Tegucigalpa, Honduras.- La pobreza que viven las familias hondureñas y la falta de acceso a la educación, especialmente en las zonas rurales del país, está afectando a miles de niños que se ven obligados a trabajar desde edades tempranas.
Con horarios extendidos, exponiendo sus vidas y hasta recibiendo salarios paupérrimos, este fenómeno se observa en cada departamento del país, pero en algunos la situación en más crítica.
La Primera Encuesta Nacional sobre Trabajo Infantil, desarrollada por la organización Visión Mundial y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), menciona que los departamentos con mayor porcentajes de trabajo infantil, respecto a su población de menores de 5 a 17 años, son Gracias a Dios, Lempira e Intibucá.
Si bien, los tres departamentos tienen contextos diferentes, la pobreza es el principal factor, pero también está relacionado con situaciones culturales y el acceso a los centros educativos, afirmaron expertos.
Datos por departamento
En Honduras, más de 550,000 menores de entre 5 y 17 años realizan trabajo infantil en una ocupación económica, de autoconsumo o trabajo en formación, según la encuesta.
Además, hay más de 680,000 niños, niñas y adolescentes que se dedican a realizar quehaceres del hogar en condiciones peligrosas u horarios prolongados, lo que también es considerada una forma de trabajo infantil.
Es decir que en el país hay más de un millón de niños que laboran con fines económicos, familiares o de otra índole antes de ser ciudadanos (a los 18 años).
En Gracias a Dios, por ejemplo, viven 31,525 niños y adolescentes, pero cerca de la mitad (14,463), lo que representa el 46%, trabajan en diferentes actividades en la zona.
Allan Cruz, subdirector del Proyecto Futuros Brillante de Visión Mundial, explicó a EL HERALDO que las familias en esa zona viven en condiciones vulnerables y que la falta de empleo hace que las familias se dediquen a actividades de subsistencia, como la pesca.
Es decir, la falta de ingresos obliga a los padres a no enviar a sus hijos a estudiar, haciendo que los menores ayuden en las actividades a las que se dedican los adultos.
“Otro tema que hemos encontrado en La Mosquitia (Gracias a Dios) es que las familias son bastante numerosas; mientras una familia promedio en el país tiene entre cuatro a cinco hijos, en Gracias a Dios las familias pueden ser de hasta ocho, nueve o diez hijos, entonces con un núcleo familiar tan grande y teniendo pocos ingresos, los niños son obligados a trabajar”, explicó.
Otro de los factores del porqué la zona de La Mosquitia es donde se encuentran los porcentajes más altos de trabajo infantil, es la accesibilidad a los centros de estudio.
Los centros escolares están alejados de algunas comunidades y al no haber carreteras, ni caminos en la zona, los menores deben viajar en canoas, a través del río para llegar a un centro escolar.
“Si llueve fuerte no van, aunque haya escuela, no es fácil para los niños llegar y la alternativa que tienen es ponerse a trabajar”, agregó.
Intibucá es el segundo departamento con mayor porcentaje de menores en trabajo infantil, pues el 35.2% de personas entre 5 a 17 años se ven obligados a trabajar. En ese departamento la población de niños en edad escolar es de 78,206, según la encuesta, pero 27,550 laboran.
El experto de Visión Mundial señaló que Intibucá es el departamento que tiene mayor pobreza concentrada, por lo que aunque el acceso a los centros educativos sea un poco mayor, las familias no tiene los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades, ante eso se ven obligado a expulsar a sus hijos a trabajar.
En Lempira, por su parte, unos 37,775 niños trabajan, eso representa al 34% de su población de 5 a 17 años; la mayoría de ellos se dedican a actividades agrícolas, como el corte de café en la temporada o siembra y cosecha de hortalizas y verduras que sirven para el consumo de las familias en la zona.
“El tema de pobreza es tan fuerte en esas zonas que ocasiona que los niños vayan a trabajar”, afirmó Cruz.
El experto aseguró que la situación en preocupante, pero no solo en esos tres departamentos, ya que en 11 de los 18 departamentos del país las tasas de prevalencia de trabajo infantil son entre el 20.3% y 29.2%, muchos trabajando en condiciones peligrosas, horarios prolongados y/o nocturnos.
Como el trabajo infantil está relacionado directamente con la pobreza de las familias, se puede establecer que la zona rural es la más afectada, sin embargo, en la zona urbana también hay niveles altos de niños que se ven expuestos a trabajar, indican los análisis realizados por este rotativo.
En San Pedro Sula, la ciudad industrial de Cortés, cerca del 20.3% de su población de 5 a 17 años se encuentra en condiciones de trabajo infantil, muchos de ellos son niños que viven en situaciones vulnerables y están expuestos a la violencia, la pobreza y la estigmatización; la mayoría se ubica en los bordos de la ciudad.
La característica en la ciudad industrial es que los niños se dedican al reciclaje, son carreteros ambulantes, limpia vidrios o ejecutan otras actividades.
Respecto al total de niños, niñas y adolescente que realizan algún tipo de trabajo infantil en el país, la mayoría se concentra en Cortés (el 19.8%). De esa cifra, el 7% de menores son procedentes de San Pedro Sula y el resto del departamento acumula el 12.8% de la niñez que labora.
Impacto en el futuro de los menores
Con más de un millón de niños que se dedican actualmente a trabajar, en vez de ejercer su derecho a estudiar, Honduras enfrenta un gran desafío de cara a su futuro.
De no tomar acciones inmediatas en el corto y largo plazo las repercusiones serán graves para el desarrollo del país y de los niños, dicen analistas.
“Esto va a repercutir toda la vida en el desarrollo de los niños que vayan a tener cuando tengan la edad para optar a un empleo, y como no se prepararon van a optar a empleos precarios, donde la remuneración es baja, repitiendo el círculo de la pobreza”, opinó el doctor Héctor Figueroa, director del Instituto de Investigaciones sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Entre el impacto que tiene el trabajo infantil en los menores está el agotamiento físico, debido a que realizan actividades de bastante fuerza física, con jornadas prolongadas en condiciones no adecuadas, lo que al final pone en riesgo su salud y su concentración al momento de retomar sus estudios, indicaron los expertos.
Además, la encuesta de Visión Mundial y el INE revela que el trabajo infantil afecta directamente en la deserción escolar y la no la asistencia de los niños a las escuelas.
Según los expertos, a los 6 años de edad un menor que trabaja tiene una tasa de asistencia de 85.42%, sin embargo, la permanencia en los centros se reduce aún más a medida el niño crece, llegando al 49.64% cuando cumple 14 años.
Los entrevistados recomiendan que las autoridades desarrollen medidas a corto y largo plazo para reducir el trabajo infantil y asegurar que la niñez hondureña goce de sus derechos.
En el corto plazo, mencionaron programas de becas para retener a los menores en los centros educativos, establecer programas de alimentación con el mismo fin y regular el trabajo doméstico para no contratar a niños. Además, recomiendan a la sociedad no normalizar el trabajo infantil.
A largo plazo sugieren implementar políticas públicas eficaces para reducir los niveles de pobreza, generar empleos para los padres y así mejorar sus ingresos y reducir las desigualdades sociales en las zonas rurales. Asimismo, propusieron fortalecer de manera integral los programas de acceso a la educación en las áreas rurales.