TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Quince minutos navegando en Facebook, poseer 1,800 lempiras y creer que acabar con la vida de un indefenso bebé es la solución, es lo único que ocupa una persona para convertirse en la mano artífice de un crimen llamado aborto.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO vuelve a poner al descubierto cómo ocultas detrás de las redes sociales operan distribuidores clandestinos de pastillas abortivas.
Al usuario de Facebook “Fraylimar Orellana” poco le importó el artículo 126 del Código Penal de Honduras que tipifica el aborto como un delito y por el cual ofrece cárcel y multas.
Por eso, Juan Pérez, un perfil falso creado por la Unidad Investigativa de EL HERALDO, le escribió para poner al descubierto esta ilegalidad.
Fraylimar es un “famoso” vendedor de pastillas abortivas que aprovecha cualquier grupo de ventas de Facebook para promover su negocio ilegal.
“Tengo a la venta pastillas ‘Cytotec’ y pastillas ‘plan b’, a precio cómodo, disponible en Tegucigalpa, SPS y alrededores, para más información contactarme vía inbox”, se puede leer en los repetidos posteos que hace el perfil clandestino.
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Las pastillas a las que el vendedor hace referencia tienen como componente activo el misoprostol, recetada generalmente para pacientes con úlceras, pero que tienen como efecto secundario la interrupción de embarazos hasta de doce semanas.
El medicamento también puede resultar altamente peligroso para la futura fertilidad de las mujeres cuando se aplica para lo que fue creado, sin supervisión médica y en dosis no prescritas por un doctor especialista.
Así operan
El equipo de investigación le escribió un mensaje privado al vendedor de pastillas. Un corto mensaje bastó para empezar a cuadrar un oscuro negocio en con el que se le pone precio a una nueva vida:
-EL HERALDO (EH): Buen día, abrí este perfil porque necesito con urgencia un tratamiento de pastillas abortivas.
-Vendedor (V): Deme su número para escribirle vía WhatsApp, ¿Cuántas necesita?
-EH: 9633 XXXX, no sé cómo es el tratamiento.
-V: Ya le escribo, ya me comunico con usted vía WhatsApp.
-EH: Ok
Apenas transcurrieron dos minutos y la negociación pasó del Facebook al WhatsApp.
-V: Buenas tardes.
-EH: Hola, buenas tardes.
-V: A ver, ahora dígame, ¿para cuántas semana (de embarazo) necesita las pastillas abortivas?
-EH: Ella tiene un poco más de un mes de embarazo y 19 años de edad, no sé nada del tratamiento.
-V: Si es más del mes se recomiendan seis pastillas, tres tomadas y tres vaginales.
-EH: Ok, ¿cuál es el precio?, algo que debamos saber sobre riesgos y su aplicación.
-V: Este método es muy seguro, las seis le salen en 1,800 (lempiras), le sale a 300 (lempiras) cada pastilla, solo debe seguir las instrucciones para no intervenir en el proceso.
-EH: Esta bien, pero ¿tiene que aplicarlas en la noche, día, debe tener precauciones?, deme las instrucciones, ¿dónde nos podemos ver?
El vendedor, ya entrado en confianza, deja a un lado la escritura y se anima a enviar un par de notas de voz. Para sorpresa del equipo, la persona que negocia al otra lado de la red social es la de una mujer.
“La persona debe tomarse tres pastillas y meterse tres en la vagina... tiene que estar acostada por lo menos seis horas sin moverse, después le comenzará el dolor y el sangrado, pero es un método efectivo, no va a tener problemas”, dice fríamente la voz de la mujer.
-EH: Puede ser (la operación de compra-venta) en el estacionamiento del Mall XXXX.
-V: Sí, en una parte segura para realizar la entrega.
-EH: Quisiera una entrega rápida, a modo de no tardarme solo revisar el dinero, yo las pastillas y retirarme.
-V: Así será, ¿cuántas va a necesitar, seis u ocho?
-EH: Las seis, por el presupuesto, solo tengo 2,000 lempiras.
-V: Comprendo, pero sí le funcionan.
-EH: Está bien.
-V: Seis por 1,800 lempiras.
-EH: Ya quedamos, favor no fallar, voy a movilizarme ahora.
-V: A las 2:00 PM, en el Mall XXXX... nada más un detalle.
-EH: ¿Dígame?
-V: Yo le llamo porque estando allá no podré conectarme.
-EH: Está bien o le llamo yo a este número.
-V: Perfecto, está bien.
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Entrega del producto
Con la cita acordada, solo era cuestión de tiempo para conocer a la mujer que vende pastillas abortivas.
Durante la espera, el equipo de investigación la llamó para confirmar que no se tratara de un engaño o existiera algún cambio de planes:
-EH: ¿Aló?
-V: Sí -respondió la mujer, al fondo se escuchaba en un volumen alto música reguetón- voy en camino, ya voy a llegar, ¿usted ya está ahí?
-EH: Sí, ya... dele aquí la espero.
Minutos después fue la mujer quien regresó la llamada.
-V: ¿Cómo lo voy a reconocer?
-EH: Ando camisa a cuadros, la voy esperar por el estacionamiento de motocicletas.
-V: Esta bien.
Los minutos pasaron, y la mujer llamó nuevamente.
-V: Aquí estoy.
-EH: Bueno, por el estacionamiento de motos la espero.
-V: Aquí voy ya.
Escasos segundos después apareció a lo lejos una mujer joven, de unos 25 años, piel trigueña, pelo negro rizado y bastante despeinada.
Vestía una camiseta rosada con estampado de flores y que dejaba ver otra color blanco por adentro. En su parte inferior llevaba puesto un leggins color azul y tenis rosados con cordones blancos.
Llegó sonriente y sin mayor preámbulo dijo:
“Hola, aquí está, mire”, mientras desempuñaba un pequeño sobre blanco.
El periodista encubierto de la Unidad Investigativa de EL HERALDO confirmó con un movimiento de cabeza, mientras dirigía sus manos a la bolsa de su pantalón para sacar los 2,000 lempiras en efectivo.
-V: No ando vuelto.
-EH: Yo le dije que andaba 2,000 lempiras, para que de una vez trajera suelto.
-V: No se preocupe, ahorita voy a ir a cambiar a una tienda.
-EH: Pero va venir, verdad
-V: Sí, no se preocupe.
Feliz con los 2,000 lempiras en su poder la mujer empezó a correr por el estacionamiento hasta ingresar al centro comercial y perderse entre la gente.
Durante la ausencia de la mujer, el equipo encubierto constató que en el interior del pequeño sobre había un blíster plateado con las seis pastillas.
En la parte posterior del medicamento podía leerse el nombre Cytotec, que contiene el misoprostrol.
Al cabo de unos 10 minutos, la mujer de piel trigueña asomó su rostro a lo lejos. Al terminar de llegar, un poco sudada por el trayecto que realizó, sonrió nuevamente y comentó:
-V: Tuve que ir hasta el banco.
-EH: Me imaginé... pero se tardó poco tiempo.
-V: Bueno, ya está
-EH: ¿Algo más que deba saber?
-V: Mire, si ella hace el tratamiento como le dije no va a tener riesgo, solo asegúrese de que permanezca acostada las seis horas.
-EH: ¿Y si por el dolor se levanta?
-V: Sí le va a doler, pero debe aguantar, si se levanta hay riesgo que el proceso no se realice bien o que la pastilla se caiga.
-EH: Está bien.
-V: Pero no se preocupe, usted tiene mi número cualquier cosa que pase, no dude en llamarme, yo le doy asesoría a las personas que me compran.
-EH: Gracias
-V: Bueno, adiós.
La vendedora comenzó a caminar por la orilla del estacionamiento del centro comercial, después entró sin percatarse que otro grupo de la Unidad Investigativa de EL HERALDO le daba seguimiento.
En su recorrido en el mall la mujer pasó por un par de tiendas, llevaba el dinero en la mano cerrada, y se le notaba algo apurada por salir.
Una vez en la calle se subió a un taxi que la esperaba y se perdió en el inmenso tráfico vehicular.
El negocio estaba realizado, la Unidad Investigativa de EL HERALDO tenía en su poder una dosis de pastillas abortivas con capacidad para acabar con la vida de un bebé.
Al descubierto había quedado cómo las redes sociales son mal utilizadas para hacer negocios ilegales con redes que navegan en lo ilícito.