TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El empedrado de sus callejones y la belleza arquitectónica de algunas viviendas guardan un tesoro con un valor incalculable, su riqueza histórica.
A solo cuatro minutos de la Plaza Central de Tegucigalpa se encuentra un barrio que por décadas ha visto nacer a decenas de generaciones que hoy narran su gran valor patrimonial. La Leona se ha convertido en un orgullo para los capitalinos y un rinconcito imposible de
no visitar.
Los silbidos armoniosos y el colorido plumaje de algunas aves se mezclan con la belleza natural que guarda con celo el antiguo lugar. Hernández, Valladares y Núñez eran los apellidos que mayormente figuraban en ese barrio en la década de los 30 y que procedían de las familias más sobresalientes de la comunidad.
Hay quienes cuentan y disfrutan revelar su historia como si fue ayer. Este es el caso de don Bernardo Flores, una persona de la tercera edad quien tiene 89 años de residir en La Leona.
“Nací en unas casitas que estaban ubicadas en la parte baja de donde hoy se encuentra el parque. Todos los alrededores eran barrancos, sólo en la parte superior existían algunas viviendas”, comentó Flores.
El entrevistado comentó a EL HERALDO que en aquel entonces se pagaban 30 lempiras mensuales por alquiler de una vivienda.
Mientras que si las personas decidían construir su propio hogar tenían que tener un presupuesto estimado de 17,000 lempiras.
“Varios niños estudiamos en la Escuela álvaro Contreras debido a que nuestros padres tenían sus negocios en los mercados, era el centro escolar más cercano que existía”, agregó el oriundo.
El casi nonagenario explicó que en los años 30, La Leona tenía una población estimada de 300 habitantes, de los cuales existía uno que otro extranjero.
Pero fue hasta en 1902 con la construcción de la casa de Adolfo Walther que se estableció el primer extranjero en ese sector.
Se presume que el joven médico, originario de Alemania, tuvo una estrecha amistad con el expresidente Manuel Bonilla.
Orgullo
Aunque en la actualidad los capitalinos no conocen a La Leona como Berlín y Manuel Bonilla, estos también fueron nombres con los que el pueblo bautizó al antiguo barrio.
“Nuestros ancestros nos relataban que el actual nombre surgió por una leona que bajaba de un terreno a comer animales domesticados al espacio donde en la actualidad funciona el parque La Leona. Ese espacio guarda uno de mis mayores tesoros, sabe, ahí tuve mi primera cita y me hice novio con la que fue mi esposa”, contó Flores. Aunque La Leona ha sufrido diferentes cambios a lo largo de los años, para Clara Luz Torres, otra oriunda del pintoresco lugar, aseguró que la esencia de las personas continúa intacta, al igual que su riqueza natura e histórica.
“Tengo más de 60 años de vivir en este barrio y no lo cambio por nada. He reído, llorado y disfrutado con mi familia por muchos años y considero esta área de la capital como la mejor”, destacó doña Clara. Con una sonrisa en su rostro recordó aquellos años cuando compartía con sus amigas los diferentes juegos tradicionales. “Hay tantas anécdotas y mucho por contar, la riqueza y el valor histórico que guarda cada pared de cada casa antigua no se puede comprar”, dijo Torres.
Historia
La Leona tomó mayor importancia para el siglo XIX por una significativa llegada de emigrantes extranjeros atraídos por la Reforma Liberal, en su mayoría forasteros de descendencia europea.
Aunque el barrio carece de una fecha exacta de fundación, el historiador Edgar Soriano agregó que el barrio se inició a poblar desde el siglo XX hasta los 30. El también catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) comentó que durante esos años hasta los 80 en la comunidad vivía la burguesía de Tegucigalpa. “En 1915 el gobierno de Francisco Bertrand construyó el parque Manuel Bonilla en homenaje al expresidente que había muerto años atrás. La estatua fue derribada en 1919 y se volvió a inaugurar en el 1924”, explicó Soriano.
El entrevistado agregó que el siglo XX el barrio La Leona jugó un papel importante debido a su crecimiento y por el hecho de que en el sector residían las élites políticas del país.
“La Leona no es una comunidad tan antigua como dicen algunas personas, en realidad el barrio no es colonial, es un sitio republicano, es de la reforma liberal”, aseguró el educador. Uno de los mayores atractivos que la población capitalina puede disfrutar como un tesoro es el Castillo Bellucci, además de sus callejones, bocaminas y sobre todo la calidez de su gente.