TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Nadie lo imaginaba. Ninguno de sus allegados lo habría ni siquiera pensado, pero el día que más temía Juan Orlando Hernández desde que fue extraditado el pasado 21 de abril, llegó.
La cita estaba pactada desde hace 20 días, 10 de mayo a las 11:00 AM, pero la espera pareció eterna, tanto para el exmandatario como para los cerca de 300 hondureños que se dieron cita en la Corte del Distrito Sur de Nueva York para presenciar lo que para ellos es justicia.
Desde las 7:30 de la mañana comenzó a respirarse un clima de impaciencia. La mañana era fresca, con viento, pero ni eso impidió que a la cita asistieran los más fieles detractores de Juan Orlando Hernández, que hasta las 9:30 AM seguían llegando, en pequeños grupos, pero se sumaban hasta lograr una muchedumbre de entre 80 y 100, lo que hizo que la sala 11 D de la corte resultara insuficiente y desatara cortos momentos de caos que desquiciaron a los encargados de seguridad, que tuvieron que alzar la voz para pedir que “se comportaran como adultos o los iban a sacar de las instalaciones”.
A medida transcurría el reloj, lento para muchos, eternamente despacio para otros, el día comenzó a tomar forma de audiencia de lectura de cargos con la llegada del abogado Raymond Colón al piso 11 del establecimiento; el letrado hizo un pequeño recorrido, transitó los pasillos, estimó la cantidad de personas y tomó el elevador. Eran las 9:53 AM.
Al no ser suficiente el espacio para todos los asistentes, se habilitó otra sala para que los que no pudieran ingresar al lugar principal pudieran presenciar mediante video la comparecencia del expresidente.
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Una espera casi eterna
A las 10:22 AM, Raymond Colón y Daniel Pérez, abogados de Juan Orlando Hernández, ingresaron a tomar su posición.Instantes después lo hizo el equipo de la Fiscalía, conformado por Jacob Gutwillig y Elinor Tarlow, acompañados por el intérprete Gabriel Mitre y la reportera de la corte, Kristen Carannante.
De inmediato ambos bandos se reunieron, sostuvieron una charla de al menos cinco minutos y Colón le entregó a Tarlow un disco duro.
Conversaron durante otros cinco minutos y luego cada lado, acusador y defensor, retomaron sus posiciones ante el aviso de que el juez Kevin Castel ingresaría pronto y que se siguieran al pie de la letra sus indicaciones.Cuatro minutos antes de las 11:00 de la mañana, hora pactada para la audiencia de presentación de cargos, en el costado derecho de la corte se escuchó el sonido de cadenas.
Eran los grilletes que Juan Orlando Hernández portaba en sus pies al ser escoltado por cinco miembros de los US Marshals.
Cuando el abogado Colón afirmó estar listo, el exmandatario fue despojado de sus esposas y grilletes e ingresó a la sala, hizo un gesto de reverencia hacia los asistentes en la sala, en señal de saludo, para luego estrechar las manos de los miembros de su equipo legal.
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La alegría de su rostro
A las 11:02 AM, cuando el hijo de Doña Elvira entró, portaba un sobre blanco en sus manos.
El intérprete Daniel Mitre se le acercó, le explicó la forma correcta de usar el dispositivo por el que oiría en español todo lo que el juez Castel le iría explicando.
JOH tomó mucha atención, pero su mirada estaba puesta en ese sobre blanco, recién recibido del servicio de correo de Estados Unidos.
¿Qué había en su interior? Una hoja amarilla, como cortada a mano de un libro o cuaderno, y en su interior un manuscrito.
Eran cartas de su familia en Honduras, a esa hoja amarilla le acompañaba otra hoja blanca escrita a máquina.
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Al leer su contenido brevemente, en su rostro se dibujó una sonrisa, misma que disimuló al tomar una pluma azul, intercambiar palabras con sus defensores y concentrarse.
Fueron apenas dos minutos de felicidad, pero parecieron suficientes para soportar lo que se venía.
A las 11:04 AM, el juez Kevin Castel hizo su ingreso y Juan Orlando, vestido con el uniforme blue navy característico del sistema penitenciario de Estados Unidos y una camisa color salmón por debajo y más canoso de lo normal, se puso serio.
Se quitó el auricular que el intérprete le había facilitado y lo puso sobre la mesa.
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Fueron dos minutos en los que Juan Orlando solo fijó su mirada en el juez; el expresidente de Honduras lucía cansado, con ojeras y demacrado, ido por momentos. Movía sus piernas de un lado a otro mientras oía cómo Kevin Castel le instruía sobre sus cargos y si había entendido y discutido sobre los cargos que le imputan con sus abogados.
A las 11:06 AM llegó la pregunta que todo mundo estaba esperando: “¿Cómo se declara?”, le consultó Castel y seguidamente, con una voz titubeante, suave y nerviosa, afirmó: “No culpable, su señoría”.
Tras esta frase, el juez Castel comenzó a delinear el futuro del proceso, programó la segunda comparecencia en persona -la tercera en total- para el 28 de septiembre de 2022 a las 11:00 AM, donde se comenzará el proceso de presentación de pruebas de ambas partes, de la Fiscalía y la defensa, y puso como fecha tentativa de inicio de juicio el 17 de enero de 2023.
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Las quejas de la defensa
Antes de cerrar la audiencia, la defensa de Juan Orlando Hernández lanzó una serie de reclamos que pidió fuesen escuchados al considerarlos justos y válidos.
La mayor parte de ellos forman parte de los aspectos de procedimientos ante el aislamiento que se le ha impuesto al exlíder del Partido Nacional.
“A mi cliente, desde que llegó, se le han negado privilegios de hacer compras de mercado. Hemos intentado depositarle dinero, pero es rechazado. Ha estado durante 20 días sin ningún acceso a la despensa. No se le ha permitido llamar a su familia”, reclamó Colón.
Escuchando atentamente el reclamo del defensor, Kevin Castel pidió una investigación y dio la orden de recibir un informe en una semana “y si hay material que necesite ser sellado, que así sea”.
Sin embargo, Colón también enfatizó en que el trato recibido por JOH no es justo. Reclamó que su cliente “está siendo tratado como un prisionero de guerra”, al no permitirle además ni revisar su correo electrónico y menos facilitarle una pelota para entretenerse en solitario en la cancha de baloncesto.
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Y mientras JOH escuchaba las quejas de su abogado, tomó una posición de derrota, movía las piernas, se enfocaba en el sobre blanco con las cartas y, con la espalda erguida y sus brazos sobre los costados de la silla, acabó por lucir desencajado.
Se paró, estrechó nuevamente las manos de su equipo legal, dejó de lado su pluma azul, tomó el sobre blanco, se dio la vuelta para saludar o despedirse del público presente, que reaccionó con un “arrepentite, JOH” hasta en tres ocasiones.
En total fueron 33 minutos de angustia y sufrimiento para Juan Orlando, que permanecerá bajo tutela de la DEA en el Brooklyn Metropolitan Detention Center hasta el 28 de septiembre, cuando se inicie la presentación de pruebas.
¿Y la fianza?
Dentro de la corte no se atrevió a tocar el tema al considerarlo prematuro, pero al salir de la misma, ya en la calle y en plena manifestación de hondureños que pedían castigo para Juan Orlando, Raymond Colón, su abogado, fue claro que solicitará este beneficio para su defendido, usando activos de familiares.
“Hemos empezado a desarrollar un paquete de fianza, que incluye propiedades, títulos, cuentas bancarias, son cosas personales, pero se van a revisar primero con la fiscalía”, dijo Colón.
“Serían varios millones de dólares, con garantías para la seguridad permanente con grillete de control satelital”, puntualizó.
Además, el defensor agregó que recurrirá a informes de la CIA para demostrar que en la acusación del Departamento de Justicia amparada con informes de la Administración de Control de Drogas (DEA) se está ocultando información que exculparía a Juan Orlando Hernández de los cargos.
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