Crímenes

La Cuba de Raúl, una isla donde se cruzan el pasado y el presente

Las reformas emprendidas hace diez años lograron cambiar el paisaje cubano, pero sin imponer un nuevo ritmo

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15.04.2017

Cuba continúa siendo un imán que atrae a los bohemios, a los amantes de la aventura. Con una impresionante carga de historia que se palpa en sus bares, en su música, en los muros tapizados de imágenes de Ernesto el “Che” Guevara, la isla está igual de hermosa y atrayente.

Y es que, en la que muchos llaman la Cuba de Raúl Castro, pareciera que el reloj se detuvo en los años 60. Las reformas que iniciaron hace una década lograron cambiar el paisaje cubano, pero sin imponer un nuevo ritmo.

Cobijados por la sombra de los edificios en ruinas del centro de La Habana, se ve a diario una escena típica: jugadores de dominó sentados en la acera bajo la mirada de residentes que se asoman a los balcones, apenas perturbados por el ruido de los motores de los clásicos estadounidense de los años 50 y de los Ladas de la época soviética.

Esta visión es para muchos indolente y anticuada, pero es realmente lo que atrapa a los turistas.

“Vivimos en cámara lenta, por ser isla, por ser Caribe y por todo lo que el tiempo del socialismo nos ha legado, porque aquí el tiempo no es oro, muy pocas personas producen algo para sí mismas”, explica a la AFP la escritora cubana Wendy Guerra.

Sin reglas ni horarios

“No hay horario, no hay rituales, no hay que llegar nunca a ninguna parte con urgencia. No hay tráfico y los problemas de transporte nos han hecho oficialmente impuntuales”, añade esta escritora de 46 años, que reside en Cuba, donde se publica muy poco su obra.

Y la cotidianidad de la Cuba de Fidel y ahora de Raúl Castro, también sobrevive en su novela “Todos se van”, donde la heroína termina congelada en el Malecón, la famosa costanera habanera, “en la inmovilidad de Cuba”.

“El subconsciente de todo cubano es un salón de espera, nos han enseñado a esperar y no nos dimos cuenta”, comenta Alejandro Campins, un pintor que ha hecho del letargo cubano uno de sus temas favoritos.

Ya parecen estar acostumbrados a esto.

Hacer colas “es parte de la idiosincrasia. Aquí para todo es un problema acceder con facilidad a ciertas cuestiones: un servicio, la alimentación”, confirma Daniel Ríos, un agente portuario de 36 años, que hacía una larga fila en el centro de La Habana.

Es justo ese sentimiento de letargo y el ambiente anticuado la fuente de inspiración para escritores, pintores y otros artistas locales.

“Venir a Cuba es un viaje al pasado. El tiempo aquí no corre”, explica Dagoberto Rodríguez, del famoso colectivo Los Carpinteros, que viven y trabajan entre La Habana y Madrid.

En 2012, estos artistas hicieron una performance que dio de qué hablar: pusieron a un grupo de danza a bailar de espaldas en una céntrica avenida habanera, simbolizando el viaje permanente al pasado de los cubanos.

Algunos cambios

Pero todo es lento, para una parte de los cubanos, las cosas comenzaron a evolucionar tras la llegada de Raúl Castro a la presidencia en 2008. Bajo su gobierno, Cuba emprendió una transformación: cada día llegan más turistas, las zonas wifi florecen y los restaurantes y hoteles privados -antes prohibidos- ahora saltan a la vista.

“El tiempo se ha acelerado en Cuba como resultado de la reforma económica”, sostiene Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas Rio Grande Valley, que también advierte sobre “una mejor interacción con el resto del mundo gracias a los avances tecnológicos”.

Ahí también convergen pequeños negocios privados, viajes, compra-venta de casas y autos: las reformas permitieron una ligera emancipación que, conjugada con un espectacular deshielo diplomático con Estados Unidos, logró modificar la percepción de Cuba en el exterior.

Actualmente, algunos consideran que el país se “abrió”. Pero, aunque los jóvenes cubanos se sienten cada vez más atraídos por las zonas wifi, muchos juzgan los avances alcanzados como superficiales.