TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Por su ubicación geográfica y zonas montañosas Honduras está expuesta a la trayectoria de eventos climáticos que a su paso causan en el territorio sequías, inundaciones, derrumbes, deslizamientos y otros desastres naturales que ponen al país en situación de riesgo y alta vulnerabilidad.
De acuerdo al Informe Mundial de Riesgo 2023, Honduras se encuentra entre los 30 países con los índices de riesgo más altos; con el índice de riesgo de 16.79; de vulnerabilidad de 31.95 y de susceptibilidad de 39.35 a los desastres, se ubica en la posición 29 de los países en riesgo de experimentar desastres o vulnerabilidad a eventos naturales.
En Centroamérica y el Caribe, el territorio hondureño se encuentra en tercer lugar, por debajo de Nicaragua y Panamá.
El informe desarrollado por la Alliance Development Helps, en colaboración con el Instituto para el Derecho Internacional de la Paz y los Conflictos Armados de la Universidad del Ruhr en Bochum, Alemania clasifica a 193 países según su riesgo de experimentar desastres o vulnerabilidad a eventos naturales extremos como terremotos, tsunamis, inundaciones y sequías.
En los últimos años, Honduras se ha mantenido entre los países con índices de riesgo alto; lamentablemente cada año ha ido elevando su posición en la lista, como consecuencia a la falta de inversión y programas ligados a fortalecer la gestión del riesgo.
Según informes anteriores en 2021 el país se encontraba en el puesto 34 con un índice de riesgo de 16.00. Para el 2022 el territorio subió tres posiciones quedando en el lugar 31 con el índice de riesgo de 16.00.
¿Qué hacer?
Cada año el país se enfrente a la llegada de fenómenos naturales que con el cambio climático su impacto es cada vez mayor en la población, ante esa situación es importante que el país fortalezca la gestión de riesgo y sea un tema primordial en la agenda de los gobernantes, opinan expertos para así lograr ser un país resiliente.
Nabil Kawas, experto en el campo de la meteorología y exdecano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), señala que se debe trabajar en la prevención para reducir la vulnerabilidad de la población ante los desastres naturales.
“Para ser menos vulnerable tenemos que desarrollar acciones técnicas, manejos, regulaciones, hacer caso, por ejemplo, a los pronósticos y las predicciones que emite Cenaos, prepararnos con muchas técnicas y metodologías, inclusive hay regulaciones que uno puede desarrollar para poder reducir la vulnerabilidad ante un evento de este tipo”.
Entre esas regulaciones se encuentra aplicar la ley de ordenamiento territorial, pues en el país hay muchas poblaciones que viven en zonas declaradas como peligrosas ante las catástrofes naturales.
“Si cada alcalde o municipalidad aplicara bien el ordenamiento territorial en su municipio le aseguro que reduciríamos por lo menos el 50% de la vulnerabilidad en el país”, apuntó.
Añadió que también se debe trabajar en la concienciación a la población sobre la prevención y la convivencia con el medio ambiente para reducir su vulnerabilidad.
“Tenemos que ser resilientes y para eso necesitamos trabajar con la población, porque es la población que debe tener mayor resiliencia en las zonas donde están, conocer mejor los peligros a los que están expuestos y cómo trabajar en momentos de peligro y ante los efectos climáticos que cada vez llegan al territorio”, dijo.
Detalló que falta mucho para que Honduras sea un país resiliente, por lo que la gestión de riesgos debe ser primordial en el país y se requiere de mayor inversión de recursos en el tema.
Mayor inversión y políticas
La alta exposición y vulnerabilidad de la población hondureña ante los desastres naturales pone en evidencia la poca preparación que el país tiene para responder a esas amenazas, por lo que el Banco Mundial en su Informe sobre el Clima y el Desarrollo en Honduras, publicado en 2023 advierte sobre un panorama sombrío para el territorio si no se toman las medidas.
“Ante la ausencia de avances en el desarrollo de la resiliencia y la adaptación, los impactos del cambio climático tendrán consecuencias significativas para toda la sociedad hondureña, afectando sectores económicos clave y amenazando la seguridad alimentaria e hídrica, la salud y el bienestar humano”, establece el documento.
El análisis del informe indica que las inundaciones, vendavales y terremotos podrían generar una pérdida del 5.4 % del Producto Interno Bruto (PIB) anual para 2050.
El estudio prevé que los fenómenos podrían reducir las cosechas de café, maíz, frijol y caña de azúcar, que representan cuatro de los cinco principales cultivos del país y vaticina que podría llegar a superar la cifra de cinco millones de personas viviendo en situación de pobreza en el año 2050.
Para que en el futuro el país sea más resiliente, el informe del Banco Mundial recomienda algunas políticas a establecer, como: la promoción de la productividad y resiliencia agrícola incluyendo prácticas sostenibles, establecer sistemas de transporte con bajas emisiones de carbono y resilientes al clima, el desarrollo de reformas para mejorar la eficiencia energética como la promoción de inversiones en energía hidroeléctrica.
Así como establecer políticas de adaptación y mitigación que consideren los impactos diferenciados del cambio climático en los grupos excluidos y explorar oportunidades de acciones climáticas lideradas localmente.
Además, plantea oportunidades de mejora en áreas como la gestión de recursos naturales, la implementación de prácticas agrícolas que aumenten la productividad y reduzcan la deforestación, el desarrollo de infraestructura de transporte y fuentes de energía renovables como la eólica y solar.
Por su parte, Edwin Flores, coordinador de asistencia humanitaria de Visión Mundial en Honduras, opinó que desde que el huracán Mitch en 1998 impactó en el territorio se ha avanzado en el tema de la gestión de riesgo, mediante la creación de un plan de respuesta humanitaria.
Sin embargo, señaló que se requiere fortalecer la respuesta oportuna y la inversión en la prevención ante una emergencia.
“La gestión de mitigación va basada en que podamos identificar esos umbrales que nos permitan tomar las acciones. Si invertimos un dólar en preparación o mitigación podemos ahorrarnos entre 7 y 15 dólares en dar una respuesta”, declaró.