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Antisemitismo europeo

Ataques dispersos han levantado la alarma acerca de cómo Europa está cambiando
y si sigue siendo un lugar seguro para los judíos, que están volviendo a vivir algo parecido al holocausto

11.10.2014

Desde los enclaves de inmigrantes en las afueras de París a la lluviosa y burocrática ciudad de Bruselas, hasta el corazón industrial de Alemania, el viejo demonio de Europa regresó este verano. “¡Muerte a los judíos!”, gritaban los manifestantes en las manifestaciones pro palestinas en Bélgica y Francia. “¡Gas a los judíos!”, gritaron los manifestantes en una protesta similar en Alemania.

Las feas amenazas fueron superadas por una violencia aún más fea. Cuatro personas murieron en mayo en el Museo Judío de Bruselas. Una farmacia de propiedad judía en este suburbio de París fue destruida en julio por los jóvenes que protestaban por la campaña militar de Israel en Gaza. Una sinagoga en Wuppertal, Alemania, fue atacada con bombas incendiarias. Un judío sueco fue golpeado con tubos de hierro.

La lista es interminable.
Los ataques dispersos han levantado la alarma acerca de cómo Europa está cambiando y si sigue siendo un lugar seguro para los judíos. Un creciente número de judíos, todavía en número relativamente modesto en total, está emigrando a Israel. Otros describen zonas “prohibidas” en distritos musulmanes de muchas ciudades europeas, donde los judíos no se atreven a viajar.

Pero también existe preocupación por lo que algunos ven como un prejuicio anti-judío “más suave”, insidioso, y que temen que se está introduciendo subrepticiamente en la corriente europea, y socavando el consenso de la posguerra para acabar con el antisemitismo. Ahora la pregunta es si un sutil cambio social está ocurriendo, y ha provocado que los comentarios o comportamientos antisemitas sean más aceptables.

“El temor es que ahora las cosas se dicen descarada y abiertamente, y nadie siquiera pestañea”, dijo Jessica Frommer, de 36 años, una judía laica que trabaja para una organización sin fines de lucro en Bruselas. “La Europa moderna tiene como base detener lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial. Y ahora, 70 años después, la gente que se manifiesta cerca del Parlamento Europeo está gritando, ‘¡Muerte a los judíos!’”.

CONDENA TOTAL

Esta no es la Europa de 1938. Los líderes franceses han condenado enérgicamente la violencia. En septiembre, la canciller Ángela Merkel, de Alemania, encabezó una manifestación contra el antisemitismo en Berlín, en la que dijo a los alemanes: “Es nuestro deber nacional y ciudadano luchar contra el antisemitismo”.

Europa ha sido escenario de protestas y estallidos de antisemitismo cada vez que el conflicto palestino-israelí ha entrado en erupción, y algunos analistas dicen que la ira de este verano es un episodio cíclico que, como otros, se desvanecerá. Algunos señalan que el número de incidentes antisemitas reportados en este año en Francia, por ejemplo, está en realidad muy por debajo de algunos años en la década del 2000.

Sin embargo, como el apoyo europeo a la causa palestina y la crítica hacia Israel se han endurecido, muchos judíos dicen que no está definida la distinción entre ser anti-Israel y ser anti-judío.
Con Europa todavía temblando por una reacción populista contra la austeridad fiscal, algunos judíos hablan de sentirse aislados políticamente, sin un hogar ideológico. Muchos partidos políticos de izquierda están contra Israel. Muchos partidos de la derecha, algunos con orígenes antisemitas, son extremistas y anti-inmigrantes con virulencia.

Y muchos judíos que han votado tradicionalmente por el Partido Socialista en Francia y Bélgica, se preocupan de que los partidos sean débiles y estén volviéndose más dependientes de los bloques de votantes musulmanes, de rápido crecimiento.

Incluso entre los que se inclinan a condenar el racismo en cualquier forma, la lucha contra el antisemitismo ya no es vista como una prioridad, con judíos a menudo percibidos como privilegiados, en comparación a los musulmanes y otras minorías que se enfrentan a la discriminación.

Muchos musulmanes más jóvenes a menudo parecen extranjeros en Europa. Luchando para encontrar trabajo y frustrados por su falta de aceptación, un pequeño pero ruidoso grupo de ellos se ha encolerizado por la política del Medio Oriente, especialmente con el conflicto palestino-israelí.

Los funcionarios europeos están muy preocupados de que el islam radical, alimentado en el Medio Oriente, pueda echar raíces en Europa. Mehdi Nemmouche, un musulmán francés detenido en relación con los asesinatos en el Museo Judío de Bruselas, luchó como yihadista en Siria. Un periodista francés, que estuvo cautivo en Siria hasta abril, dijo que Nemmouche había sido uno de sus torturadores.

“Somos un microcosmos del Medio Oriente”, dijo Philip Carmel, director de política europea para el Congreso Judío Europeo. “El Medio Oriente está siendo importado a Europa”. Las visitas a algunos de los puntos inflamados por la violencia en este verano revelaron una imagen de lo que el primer ministro Manuel Valls de Francia ha llamado un “nuevo antisemitismo”.

En Sarcelles, el suburbio parisino donde las protestas pro-palestinas crecieron en una espiral y se convirtieron en disturbios, el sentimiento de extranjería de los inmigrantes y de las minorías francesas, se encuentra a flor de piel. En Bruselas, sede de la Unión Europea, algunos judíos seculares describen un ambiente cambiante y se preguntan si era hora de partir.

Y en Wuppertal, una ciudad orgullosa de su compromiso con la diversidad religiosa y étnica, el intento de bombardeo de una sinagoga expone las tensiones subyacentes que se hicieron aún más claras en septiembre, cuando inesperadamente, un grupo de hombres musulmanes patrulló un barrio con uniformes improvisados que decían “Shariah Police”.