Tegucigalpa, Honduras
El narcotráfico y el crimen organizado se mueve con todo su poder económico en la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) pagando sobornos hasta de 25,000 dólares por una licencia para pesca industrial de pepino de mar, caracol y de langosta.
EL HERALDO tuvo acceso a informes realizados por agentes antinarcóticos y de inteligencia, así como testimonios de personas ligadas a la explotación pesquera, que revelan el nivel de corrupción que se mueve alrededor de las operaciones de ese rubro.
La industria pesquera en el Caribe, concentrada en La Ceiba, Puerto Lempira y Roatán, le genera un ligero aporte a la economía nacional, sin embargo, en los últimos años ha sido fuertemente infiltrada por traficantes de drogas y lavadores de activos.
Algunos dueños de barcos, además de pagar cuantiosas coimas al más alto nivel, también reparten hasta 200 mil lempiras en la Dirección General de Pesca y Acuicultura (Digepesca) para que su trámite -desde el momento que presenta la solicitud hasta la firma de la resolución y extensión de la licencia- no tenga inconvenientes.
Anualmente, la SAG otorga unas 146 licencias a empresas y dueños de barcos langosteros, 30 para pesca de escama, unas 56 para camarón, cinco para la extracción de pepino y cinco para la pesca de caracol. Esto representa la flota pesquera industrial en el Atlántico.
Además de la pesca industrial, Digepesca autoriza más seis mil licencias y permisos para botes, lanchas y cayucos destinados a la pesca artesanal tanto para langosta, camarón, escama, caracol y pepino de mar.
Cuotas
Cada año, la SAG decide cuál será la cuota de pesca en la temporada. Debido a las restricciones que existen para la captura de pepino y caracol, las licencias son un verdadero tesoro. Este reducido número vuelve locos a ciertos dueños de barcos que están dispuestos a corromper al que se les cruce en el camino.
La captura de estas dos especies están regidas por un protocolo de evaluación biológica y por un plan de manejo que estipulan el otorgamiento de cinco licencias para captura de pepino y cinco para extracción de caracol.
De acuerdo con los informes investigativos, el otorgamiento de las licencias temporales para la explotación de estos dos productos marinos se hace mediante una selección al azar entre quienes presentan solicitud, por eso los interesados pagan fuertes cantidades de dólares bajo la mesa para obtenerlas.
Según uno de los informes, cada empresa ha llegado a pagar hasta 25 mil dólares por cada embarcación autorizada. Los sobornos han sido pagados en efectivos directamente al ministro tal... detalla una de las investigaciones.
La cuota para pepino de mar ha llegado a ser hasta de 432,000 kilogramos. A cada uno de los cinco barcos industriales pepineros se les ha asignado una cantidad aproximada a los 28,500 kilogramos, el resto, equivalente a 290,000 kilogramos, se ha distribuido entre 20 embarcaciones artesanales, dándoles una cuota hasta de 14,500 kilos a cada una.
En cuanto al rubro de caracol, a pesar de que en septiembre de 2015 se aprobó un plan de manejo que establece el otorgamiento de cinco licencias industriales, en el período de pesca 2016-2017 se extendieron 11 licencias para la extracción de 310 toneladas métricas.
Esta cantidad coincide con lo observado por los investigadores en alta mar, quienes en sus informes reportaron la presencia hasta de 22 barcos de gran calado extrayendo caracol y pepino sin la mayor vigilancia.
Costos
La Ley General de Pesca y Acuicultura establece que los barcos para pesca industrial deben pagar 40 lempiras por tonelada bruta. El tonelaje de la flota pesquera industrial hondureña oscila entre las 45 y 110 toneladas. Con la cantidad establecida, una nave de 45 toneladas solamente debería pagar 1,800 lempiras por su licencia y la de 110 toneladas un total de 4,400 lempiras.
Además, en el caso de los barcos langosteros tienen que pagar un canon de 15 centavos de dólar por libra capturada, los de camarón y caracol cuatro centavos por libra extraída, los de pepino de mar tres centavos por libra y los de escama dos centavos.
También están las licencias para pesca artesanal. Las licencias para pesca artesanal industrial o en escala pagan 40 lempiras por tonelada bruta, las de investigación científica 30 lempiras por tonelada; las de pesca artesanal avanzada 2,000 lempiras por embarcación, las artesanales básicas 200 lempiras y las de consumo doméstico 100 lempiras.
Los narcotraficantes también pagan fuertes sumas de dinero para obtener licencias de pesca artesanal, industrial y de pesca artesanal avanzada, porque les permite operar botes pequeños hasta de 20 toneladas y lanchas rápidas con poderosos motores fuera de borda.
Operación
Entre los dueños de los barcos pesqueros vinculados al tráfico de narcóticos se mencionan al menos diez personas, algunas muy relacionadas con la política. A una se le responsabiliza de recibir semanalmente avionetas cargadas de droga que aterrizan en pistas clandestinas de La Mosquitia, así como de trasladar otras cantidades por la vía marítima usando barcos y lanchas para pesca artesanal.
Para realizar sus operaciones sin mayores dificultades los narcos, según algunos informes de expertos antidrogas, se han apropiado de ciertos cayos, entre ellos Caxicumin, o Cocoruma, Cayo Gorda y Cayo Sabana, entre otros.
En los bancos de pesca los barcos industriales están acompañados de un enjambre de embarcaciones artesanales y lanchas rápidas con motores fuera de borda; muchas de ellas, además de faenar alrededor de los cayos realizan labores de retanqueo y abastecimiento de los puestos instalados en los islotes a los cuales llegan las narcolanchas a reabastecerse, dice uno de los reportes.
Según las investigaciones, ciertas naves industriales y artesanales continuamente cambian nombre para no pagar las infracciones o para que al momento de la extensión de la licencia no se le tome en cuenta su historial delictivo.
“Esto ocurre sin que ninguna autoridad preste atención a estos cambios que se solucionan dándole sobornos a los capitanes de puerto de la Marina Mercante, a las autoridades de pesca, y ante la clara ausencia de la Fuerza Naval como autoridad en la zona”, dice la investigación.
Ante la falta de vigilancia y de control en los bancos de pesca, los investigadores encontraron barcos industriales faenando con licencias para embarcaciones artesanales.
Igualmente se hace referencia a que algunos de los señalados también son propietarios de empacadoras o plantas procesadoras de mariscos a través de las cuales realizan operaciones de blanqueo de capitales ilícitos.
La pesca industrial y artesanal de langosta, pepino de mar y de caracol en el Caribe “es un rubro poco confiable”, dijo una fuente, quien se preguntó: ¿cómo es posible que algunos dueños de barcos pesqueros desde hace años operan con números rojos- según datos de uno de los bancos que les presta dinero- pero siempre obtienen, como sea, licencias para pesca?