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Honduras, su gobierno, debe reconsiderar su posición ante el cada vez más evidenciado fraude electoral en Venezuela.

Sectores nacionales y organizaciones y gobiernos internacionales que nos unimos en las exigencias de la ciudadanía venezolana de una comparación entre actas y votos que deben ser recontados y aquí en nuestro patio, el grupo de observadores hondureños fueron a validar los resultados oficiales declarando una transparencia electoral a todas luces inexistente.

¿Qué no debemos meternos en los asuntos de otros países? ¿Ajá?, “sean capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”.

¿Era solo para ustedes? La desgracia del pueblo venezolano, la prueban a gritos los 8 millones, en su mayoría expulsados de su país precisamente por la injusticia y el autoritarismo de los dictadores de los últimos lustros.

Muchos deambulan por nuestras calles como mendigos, los hijos de una nación rica ahora dominada por la tiranía y la corrupción.

La democracia es universal y es nuestro deber defenderla en cualquier parte del mundo. Presente en la memoria aquella insultada que nos vino a dar su héroe foráneo en medio de los aplausos de sus seguidores locales, unos, que casualidad, ahora avales de ese fraude electoral.

De observadores a activistas del oficialismo venezolano. Desde temprano declaraban ganador al oficialismo y cerraron los ojos a toda novedad que amenazara la voluntad manifestada en las urnas.

Sin objetividad y obedeciendo al interés particular y en contra del interés general de salvaguardar la democracia en esa nación hermana. Honduras debe mostrar compromiso con la democracia y los derechos humanos, debe exigir transparencia y legitimidad de las elecciones venezolanas.

Expresar inquietud ante las numerosas irregularidades que se destacan. Eso no es lesionar el principio de autodeterminación de los pueblos, es defender el derecho a su autodeterminación del valiente y noble pueblo venezolano.