Columnistas

La injusticia es igual a corrupción

En Honduras la clase política corrupta traspasó las leyes, falseó el derecho, diseminó la maldad y contaminó su tierra y la continúan contaminando, sin ningún temor de Dios. No andan bien las cosas en Honduras, a lo malo se le dice bueno y a lo bueno se le dice malo, es un caos.

En el actual gobierno melista han hecho mal las cosas, y, pretenden convencer al electorado que lo han hecho bien, pero la realidad anula vender esta mentira, están allí las verdaderas evidencias que impactan y destruyen las familias hondureñas: fractura del Estado de derecho, debilidad institucional, injusticia, democracia debilitada, violación de los derechos humanos, desempleo, pobreza, violencia, muertes, migración, crimen organizado, narcotráfico, nepotismo, corrupción e impunidad, abuso y usurpación de autoridad y poder, incapacidad administrativa, extorsión política, fraudes electorales, encubrimiento, robo del tesoro público, son hechos innegables.

Con estos antecedentes, los gobernantes melistas del partido Libre y sus cómplices, son merecedores del voto de castigo, la condena y el rechazo de los hondureños y de la comunidad internacional.

La clase política corrupta de Honduras se ha apoderado del país, tales políticos se encuentran en todos los partidos políticos constituyendo una fuerza maliciosa que la quieren a perpetuidad, poderosa e indestructible, conductora de lo político, económico y social, irguiéndose como los dioses de la nación.

Estos que conforman esta fuerza maliciosa son auxiliados desde los poderes del Estado, fuerzas armadas y policiales, empresarios, sindicatos, colegios profesionales, académicos y respaldados por falsos dirigentes que poseen los sellos oficiales de algunos partidos políticos.

Gracias a Dios no todos los políticos son corruptos, no comulgan con esa red o fuerza perversa, es más, las militancias de los partidos políticos como el Nacional, Liberal, Partido Salvador de Honduras y Libre se han fraccionado, entre corruptos y no corruptos (corrupción versus anticorrupción) y justamente, bajo estos conceptos se están alineando las alianzas político electorales para enfrentarse en las próximas elecciones generales del 2025.

De hecho, la alianza no corrupta o anticorrupción representa al pueblo honesto y trabajador, los votantes sin dudas apoyaran masivamente la alianza de un gobierno de unidad nacional, de los valores morales y éticos, del desarrollo, progreso y bienestar.

En este sentido, la sociedad civil tiene la responsabilidad de fortalecer la lucha contra la corrupción; fortalecer la democracia, el Estado y su institucionalidad; proteger los derechos humanos; vigilar minuciosamente y combatir el fraude electoral.

También, la sociedad civil debe supervisar a los candidatos a cargos de elección popular los cuales deben ser de ficha limpia. La trayectoria de vida del candidato no puede estar inmerso en un ambiente nebuloso en el plano ético y moral. El pueblo no debe seguir siendo burlado.

Finalmente, durante décadas la clase política corrupta de Honduras ha edificado perversamente escenarios para que las leyes sirvan a la injusticia, sirvan a la corrupción. Queda planteado.