TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El arte es una pasión que corre por sus venas, pero dibujar con pinceles y pinturas no es lo suyo.
Francisco Cruz Matute tiene otra inclinación, la cocina, pero de una u otra manera está relacionado con el arte, ya que no domina su pulso en el papel, pero sí los cuchillos y de una manera magistral en frutas y verduras.
Para este talentoso catracho que atravesó las fronteras para convertirse en un chef profesional y fundador de su microempresa DecoFrut’s, no es imposible tallar un rostro, un logo, unas rosas, ni un animal en una sandía, una berenjena o en un melón, esa es
su especialidad.
“Yo soy malísimo para dibujar, en un papel no le puedo dibujar nada, pero ya en una fruta, lo que sea”, comentó entre risas.
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El chef no desaprovechó la cita pactada en pleno parque El Picacho para demostrar sus destrezas con los cuchillos y, entre pláticas y anécdotas, talló en una sandía el logotipo de diario EL HERALDO en medio de delicadas rosas.
La obra de arte le demoró tres horas, pero tarda hasta cuatro cuando el tallado se trata de rostros, porque también los hace.
Al igual realiza arreglos frutales para toda ocasión y los clientes pueden elegir la frase que irá tallada con frutas, letra por letra.
“Disfruto hacer esto, cuando comienzo a tallar alguna fruta o vegetal me olvido de todo y siempre procuro hacer algo diferente”, aseguró.
Su pasión no conoce límites, y al no contar con un local de ventas, su lugar de trabajo está en la cocina de su casa, solo necesita dos cuchillos de tallado y las ganas de satisfacer a los clientes.
Duros comienzos
En el mundo de la cocina es conocido como el chef Frank y asegura que el arte culinario lo trae desde la sangre, ya que no fue fácil alcanzarlo.
“He trabajado de todo, de lo que salía y con eso pude llegar hasta aquí. Tuve que vender libros, fui ayudante de albañil y hasta trabajé en pinturas automotrices”, contó con orgullo.
Su sueño de ser chef siempre estuvo presente, trabajó de ayudante de cocina, pero no tenía los recursos para estudiar esta carrera. “Me fui aventurando a Costa Rica, pero por otra razón, fue por trabajo”, recordó.
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Después de trabajar de albañil en el país vecino tomó la decisión de hacer un esfuerzo para cumplir su sueño y estudiar en la Universidad Nacional de Costa Rica.
“Quise superarme e hice un gran sacrificio, estudié y trabajé al mismo tiempo. Con bastante sudor, lágrimas y hasta hambre comencé a estudiar para ser el chef que soy”, dijo emocionado.
El retorno a Honduras
Cruz regresó a Honduras en 2017 con el título de Gastronomía y Artes Culinarias en mano, listo para emprender.
Al llegar no tenía claro qué comenzar a vender y, tras una semana de analizarlo, se decidió por los arreglos frutales.
“Yo llegué en noviembre al país y me puse como meta que si a enero no resultaba el negocio, me regresaba para Costa Rica, pero Gracias a Dios comenzaron a salir clientes”, comentó.
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Pero no todo fue color de rosas. En sus primeras entregas no tenía la motocicleta con la que hoy reparte a domicilio.
“Comencé con las uñas. Entregaba los arreglos en buses de rutas, a veces me tomaba hasta dos, pero llegaba a tiempo y por el buen trabajo los clientes me recomendaban con sus conocidos y así fui creciendo en este oficio”, rememora con una sonrisa