LEMPIRA, HONDURAS.-Muchos son pequeños y quizá no sepan con lujo de detalles quién fue el indio Lempira, pero sus maestros y padres les han inculcado su orgullo y legado. Visten como indios. Algunos se dibujan el bigote y la barba, y hasta se pintan el cuerpo con algo de hollín.
Sin bandas musicales que los acompañen y empuñando el arco y flecha hecha con ramas y pedazo de hule, los pequeños de la aldea Congolón, que pertenece al municipio de Gualcinse, Lempira, rindieron tributo a su prócer. El que defendió la tierra donde ellos viven.
Los pequeños de la comunidad de Congolón desfilaron con orgullo por la empedrada carretera y varios, junto a sus padres, quisieron vivir y rendir tributo a Lempira, desde uno de los sitios icónicos de su lucha: el cerro Congolón.
Cerca de ahí, en un lugar empinado y mas inacceble está Piedra Parada, el lugar donde la historia resume que el indio fue asesinado a traición.