Un año y tres meses han trascurrido desde la fatídica madrugada en que fue asesinada la ambientalista y dirigente indígena hondureña Berta Cáceres.
La muerte que conmovió a los hondureños y fue repudiada a nivel internacional trascendió el 3 de marzo de 2016.
Tras varios allanamientos, al menos ocho personas permanecen detenidas y enfrentan un proceso judicial acusados por la brutal muerte, entre ellos el biólogo Sergio Rodríguez, quien desde una celda ha hecho pública este martes una segunda carta en la que reitera su inocencia.
'Desde aquí les digo nuevamente a ustedes y al mundo que soy inocente. Se ha cometido una injusticia....En este proceso han existido arbitrariedades, falsos testimonios y manipulación de pruebas', asegura el biólogo.
Rodríguez era gerente ambiental de Desarrollos Energéticos S.A. (DESA), empresa a cargo del polémico proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca, obra a la que se opuso de manera abierta Cáceres.
Tras varias audiencias, Rodríguez, quien fue señalado por el autor material del crimen como la persona que planeó el asesinato de la ambientalista, continúa recluido a la espera de que se desarrolle el caso.
A continuación la carta completa:
Amigas y amigos,
Mi esperanza sigue intacta y estoy convencido de que cuando los inocentes dicen la verdad, entonces no hay nada que temer. Toda mi vida me he caracterizado por hablar de frente y con la verdad. Así me lo enseñó mi madre, así he criado a mi hija y así seguiré siendo por siempre.
Son dos formaciones clave las que marcan mi vida. La primera, ser padre de familia y un hombre cristiano y la segunda biólogo de carrera. Una combinación única orientada a proteger y trabajar por la vida de las personas y del planeta. Como padre y como biólogo, quiero ver más personas irradiando vida y protegiendo al medioambiente. Más y mejores seres humanos construyendo un mundo mejor.
Cada día que pasa anhelo cuanto antes continuar esta misión. Amigas y amigos, la verdadera cárcel de este mundo son las injusticias que nos inmovilizan, mismas que nos impiden mirar el futuro con optimismo y detienen a quienes queremos construir un mundo mejor.
Desde aquí les digo nuevamente a ustedes y al mundo que soy inocente. Se ha cometido una injusticia que es posible reparar solo con la verdad. En este proceso han existido arbitrariedades, falsos testimonios y manipulación de pruebas, hechos que perjudican la vida de muchos seres humanos. Y ha llegado el momento de pedir que el sistema funcione basado en la verdad.
Las contradicciones muestran la consistente injustica en medio de este caso. Mi disposición de colaboración ha sido siempre absoluta, razón por la cual cuando a través de una simple llamada telefónica me citó la Fiscalía a declarar, voluntariamente me acerqué, siempre colaborativo con el proceso y cuando allanaron el hogar de mi madre, fui yo quien dio la cara a las autoridades. También en la audiencia de declaración de imputado me sometí al interrogatorio de la parte acusadora, precisamente para demostrar que no tengo nada que ver en los hechos de los que me acusan. Sin embargo, hay malas intenciones y es necesario que la justicia llegue de forma imparcial, sin presiones mediáticas, ni del extranjero.
Tal como la mayoría de los hondureños, yo soy un hombre de familia y un hombre de trabajo que está siendo víctima de una injusticia. Algo que le podría suceder a cualquiera en nuestro país, donde después de un desafortunado hecho, se persigue a quienes son inocentes, tal como a mí me está ocurriendo. Todos somos vulnerables a una injusticia. Sin embargo, hoy tenemos una oportunidad única para construir una sociedad más justa y marcar un precedente.
Confío en que la injusticia terminará y regresará la libertad que me merezco. Sé que volveré a casa, abriré mi puerta con orgullo y abrazaré por largos minutos a mi hija, para luego intentar recuperar el tiempo que me han tenido injustamente alejado de ella.
Amigas y amigos, hoy todos somos testigos de una inocencia, demostrada por las pruebas y los testimonios de quienes me conocen, y más temprano que tarde, tendré la alegría de regresa a mi hogar.
Un abrazo,
Sergio.