Los originarios de ese país suelen ser minoría entre los muchos migrantes que cada año se lanzan al norte y cruzan México por tierra para intentar lograr su “sueño americano”. Sin embargo, esto podría cambiar después de la grave crisis que se vive Nicaragua desde abril y que ha conllevado una letal represión por parte del gobierno de Daniel Ortega contra quienes se manifiesten exigiendo su salida.
Nicaragua, el país más grande de la región pero con solo 6.2 millones de habitantes, era hasta este año un reducto de relativa estabilidad.
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A pesar de tener problemas estructurales graves de pobreza, subdesarrollo y corrupción a las más altas esferas, el férreo control del Estado ejercido por Ortega en todos los sectores mantuvo controlada la delincuencia que ha hecho la vida insoportable sus vecinos del Triángulo Norte que comprende Guatemala, Honduras y El Salvador.
Los destinos tradicionales de los nicaragüenses que emigran son Costa Rica y Estados Unidos y en menor medida España.
El gobierno de Ortega respondió a las protestas pacíficas con una represión extrema. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos estima que al menos 325 personas han muerto desde abril en los choques entre fuerzas de seguridad y grupos paramilitares afines al gobierno y civiles.
Los principales líderes sociales de las protestas, muchos de ellos estudiantes, han sido arrestados y acusados de ser “terroristas” y los que quedan en libertad, muchos escondidos en casas de seguridad.
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La grave crisis política y económica generada por esta situación ha detonado una oleada migratoria que no se veía desde la época del fin de la dictadura de Anastasio Somoza (finales de los 70) y el conflicto armado de la década de los 80.
Nicaragua es uno de los países más pobres y menos desarrollados de América Latina, donde el acceso a los servicios básicos es un desafío constante sobre todo en las zonas rurales. Además, la mitad de los adolescentes no llega a la educación secundaria.
Miles consiguieron Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) en 1999, permisos especiales para vivir en territorio estadounidense después de que el temporal Mitch devastara gran parte de Centroamérica. Sin embargo, el presidente Donald Trump ha ordenado que esos permisos, de los que se benefician 5,300 nicaragüenses, finalicen en enero, como lo sucedido con los tepesianos hondureños.
El grupo de nicaragüense se estará uniendo a lo hondureños y guatemaltecos que ya integran la caravana migrante que busca llegar a la frontera sur de Estados Unidos.