TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Es una persona de la tercera edad y desde los nueve años se ha distinguido por el amor al prójimo de forma desinteresada. Por sus manos han pasado miles de millones de lempiras, que han servido para ayudar a las personas que más lo necesitan en diferentes partes de Honduras.
Marta Banegas Alvarenga es una mujer que nació en Tela, Atlántida, pero con el paso del tiempo se radicó en Tegucigalpa, donde se casó. Es madre de tres hijos, todos profesionales. Dos de ellos residen en los Estados Unidos y uno en la ciudad de San Pedro Sula.
Martita, como le decía su padre Pastor Francisco Banegas, un exitoso empresario de Tela, y su madre Teodora Matamoros, manifestó a EL HERALDO: “Ayudar a los demás es mi mayor satisfacción”. Eso se puede comprobar con obras físicas, entre ellas alrededor de 1,200 viviendas construidas en los departamentos de Intibucá, El Paraíso y Francisco Morazán.
Las acciones a favor de los más pobres se extienden al sector educativo, pues ha gestionado ayuda para construir escuelas, equiparlas de mobiliario y material educativo.
A pesar de los años, doña Marta se preocupa y hace gestiones para terminar de construir a través de su Fundación MB al menos 25 viviendas que están inconclusas en la comunidad de La Esperanza, Concepción del Sur, en el departamento de Santa Bárbara.
“En la actualidad estoy embrecada con este proyecto, porque me piden constancias de que tengo créditos con las ferreterías y las casas comerciales, pero como yo todos los materiales los compro al contado, no puedo conseguir esos papeles”, dijo. “Cuando yo tenía nueve años mi madre decía que yo tenía un don que era el de amar a toda la gente, porque me preocupaba por la gente más necesitada”, recordó.
Ejemplo
En la casa donde vivía en Tela habían bodegas. Don Pastor Francisco, su padre, también fue un hombre muy desprendido y le daba de comer a todos sus trabajadores.
A su corta edad sacaba frijoles, arroz, azúcar y otros productos de la bodega para regalarlo a los que no tenían que comer. Don Pastor Francisco observó que cada día los sacos tenían menos productos y creía que eran los empleados que se lo llevaban, pero era su propia hija que los sacaba en bolsas para regalarlo a la gente pobre.
Cuando estaba en Tegucigalpa decidió estudiar y se graduó de secretaria ejecutiva bilingüe. Trabajó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y le decían licenciada. También tenía una clínica en la colonia Alameda de Tegucigalpa para ayudar a los enfermos y le decían doctora. Además, le decían ingeniera porque ayudaba a construir viviendas.
El consultorio se llamaba Clínica Mallorca porque recibió bastante ayuda del gobierno de Palma de Mallorca, España.
Clemente Sánchez fue uno de sus principales aliados, pues era la persona con quien gestionaba los recursos en Mallorca para realizar los proyectos.
También ha tenido acercamiento con importantes personajes en los Estados Unidos, quienes le han extendido la mano para ayudar a la gente necesitada en Honduras.
Entre los que la impulsan a continuar ayudando a los necesitados primero dice que está Dios, pues “sin él no somos nada”. Tiene amigos que le han impulsado a segur adelante, entre ellos se encuentran el periodista Mario Hernán Ramírez y su esposa, al igual que el doctor Nery Cerrato, pues cuando era el presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon) le ayudó a realizar proyectos en varias partes del país.