TEGUCIGALPA, HONDURAS.-El triunfo del empresario Nayib Bukele en las recientes elecciones salvadoreñas, que terminó con el bipartidismo de 30 años, no variará las relaciones con Honduras y el resto de países centroamericanos.
A criterio de los entendidos, un cosa son las posiciones personales o de un partido político y otra los intereses de un Estado, de una nación, que obligan a un presidente a comportarse diferente a la hora de ejercer el poder.
Algunos sectores hondureños han expresado su preocupación por los efectos que puedan tener unas declaraciones que Bukele dio a una cadena de televisión internacional durante la campaña política en la cual criticaba la reelección del presidente Juan Orlando Hernández y puso en duda la transparencia del proceso electoral hondureño.
El exalcalde de San Salvador, según los últimos datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con un 99.94% de las actas contadas, alcanzó el 53.3% de la votación del domingo que le permitió vencer abrumadoramente a la coalición derechista encabezada por la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que obtuvo 31.7% y al FMLN en el poder con apenas el 14.4%.
El nuevo gobernante salvadoreño tomará posesión de su cargo el 1 de junio.
Honduras ha mantenido buenas relaciones con El Salvador en los últimos 30 años, aún con los efectos que causó la innecesaria guerra de 1969 y las posiciones encontradas que ambos países tuvieron con motivo de la defensa de sus intereses en el juicio que promovieron en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en 1986, (terminó en 1992) para resolver sus viejas controversias marítimas y terrestres.
Para el analista político Arístides Mejía, cuando un ciudadano es ungido presidente de la República pesan “más los asuntos de Estado que lo que piensa personalmente o el partido político” al que pertenece.
“Los Estados tienen políticas de continuidad, en el sentido de que si hay acuerdos aduaneros, migratorios, políticos, económicos o de seguridad, seguramente Bukele los va a continuar”, añadió Mejía.
Su posición es compartida por el también observador Julio Navarro. En entrevista concedida a EL HERALDO, refirió que “desde Cristiano (Alfredo, 1989-1994) para acá Honduras ha mantenido buenas relaciones con El Salvador y las mantuvo aún con el FMLN en el poder”.
Estas relaciones, añadió Navarro, “están estructuradas más a nivel de sectores empresariales y no pasan por las discrepancias políticas”. En tal sentido, “estas relaciones se van a mantener”.
En los últimos decenios, Honduras, El Salvador y Guatemala han conservado el Triángulo Norte por medio del cual han suscrito convenios en los campos de seguridad, migración y trámites aduaneros, además de que, juntos, han gestionado apoyo internacional, especialmente de Estados Unidos.
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¿Derrota del bipartidismo?
En los últimos 30 años, El Salvador ha estado gobernado por dos partidos: Alianza Republicana Nacionalista (Arena), de derecha, fundado en 1981 por el militar radical Roberto d’Aubuisson, quien no pudo ser candidato presidencial porque murió once años después. Este partido gobernó 20 años.
Dos de sus presidentes fueron acusados por cometer actos de corrupción, uno de ellos, Francisco Flores, quien falleció el 30 de enero de 2016 en el marco del juicio en su contra mientras que el otro, Elías Antonio Saca, se encuentra preso.
El partido FMLN tiene diez años en el poder y su primer presidente, Mauricio Funes, está exiliado en Nicaragua bajo el argumento de persecución por las acusaciones de corrupción en su contra.
Durante su campaña presidencial, el ahora presidente electo abanderó la lucha contra la corrupción y aseguró que más de 1,500 millones de dólares se perdieron por este problema.
Resentimiento
Para el analista político salvadoreño y excomandandante guerrillero, Salvador Samayoa, la derrota del bipartidismo de su país es el resultado del “resentimiento de la clase media urbana con las élites del país. Ese fue el tema, nunca fue que el candidato es mejor, más honesto, más sano, más capaz”. “Es obvio que el candidato (de Arena) Carlos Calleja era mejor... pero no se trataba de eso. Yo creo que había ya un nivel de resentimiento”, añadió.
Según versiones de prensa de El Salvador, “la mayoría de quienes votaron por Bukele lo hicieron cansados de la alarmante corrupción y los graves problemas económicos y la galopante violencia. Ahora esperan que el elegido cumpla sus promesas”.
Según el analista hondureño, Edgardo Rodríguez, “en toda América Latina hay una tendencia, sean gobiernos de izquierda o de derecha que están haciendo muy mal su trabajo, (que) quedan en una gran deuda con la ciudadanía y además de no resolver los problemas económicos y sociales incurren en descarados actos de corrupción”.
“Esa fórmula de incumplimiento de la crisis económica y social más corrupción abre el espacio para que surjan líderes no muy quemados con el tradicionalismo, que levantan la bandera de lucha contra la corrupción”, agregó el entrevistado por EL HERALDO.
Correlación de fuerzas
Bukele ganó con amplia mayoría (53%) el Poder Ejecutivo, pero no controlará la Asamblea Legislativa que estará en poder de la oposición.
Según los resultados proyectados por el TSE, Bukele solo contará con 10 diputados, más uno del partido Cambio Democrático y para aprobar una ley necesitará 43 de los 84 votos de los diputados del Poder Legislativo.
El político prometió la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador, construir cuatro nuevos hospitales, un aeropuerto en el oriente del país y un ferrocarril que recorrerá toda la zona costera; ampliar un gravamen a las tierras agrícolas ociosas y aplicar un impuesto al valor agregado diferenciado para los bienes de lujo.
“Este gobierno nuevo va a ser débil, institucionalmente no tiene apoyo legislativo”, vaticinó Álvaro Artiga, profesor de sociología y ciencias políticas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, entrevistado por la prensa salvadoreña.