Cada mañana y cada noche el japonés prepara su corazón para vivir en honor.
El honor es la pauta en Japón. Es obligación y deber frente a ti y los demás. Es una reverencia sincera. Vale creer también que es levantarse primero y acostarse de último. Es la brújula en el agua de los cambios sociales. Lo es todo.
Entiende el honor y entenderás por qué en Japón se levantan torres que rozan el cielo en tiempo récord, todos llegan puntuales a la cita, se trabaja en equipo y se reponen de los desastres con naturalidad. Lo entenderás todo de Japón.
La sociedad japonesa no puso sus cimientos en la tecnología o la innovación de alcances inimaginables. Lo hizo en sus arraigados valores, algunos tan contrastados con la comunidad latina.
En este último repaso -no sobra citar el cliché: no menos importante- no veremos a Japón sobre las alturas de sus torres, dentro de sus templos magníficos o la zona cero de la bomba atómica. Lo haremos a través de la nobleza de sus ciudadanos y sus costumbres.
8:00 AM es 7:55 AM
Si el apretón de manos, el abrazo rápido y el beso de mejilla es para los latinos una señal de fraternidad, esa confianza capaz de desarrollarse en unos minutos por sentirnos herederos de la misma tierra; la sonrisa y la reverencia es el gesto predilecto de los nipones para saludar.
Respeto y nobleza con solo inclinar tu cuerpo hacia adelante. Para unos latinos, no cuesta acostumbrarse a esta señal de estima, pero el verdadero secreto está en el grado de inclinación.
La honorabilidad de los nipones. El honor es un |
Una reverencia de 15 grados se hace entre conocidos o compañeros del mismo rango, mientras que con 30 grados te diriges a los superiores o clientes. La de 45 grados se reserva para agradecer un enorme favor o pedir perdón.
Y llega la de 90 grados (saikeirei), destinada a favores importantes o pedir disculpas por un error grande. No importa el nivel, así lo demostraron los encargados de la planta de Fukushima por el accidente nuclear del 2011 al mostrar en televisión pública esta reverencia y llegar hasta arrodillarse.
+Ver además: Hiroshima arde por la paz
La segunda impresión, tras los viajes, las reuniones con diplomáticos, las visitas guiadas y la apretada agenda, es la puntualidad.
Es tan esencial este valor en Japón y la costumbre latina tan opuesta, que nuestros anfitriones nos advirtieron desde el primer día: sean puntuales. Y a la larga intuimos que prepararon todo con varios minutos de antelación para evitar lidiar con los “impuntuales”.
Aunque a nuestro favor, algunos ciudadanos nos confesaron en secreto: “es exagerado”. No en vano, en la cultura japonesa se espera que si la reunión es a las 8:00 AM, la persona citada llegue cinco minutos antes para empezar en tiempo y forma lo acordado.
4La reverencia se puede
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Un retraso de cinco minutos es una falta de respeto para el tiempo de tu prójimo y, de antemano, se está a la expectativa de la reverencia de disculpa.
En orden vivimos mejor
La sincronía entre hora y agenda propia solo es posible con el orden. ¡Y vaya que los japoneses son ordenados para todo!
Si el honor y el respeto marcan la dirección de la sociedad japonesa, entonces en el orden encontramos los engranajes y tuercas que dan vida a esta brújula social. Lo ves en todo: en la agenda de entradas y salidas de vuelos de los aeropuertos, en el circuito del tren bala, en los carros que se detienen en rojo y los peatones que solo cruzan la calle a través de los pasos de cebra.
De los grandes rasgos, como el plan a largo plazo para reducir emisiones de gases con efecto invernadero, a los pequeños detalles, como un plato para cada alimento durante la comida.
Orden para vivir, para trabajar y hasta para comer. Así es como lograron que la limpieza sea parte de la cultura y no una política estatal; por ello no es extraño ver a un japonés guardar la basura para depositarla después en un basurero... y clasificada por el material.
También es un pilar para reponerse a los desastres.
Entre el día negro de la bomba atómica en la Segunda Guerra Mundial en 1945, el potente terremoto y tsunami de 2011 y posterior accidente nuclear en la planta de Fukushima, esperas ver un país devastado.
Pero la destrucción ya solo es un registro.
Los japoneses pueden presumir de ser el rostro de la resiliencia, la capacidad para sobreponerse a los desastres y adaptarse al cambio.
Salvo el sitio conmemorativo que vela por la paz con un vestigio en pie y decenas de monumentos por las víctimas, Hiroshima es una ciudad desarrollada; y debido a los terremotos, la arquitectura es antisísmica y las personas reciben talleres de respuesta en caso de emergencia, por mencionar los ejemplos más destacados. Por todo ello, es un verdadero honor escribir sobre Japón.
Ver aquí: Las cuatro partes de la serie sobre Japón