Quién fue testigo del momento en que los estadounidenses presenciaban el tercer debate presidencial la noche de este miércoles, podría decir que se trataba de una transmisión deportiva.
El rostro de Donald Trump y Hillary Clinton opacaban el juego de los play-off de beisbol entre los Cachorros de Chicago y los Dodgers de Los Ángeles en la pantalla de la mayoría de restaurantes y bares... y de forma evidente la primera transmisión le dio un nockout a la segunda en la atención de los televidentes.
Lo mismo podríamos decir, de forma exagerada, de las emociones que despertaban las palabras de los candidatos presidenciables, similar al estallido un aficionado por un home-run.
En un concurrido negocio de Washington visitado por EL HERALDO, se pudo constatar lo abarrotado que estaban sus salas.
Incluso, hubo un espacio reservado solo para las mujeres que apoyaban a la nominada del partido Demócrata (Women for H).
Aquí se repartieron volantes, al estilo bingo, donde habían casillas con frases comunes de los dos políticos, lo que era para marcar cuando lo pronunciaran en sus discursos. Muy animados, cada televidente estampaba la tinta en sus aciertos.
Muy lejos de una formalidad, la gente aplaudía cuando su candidato favorito soltaba una expresión lapidaria contra el otro, como cuando Clinton le recordó al magnate que se valió de la mano de obra de migrantes para levantar sus inmuebles.
También se murieron de risa cuando el nominado republicano dijo desconocer quien estaba detrás de la filtración de correos del partido Demócrata, pese a que el FBI tiene como sospechoso principal al presidente de Rusia, Vladimir Putín
Y al estilo Turn Down For What, los espectadores lanzaron una expresión de mofa cuando la exsenadora calificó a Trump de 'marioneta de Putín'.
Las discusiones y risas no paraban y, tal como si presenciaran un concierto o juego, encendían el Twitter con sus comentarios sobre el tercer y último choque de los políticos que se enfrentarán el próximo 8 de noviembre.
Es evidente que la exprimera dama posee un fuerte respaldo en las grandes ciudades, pero los sondeos posicionan a Trump favorito en los poblados donde habita el americano tradicional.
