TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los hondureños sustituirán su tarjeta de identidad por una moderna, segura y útil, pero atrás quedarán más de 60 años de historia de un documento vulnerable, politizado y hasta utilizado por el crimen organizado.
El Registro Nacional de las Personas (RNP) está trabajando en un documento que, según sus autoridades, no se prestará al fraude electoral, al tráfico y al manoseo político. Este proceso es observado muy de cerca por la comunidad internacional, lo que da al proyecto un tono de credibilidad y confianza.
El programa cuesta aproximadamente 50 millones de dólares (1,225 millones de lempiras) de los cuales la Unión Europea (UE) donará 24 millones; 20 millones el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y una contraparte nacional. La idea es identificar a 8.2 millones de hondureños, de los cuales 2.2 millones serán niños entre cinco y 17 años de edad.
Las huellas
Fue la Iglesia Católica la que mantuvo el monopolio del registro civil hondureño a partir de 1530 hasta 1880. A partir de este año, durante el gobierno reformista de Marco Aurelio Soto, se trasladó la inscripción de nacimientos a las alcaldías, trabajo que hicieron durante 103 años los secretarios municipales.
Antes de 1953, los hondureños anduvieron por las calles sin una tarjeta de identidad. Algunas veces portaban su partida de nacimiento, la fe de bautismo y el censo electoral. Durante la dictadura de Carías (1933-1948), el ciudadano que quería trasladarse a otro lugar tramitaba una credencial que era “una especie de pasaporte interno que lo extendía la Policía o el comandante de armas”, de acuerdo con el historiador Mario Argueta.
Las presiones feministas orientadas a que se les concedieran sus derechos políticos logró su objetivo en enero de 1954, decreto ratificado por el gobierno de Julio Lozano, el 24 de enero de 1955.
La primera identidad
Mediante decreto legislativo número 43 del 2 de febrero de 1953, se emitió la primera tarjeta de identidad. Este histórico documento es conservado por muchas familias y por el RNP junto a las otras dos tarjetas existentes en los últimos 66 años. También se guardan las herramientas que se utilizaron como una vieja cámara Polaroid de cuatro lentes, la mesa de metal donde se impregnaba la tinta para el registro de la huella dactilar y los sellos de la época.
La primera identidad era una libreta color negro, tipo pasaporte, en cuyo interior, en la primera página, aparecía la fotografía de la persona y en la parte de arriba decía: “número 16, folio 10” (según el caso) que era el equivelante al actual número de identidad que consta de 13 dígitos. Más abajo estaba el lugar y fecha de nacimiento, primer nombre, la impresión de la huella digital y los apellidos.
Una tercera página detallaba su estado civil, si sabía leer y escribir, profesión, arte u oficio, lugar de residencia.
En una cuarta página estaban las características personales como lunares, cicatrices visibles, impedimentos físicos, color de la piel, de los ojos y pelo, la estatura, la firma del titular y la del alcalde. Además, disponía de varias hojas adicionales en blanco que las autoridades electorales sellaban una vez ejercido el sufragio. Se trataba, pues, de una tarjeta que inducía al ciudadano a votar, so pena de no ponerle el sello de “censado”.
Antes de ser creado el RNP, Migración emitió algunas tarjetas, “pero el proyecto no tuvo el desarrollo que se esperaba”, según Jorge Martínez Gabourel, subjefe del departamento de Formación Integral y Estudios Registrales del RNP. En 1984, el creado RNP emitió la primera identidad tipo carné con material plástico.
Era de color amarilla, con 11 dígitos que decía: República de Honduras, “Tribunal Nacional de Elecciones, Registro Nacional de las Personas, tarjeta de identidad, número, primero y segundo apellido, nombre, fotografía, sello y firma”. En el reverso se escribía el sexo, estado civil, lugar y fecha de nacimiento, fecha de emisión de la tarjeta y vencimiento. Esta identidad tuvo vigencia desde 1984 hasta 1996, cuando se emitió la actual que ya lleva 23 años.