, los alumnos de la escuela Dionisio de Herrera entrenaban para enfrentar a cualquier retador, por muy renombre que tuviese.
Y es que como parte de la campaña ambiental de EL HERALDO , eminencias retiradas del balompié hondureño retaron al combinado escolar a un duelo de altos quilates para jugarse la reputación.
Combinado estrella
Los alumnos de la Dionisio no la tenían nada fácil. La campaña Escuelas Amigables con el Ambiente llevaba un combinado de lujo.
Nada menos que 71 partidos internacionales y una muralla defensiva pisaron la cancha.
Era Samuel Caballero , exseleccionado nacional y exjugador del Club Deportivo Olimpia .
De parte de ese mítico albo del 2000 también se alineó Nerlin Membreño, actual entrenador del equipo juvenil del Olimpia .
Y de la vieja guardia dijo presente Eduardo Sosa , exjugador del león de la década de los 90, época dorada del equipo.
Como invitado de honor, el eterno Geovanny “El Venado” Castro , leyenda del Club Motagua, demostraba que todavía hay pólvora para rato, sobre todo para alegrar a la niñez.
Mientras que la portería estaba defendida por un inusual guardameta: “Don Castor”, imagen de Larach&Cía.
Ante la presencia de dos cuadros de niños el equipo de las estrellas tuvo que reforzarse con dos hombres de EL HERALDO .
Aquí no hubo rivalidad, esa eterna de los enconados clubes capitalinos, solo amistad, buen fútbol y muchas ganas de jugársela por el ambiente.
Furor
Tanta euforia causó la presencia de los invitados que casi no arranca el partido, porque los niños literalmente se colgaban de los jugadores para obtener un autógrafo.
Pero la magia del balón era el punto central de aquel encuentro escolar y las jóvenes gargantas de la Dionisio de Herrera apostaban por un gane contundente.
El duelo arrancó y las viejas generaciones rememoraron sus mejores momentos futbolísticos.
“Sami” Caballero volvió a sacar su lado fanfarrón y provocaba a los infantes con sutiles agarrones, besos, picardías con el balón y ademanes al público.
Castro celebró de nuevo con sus manos alzadas sobre su cabeza: la imagen de “El Venado” estaba más viva y fresca que nunca.
Nerlin Membreño y Eduardo Sosa demostraron su solidez defensiva al interceptar todas las amenazas, mientras que “Don Castor ” contenía los potentes remates del combinado estudiantil.
Pero la sed de derribar mitos motivó a los infantes deportistas a apretar marcas, desarrollar jugadas más elaboradas y rematar al arco con certeza.
Un justo 7-7 selló aquel reñido encuentro y el pitazo final movió una avalancha de niños sobre las estrellas del deportes.
Sami hasta tuvo que esconderse en los camerinos ante la afición que coreaba su nombre y se agitaba por un autógrafo suyo.
Si no fuera por la profe Sofía Sanabria... allá seguirías “Sami”.