Jorge Infante se formó a las 8 de la mañana con tres tanques que quería llenar para parientes enfermos de coronavirus. Se enteró de la oferta —que el viernes estaba apenas en su tercer día— vía Facebook.
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La demanda de oxígeno conforme el virus se propaga por la capital de 9 millones de habitantes ha provocado un alza de precios y que haya largas filas. Infante dijo que, al lograr que le rellenaran gratis sus tres tanques, su familia dejaría de gastar unos 45 dólares diarios.
Iztapalapa, el distrito más grande de la capital y uno de los más afectados por la pandemia, está habitado en su mayor parte por familias de bajos recursos.
“Las condiciones económicas no son las del primer mundo', dijo Carlos Morales, director de salud de Iztapalapa. 'Y bueno, eso implica que la gente esté sufriendo para conseguir tanques”.
Morales dijo que están tratando de rellenar unos 50 al día.
En otras partes de la capital, algunos residentes pasaron la víspera de Año Nuevo en filas que serpenteaban por una calle y doblaban una esquina, aguardando a llenar tanques de oxígeno para familiares enfermos de covid-19.
La ciudad ha experimentado un aumento en las infecciones por coronavirus y sus hospitales están ocupados en un 87%, lo que genera presión en el abasto de oxígeno.
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Blanca Nina Méndez Rojas esperaba en la fila el jueves para recargar el tanque de su hermano, quien recientemente fue dado de alta de un hospital público luego de contraer covid-19.
“Ahorita lo dejamos desconectado (del oxígeno), entonces él tiene que estar totalmente recostado para que no se agite y no tenga ningún problema en lo que llegamos con el tanque”, dijo Méndez Rojas, señalando que hace dos semanas “una recarga costaba 70 pesos (3,50 dólares), y ahorita son 150 pesos (7,50)”.
En una ciudad donde la gente tiene miedo de ir a los hospitales, y los que sí van enfrentan dificultades para que les den una cama, el oxígeno se convierte en una cuestión de vida o muerte.
Juan José Ledesma, un jubilado de la Ciudad de México, se enfermó junto con su esposa e hijo. Cuando su prueba dio positivo el 16 de diciembre, tuvo que quedarse en casa y consultar a un médico privado porque el hospital local no tenía espacio.
“He tomado medicamentos bajo la situación privada, porque acudimos a un centro de salud y no había capacidad”, ya que estaba llegando demasiada gente a recibir tratamiento, agregó Ledesma.
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Desde entonces, su hijo —que ya se recuperó— ha tenido que salir tres o cuatro veces al día para intentar rellenar el tanque de oxígeno de su padre.
“Pues sí, el costo ha subido, pero de dos a tres veces”, dijo Ledesma. Al reflexionar sobre el problema, comenzó a llorar levemente. “Pienso en las zonas rurales, que sea un poco más difícil, pero más difícil, y por ende tienen que esperar un poco más si realmente no pueden” solventar este gasto.
Iván, un empleado de una tienda de recargas de oxígeno que sólo dio su nombre de pila porque sus jefes no le autorizaron a hablar con los reporteros, reconoció que a veces hay tanta gente esperando, desesperada por el oxígeno, que no pueden llenar todos los tanques completamente.
“Hay veces que el oxígeno no nos alcanza para poder llenar los tanques completamente para toda la gente', reconoció. 'Hay veces que tenemos que reducir el llenado para que toda la gente que viene atrás pueda también llevarse algo de oxígeno para su familiar o sus pacientes”.
Para colmo de problemas, los funcionarios de la ciudad han hecho poco para combatir los aumentos de precios que duplicaron o triplicaron el precio de una recarga, pero sí cerraron un mercado negro en el que los productores de oxígeno de grado industrial estaban vendiendo tanques para uso médico. El oxígeno industrial, que se utiliza para operar sopletes de acetileno, no es tan puro como el gas de grado médico.
El gobierno de la ciudad ha iniciado un programa para darles a algunas personas tanques o concentradores, que son máquinas que extraen oxígeno del aire y no necesitan ser recargadas. Pero no hay suficientes para todos, y para la mayoría de las familias es demasiado caro comprar una de las máquinas en el mercado privado.
Antes de la pandemia, las máquinas básicas costaban unos 900 dólares, pero desde entonces los precios han subido a 1,500 o más.
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“Los concentradores se han ido por las nubes, se está lucrando demasiado con los concentradores”, dijo Méndez Rojas.