Tegucigalpa, Honduras.- Sin excluir nacionalidades, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, inició con agresividad el cumplimiento de una de las promesas de campaña que más atemorizaba a los indocumentados: las “deportaciones masivas”.
Pese a que las autoridades del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) están enfocadas en la captura de indocumentados con antecedentes penales, también han detenido a personas sin ningún tipo de historial delictivo.
El pasado 27 de enero se reportó la llegada de un vuelo con 133 hondureños deportados desde Estados Unidos, que aterrizó en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, en La Lima, Cortés.
Dos días después de ese primer vuelo, el canciller Eduardo Enrique Reina informó que la lista es aún más extensa, asegurando que ya hay un total de 1,700 hondureños listos para ser deportados.
“En espera se habla de 250,000 hondureños, pero listos para deportación hay unos 1,700”, indicó Reina.
El canciller aseguró que el gobierno está dialogando con el país norteamericano para que los compatriotas hondureños sean trasladados en “condiciones seguras, ordenadas y dignas”.
Persecución
¿Cómo se prepara el gobierno ante las masivas deportaciones?
A través de una cadena nacional, la presidenta Xiomara Castro indicó que acogerá a cada compatriota hondureño que llegue al país con un programa de apoyo denominado ”Hermano, vuelve a casa”.
La iniciativa busca brindar soluciones y estabilidad a los retornados. Castro informó que su gobierno otorgará un bono solidario de 100 dólares, que incluye raciones de alimentos, además de un bono de 1,000 dólares como capital semilla.
La presidenta también reconoció que esta ayuda implicará sacrificios para el país. Si estos 1,700 migrantes llegan a Honduras, el gobierno tendrá que disponer de aproximadamente 1.8 millones de dólares, dado que ha prometido un bono de 1,100 dólares por cada deportado.