Honduras

El país del miedo

A las dificultades históricas del país y a su actual crisis se sumaron los latigazos de la pandemia causada por el covid-19, la emergencia de Eta y Iota, las caravanas de migrantes, los escándalos por narcotráfico y el cuestionado manejo de recursos para luchar contra la pandemia

02.02.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Hace casi dos años debía comenzar a trabajar en Honduras, ese país signado por los datos desfavorables, malas noticias, advertencias de seguridad y dinamitado por el miedo: “ahí existe la ciudad más violenta del mundo, la mayor corrupción del mundo, el Estado más irresponsable del mundo, el lugar donde todo se hunde y nada puede progresar”. Siendo extranjera y siendo mujer, no es fácil configurarse un panorama optimista sobre todo por la inseguridad, sin embargo, me decidí por vivir y trabajar aquí como directora de Plan Internacional Honduras.

Descubrí un país complejo, lleno de desigualdades donde 67% de las personas viven en pobreza y 60% en extrema pobreza, con altos índices de embarazo adolescente: cada hora tres niñas dan a luz. Todos los días la violencia basada en género arranca la preciosa vida de dos mujeres y está validada la práctica de las uniones tempranas forzadas con niñas.

Pero también recorrí Honduras, visité ciudades, pueblos y comunidades muy lejanas y puede dimensionar su nombre: me abrazaron tan hondo sus paisajes maravillosos, la dulzura de las personas humildes, sus flores y tejados, esos ojos y esa sonrisa que determinan la resiliencia de las niñas y niños.

He caminado el mundo y viene aquí a descubrir las bibliotecas Blue Lupin “Leer para empoderar” de Plan International, uno de los proyectos más impresionantes que he podido observar como experta apasionada de la pedagogía, donde las niñas y niños lideran y leen miles de libros, crean obras de literatura y arte que sorprenden a los intelectuales, y donde los padres y madres se integran para generar junto a sus hijos y docentes un movimiento cultural infantil tan genuino, transformador, creativo y potente que se está convirtiendo en una referencia internacional.

A las dificultades históricas del país y a su actual crisis se sumaron los latigazos de la pandemia causada por el Covid 19, la emergencia de Eta y Iota, las caravanas de migrantes, los escándalos por narcotráfico, el cuestionado manejo de recursos para luchar contra la pandemia fueron los escenarios de nuestro trabajo en Plan International Honduras. Respondimos con un extraordinario equipo que desarrolla programas de educación, fortalecen plataformas de expresión y participación comunitaria, redes protección y participación de jóvenes, procesos de empoderamiento de las niñas, adolescentes y jóvenes y potencian la estructura institucional para avanzar en el cumplimiento de los derechos de la niñez. Durante la pandemia proveímos de recursos de bioseguridad, alimentación y lectura formativa en corresponsabilidad en los hogares, prevención de violencia basada en género, protección de las niñas, inclusión, derechos sexuales y reproductivos a más de treinta y ocho mil familias del país y durante la emergencia causada por las tormentas Eta y Iota llevamos kits de bioseguridad, víveres y material educativo a a 545,714 niñas, niños y adultos. Las bibliotecas del proyecto “Leer para empoderar” en Lempira realizaron más de diez mil préstamos de libros, se generaron más de cien redes de niñas y niños lectores donde se hicieron más treinta mil intercambio de libros.

Todas estas acciones fueron posible gracias al gran trabajo de las voluntarias y voluntarios de Plan International Honduras, con apoyo de las alcaldías municipales, organizaciones de base comunitaria y el liderazgo comprometido de un equipo de trabajo que fue más allá de su deber laboral, mostrando su solidaridad, empatía y compromiso con el cumplimiento de los derechos de la niñez y sus familias.

Las emergencias nunca nos afectan de la misma manera a todas y a todos, pues hay profundas desigualdades que nos hacen más vulnerables y hasta privilegiados. La condición y posición de vida varía, especialmente cuando se trata de niñas y mujeres o personas LGTBIQ, origen étnico, pobreza o extrema pobreza, por eso debemos tener miradas desde un enfoque de género, desde la inclusión y protección, además desde la vocación de la resiliencia como posibilidad de sanar las heridas sociales de nuestro tiempo.

Honduras tiene grandes desafíos, quizá el primero es concebir una forma de pensar su desarrollo, fortalecer sus medios de vida y economía, empoderar a las niñas y mujeres, fundar el liderazgo feminista, fortalecer los roles del Estado, aprender de la resiliencia de su gente, fortalecer un sistema de protección desde su base comunitaria a su estamento legal. Muchos de los problemas de los hondureños, no son ni siquiera de raíz propia, por eso es importante que el país tenga miradas más regionales.

Quien llega y conoce profundamente Honduras no podrá alejarse nunca de ella, aunque se marche. Sus dolorosas contradicciones también generan pasión para trabajar y cambiar su destino. Honduras es diversa y magna, llena de encantos, con una herencia cultural viva que aún es desconocida, sus rituales y fiestas, su café y cacao, su gastronomía, su tradición, sus niñas y niños escritores y artistas son la evidencia de los grandes valores humanos, la forma en que una institución como Plan International ha podido articular un trabajo que cambia vidas ahí donde hay más necesidad permiten comprender que aun podemos hacer cambios esenciales.

Hoy que finaliza mi estancia en Honduras es cuando más pienso en Honduras. Un país son sus niñas y niños, que se les proteja y que se garantice sus derechos para que florezca la justicia que merece una tierra tan hermosa.