Su labor va más allá de ser su medio de subsistencia, pues considera su trabajo como una tradición heredada de sus antepasados.
El barro mezclado con arcilla molida es la materia prima que Ubaldina Manzanares aprendió a moldear desde su infancia. La mayoría de las piezas que arma con sus manos son elementos decorativos, que se distinguen por su color y ornamentos decorativos en comparación con productos de otras zonas del país.
Y es que las figuras que se producen en varias comunidades del departamento de Valle son decoradas con trazos de influencia lenca.
Proceso
La preparación de la materia prima es un ritual que no ha sufrido cambios a lo largo de las años, pues luego de arrancar el barro hay que dejarlo en reposo durante un día.
De forma posterior se amasa la tierra hasta que sea moldeable para armar las artesanías, según Manzanares.
Para el secado de las piezas en crudo deben transcurrir otras 24 horas, antes de que se realice el quemado de las artesanías. Es esta misma labor la que cada semana emprenden unos 600 artesanos del departamento, en su mayoría mujeres.
Se estima que los obreros de la zona han logrado producir entre 300 y 350 piezas de barro de diferentes estilos y tamaños.
Sin embargo, consideran que alrededor de 100 de estas piezas son las que han logrado convertirse en las favoritas de los clientes.
Las comunidades conocidas como productoras de artículos de barro en Valle son La Arada, Paso Hondo y Llano Grande.
De estas comunidades, según la entrevistada, se ha logrado colocar piezas de barro en Europa, con apoyo de la Cooperación Española.
“Hemos logrado comercializar productos con una empresa en Europa adonde se envían dos pedidos al año”, explicó María Manzanares, otra de las artesanas.
Según la señora, se exportan unas 2,600 piezas al año, las que son elegidas por los compradores a través de catálogos y luego enviadas en contenedores.
Estas piezas tienen valores diferentes que van desde 50 lempiras hasta 1,500 lempiras al por mayor.
Entre las piezas con mayor demanda en el extranjero, están los fruteros, jarrones, ángeles, figuras de animales, candeleros, vasijas, cántaros, pesebres y comales.
Producción de hamacas
Las hamacas son otra fuente de ingresos para los artesanos de Valle, de forma específica del municipio de Langue.
En la localidad funcionan unas 400 microempresas familiares del rubro, las que generan unas cinco plazas de trabajo cada una.
Unas 2,000 personas son las que se benefician con esta labor artesanal. Las comunidades donde se producen hamacas son El Hato, El Limón, El Barrial, La Concepción, Aguacatal, El Chaparral, Potrerillos y La Rinconada.
Uno de los expertos en el oficio es Carlos García, quien por más de 30 años ha ejercido este tipo de trabajo en el barrio La Rinconada, donde ha mantenido su taller.
García reveló que con este oficio logró criar y educar a sus cuatro hijos; sin embargo, en múltiples ocasiones ha soñado con ampliar su mercado, pero nunca ha contado con el apoyo del Estado.
La falta de apoyo gubernamental, según García, limita la productividad en las comunidades, sean productos artesanales o de otro tipo, y a su vez frena la apertura de plazas laborales.
Costos
De acuerdo con el entrevistado, la materia prima es adquirida en El Salvador debido a que es más barata en el hermano país.
Se estima que cada hamaca se lleva entre cuatro y cinco libras de cabuya, la cual tiene un valor de 40 lempiras la libra.
El costo de las hamacas en la comunidad es de entre 200 y 400 lempiras. La mayoría de las hamacas se comercializan en los países de Centroamérica, según los artesanos.
El presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeños Empresarios de Honduras, Enrique Núñez, reconoció que el apoyo del gobierno ha sido escaso.
Núñez explicó que en la actualidad se contempla conformar alianzas con las alcaldías para montar quioscos para comercializar las artesanías que genere cada comunidad.