El salón de clases en donde se forman a 21 escolares solo dispone de dos de los cuatro ventiladores con los que cuenta, ya que los mismos se han dañado debido al uso constante.
En este salón recibe clases el pequeño Abraham Fuentes, de 10 años, quien ha convertido un pañuelo color verde con el que se seca el sudor, en su más fiel acompañante.
Su maestra, Marcela Quiñones, asegura que impartir clases en dicho salón es casi una hazaña, puesto que tienen que aguantar malos olores y el sofocante calor de la zona sur.
“Es difícil tanto para los niños como para mí de docente, ya que debido a las fuertes temperaturas tenemos que aguantar malos olores que vienen desde las tuberías y de animales que lanzan en el campo de fútbol sumado a que solo tenemos dos ventiladores”, lamenta la maestra.
La incomodidad en la que reciben clases los niños se repite en decenas de centros educativos donde los menores tienen que enfrentarse a las adversas condiciones climatológicas imperantes.
Altas temperaturas
Y es que en la última década, la comunidad ha reportado un aumento de al menos tres grados en su temperatura tradicional. Guillermo Pérez, experto en gestión ambiental y excomisionado de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), comentó que en la década de los 80 y 90 la temperatura en la localidad rondaba entre los 29 y 32 grados.
“Ahora vemos temperaturas que ascienden de 35 hasta los 41 grados en temporadas no habituales como las experimentadas durante este mes”, comentó el entrevistado.
La reducción del bosque, a través de los incendios y el cambio climático, son algunas de las causas que han contribuido en el aumento del clima. Juan Mendoza, presidente de la mesa de gestión de riesgo, explicó que la condición climática aumentará en abril, llegando hasta
los 42 grados.