La oportunidad de tener un regreso seguro a clases les llegó a más de 115 niños de escuela Lempira ubicada en la aldea de Guasucarán, al sur de la capital de Honduras.
Y es que la caravana de Soli-Diario y La Maratón del Saber de EL HERALDO se encargaron, una vez más, de llevar útiles escolares y zapatos nuevos a los niños más desposeídos.
Para garantizar el retorno seguro de los niños a las aulas de clase, atravesamos ásperas serranías y después de sortear nubes de polvo en el alejado camino, una luz de esperanza brilló para los alumnos de la recóndita comunidad.
Al momento que el automóvil se aparcó frente a las instalaciones del recinto educativo, la adrenalina de los pequeños se aceleró.
“¡Mami corra, hagamos fila, nos van a dejar de últimos, vengase rápido!”, se escuchó entre el alboroto de los alumnos que estaban ansiosos de recibir su paquete educativo y su par de zapatos nuevos.
La entrega
Las agujas del reloj marcaban las 12:00 del mediodía, y a pesar del verde y tupido pinar que rodea la escuela, los inclementes rayos del sol sofocaron a más de algún menor.
Sin embargo, nada echaría a perder el momento de alegría que la campaña de La Maratón del Saber llevó hasta su segundo hogar.
Un tanto inquietos, los niños empezaron a formarse en filas y círculos para recibir su kit educativo.
“Niños, no se empujen, calma, hay útiles y zapatos para todos”, dijo con autoridad el maestro unidocente Víctor Alonzo.
Al retornar la calma, los 115 estudiantes recibieron de manos del equipo de EL HERALDO el ansiado material educativo. En sus rostros se dibujó una sonrisa mientras disfrutaban comparando sus cuadernos con sus compañeros.
En medio de su timidez, Vanessa Matute, de cinco años, alumna de preescolar, no pudo esconder la alegría que sintió cuando se le entregó el kit escolar.
La mayor satisfacción se hizo evidente cuando sus pies lastimados por el calor de las ardientes piedras y arena sintieron la suavidad de las zapatillas que se le entregaron.
El equipo de trabajo de EL HERALDO, al tallarle los zapatos, se percató de que necesitaba un número menor para que calzaran a la perfección.
Cuando se le anunció el cambio de calzado se entristeció, “No, no me los quiten, así me los voy a poner”, dijo con sus ojos húmedos.
Al instante su madre le explicó que solo se trataba de un cambio, que se le entregaría un par igual, pero de la talla correcta.
Cuando se le midieron las zapatillas de su talla, el rostro de Vanessa se iluminó y con un eufórico grito de “Gracias” salió en veloz carrera a jugar.
La historias de pies lastimados, curtidos por el polvo y el lodo, son recurrentes en el alejado sector, es por ello que el anuncio de que cada seis meses recibirían nuevo calzado inundó de felicidad a los niños.
Largo trayecto
A la escuela Lempira la mayoría de los niños llegan con sus pies descalzos, polvorosos y cansados.
Para llegar hasta el centro educativo los niños deben caminar hasta una hora y media.
Y para la mayoría el trayecto se prolonga a tres horas y media.
Así lo detalló el mentor Víctor Alonzo, quien, como si se tratara de sus propios hijos, no paró de agradecer a las empresas que hicieron posible el donativo.
“Esta ayuda motiva a los padres a matricular a sus hijos todos los años, por eso es importantísima en esta comunidad que casi nadie se acuerda de ella”, apuntó.
Con la satisfacción de una misión cumplida, nos retiramos de la zona para continuar el avance de la caravana de la solidaridad.