Tegucigalpa
La protección del bosque y la generación de agua es un tema al que no debemos dejar de prestarle atención. Los incendios siguen impactando fuertemente alrededor de la capital y la atención al problema dura el tiempo en que se extingue el fuego. De ahí en adelante la situación queda en el olvido, sin una conciencia del impacto que los siniestros forestales causan en la vida de las personas: escasez del agua, niños y ancianos con graves problemas respiratorios y el cierre de aeropuertos, por mencionar algunos efectos.
Cómo es posible que las amenazas contra las reservas forestales que están aquí cerca, en los márgenes de la capital política, no sean prevenidas por las autoridades que tienen poder de decisión.
El último gran incendio en el sector de El Hatillo es una muestra de nuestras actuaciones frente a un problema que todos estamos llamados a atender. El hecho de que ocurriera en un sector donde viven algunos de los que toman decisiones en el país deja mucho qué pensar.
Cómo es posible que además de la indiferencia de los que tienen poder de decisión, los propietarios de terrenos en este sector no sean capaces de hacer una ronda, que sirva de barrera al fuego.
También es reprochable que las autoridades de cuatro municipios, el Distrito Central, San Juan de Flores, Santa Lucía y Valle de Ángeles, que se abastecen del agua proveniente de La Tigra, no sean diligentes en la preservación de la reserva forestal.
Aquí, aparte del fuego, también debemos tener cuidado con la frontera urbana. No deben aprobarse proyectos urbanísticos que no armonicen con el ambiente, aunque haya presiones políticas.
Por otro lado, no sigamos haciendo de la reforestación un espectáculo circense, de ir a un lugar a sembrar unos árboles ante las cámaras de televisión y luego abandonar esas plantas. No señores, ese arbolito tiene que cuidarse hasta que tenga la fortaleza para crecer solo.
Mientras no tengamos una política de cumplimiento y de satisfacción de que estamos haciendo las cosas bien, entonces vamos a seguir haciendo las payasadas que toda la vida hemos hecho