TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Este relato narra un caso real. Se han cambiado los nombres.
EL SHOW. Hace unos días, en una mañana calurosa pero agradable en Roatán, Islas de la Bahía, la Policía capturó a un gringo llamado Gary Johnston. Dormía plácidamente cuando los policías irrumpieron en su casa, casi de la misma forma en que los SEAL entraron a la casa de Bin Laden. El gringo, que no es ningún santo, “le dijo a su compañera de sueño que se escondiera debajo de la cama”, seguramente porque el que las debe las teme. Y la Policía, que cumple con su deber como sea, encontró a la criatura escondida y, supuestamente, “en traje de Eva”.
Por supuesto, no es esto lo que deseo contar en este caso. Si el gringo Johnston es peor que los pervertidos de Sodoma y Gomorra es asunto suyo. Además, si se divierte a su manera, y hace de su vida un barrilete, solo a él le interesa, mientras mantenga incólume el principio de “primun non nocere”, como dice el doctor Cherenfant, lo que significa: ante todo, no hagas daño; y si el gringo no viola ninguna ley, pues que haga lo que le plazca.
Lo demás es asunto de cada quien. ¿Entonces por qué es importante el caso del gringo Johnston? ¿Por qué es tan interesante el caso de este supuesto hombre de Sodoma? Pues por un detalle muy vergonzoso, y que se ha venido repitiendo tristemente en los últimos meses: la Policía es más lo que inventa que lo que investiga. Y de esto hay pruebas como arenas en las playas de Islas de la Bahía.
“Mire Carmilla -me dijo un comisionado de la Policía-, al gringo le pusieron dedo desde hace mucho tiempo... Un informante dijo que le gustan las niñas, que le gusta la droga y que le encanta la pornografía. Dijo, también, que hace fiestas en su casa, con amigos gringos, y que allí hay de todo”.
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“¿Y en eso se basó la Policía para detenerlo?”
“Pues los fiscales son aventados, Carmilla, y de una piedra quieren hacer una montaña. Por desgracia, creen todo lo que les dicen y se dejan llevar por su desesperada necesidad de cumplir con una cuota de casos mensuales; y les va mejor cuando le caen encima a alguien de impacto, como este gringo, por ejemplo, que, seguramente no es ningún santo y que ha de tener una cola más larga que la del cometa Halley; pero yo creo que debieron investigarlo más. Ya ve que ni el juez creyó lo de que está involucrado en trata de mujeres”.
“Lo relacionan con la desaparición de Angie Peña”.
“Volvemos a lo mismo, Carmilla. Esta niña, Angie, desapareció en alta mar; o sea que la última vez que la vieron fue en su moto acuática cuando se adentraba más y más en el mar, porque, en su opinión, ‘mar adentro se disfruta más una moto como esas’. Y se encontraron cosas de ella en Belice.
¿En qué momento se separó de su familia, con la que estaba en la isla, y fue a visitar a Gary Johnston? ¿Se han preguntado esto los fiscales? ¿Le dijo a alguien que había conocido a este gringo, y que este príncipe de Sodoma la invitó a su paraíso en Roatán? Por desgracia, esta niña sigue desaparecida; sin embargo, hay verdades que están en manos de la Policía y parece que a nadie les interesa; y hay un hombre que sabe muchas cosas acerca del caso de esta niña, y es el señor Wood..., un viejo conocido de la Policía, amigo de un todopoderoso de la política. Pero nadie sigue estas líneas de investigación. Y es una falta de respeto a los padres de la niña desaparecida que digan que este gringo está relacionado con su desaparición si no tienen pruebas reales de que así es. Y si las tienen, que las presenten ya”.
El comisionado de Policía se hace hacia atrás en su silla, da un sorbo a su café, tibio ya, y mueve la cabeza en señal de decepción.
“La Policía está muy mal dirigida -agrega-. Sánchez es un general de escritorio; no es operativo; no entiende nada de eso, y bien sabemos que el policía de verdad se hace en la calle, enfrentándose al delito, no teorizando o escribiendo libros que son solo copia y pega. Pero es verdad eso de que cuando se elige lo peor, el resultado es el desastre”.
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LA NIÑA
Una encuesta que tal vez no se publique nunca demuestra que ocho de cada diez hondureños están decepcionados de la Policía Nacional; siete de cada diez no confían en ella; seis de cada diez dicen que sería mejor que los militares se encargaran de la seguridad; nueve de cada diez policías dicen que están mal dirigidos y ocho de cada diez “votarían” porque se retire al director general y a toda su cúpula. Todo esto es triste, porque Honduras vive sumida en el caos; la inseguridad es el pan nuestro de cada día, y el Delito, así, con mayúscula, aterroriza más y más a la población que vive indefensa.
“Por desgracia -dice el comisionado-, la realidad es esta, y por más buenas intenciones que tenga mi general Sabillón, vamos a ir de mal en peor, porque el alto mando de la Policía no hace nada...”“Entonces, ¿qué debemos esperar?”
“Pues más de lo mismo, Carmilla. Más del show, como el del gringo...”
“¿Está seguro de que el gringo no es lo que dicen? ¿Trafica con mujeres, es pedofílico, pertenece a una banda de trata?”
“Eso tiene que demostrarlo la Fiscalía. Y sí es todo eso, pues ya le llegó la hora de pagar en la cárcel”.
Hace otra pausa.
“Mire, Carmilla -dice, después-, es una desgracia que la Fiscalía esté más urgida en presentar casos contra quien sea que en averiguar la verdad de las cosas. Cuando capturaron al gringo dijeron que estaba con una niña de doce años, que la tenía a la fuerza y que abusaba de ella desde hace meses.
Y la propia ‘niña’ desmintió todo eso. Para empezar, es una mujer hecha y derecha de hermosos diecisiete años; para seguir, tiene varios meses de relacionarse sentimentalmente con el gringo, o sea, que está con él por su gusto, y hace lo que hace con él porque es su deseo, es su voluntad, etcétera. Ella lo dijo. Incluso, los padres de la ‘niña’ saben de su relación con el gringo, y hasta van a bañarse en la piscina de la casa de su ‘yerno’. Y ahora quieren acusarlo de estupro. Y no han presentado una tan sola prueba de que el gringo se dedique a traficar con mujeres; tampoco han presentado una sola prueba de que esté involucrado en el caso de Angie”.
El oficial vacía su taza, y dice:
“Yo soy policía, y me formé para perseguir el delito, pero jamás he deseado que la Policía haga el ridículo. Por supuesto, en este caso la culpa de todo la tienen la Fiscalía y la ‘mujer maravilla’, que dice que está segura de que se llevaron a Angie para prostituirla, y que tiene pruebas de eso. Y si tiene pruebas, es porque sabe dónde la tienen, entonces, ¿por qué no han ido a traerla? Y si está fuera de Honduras, ¿por qué no le han pedido ayuda a la Policía del país donde está?”
Suspira, decepcionado:
“Yo creo que la Policía debe mejorar -añade-; la DPI debe mejorar; la Policía no merece estar en boca de todo el mundo por los errores de unos pocos aficionados que lo que pretenden es hacerse un nombre y justificar un sueldito”.
Ve a través de la ventana. El restaurante Denny’s se va llenando poco a poco. No hay mejor lugar para desayunar.
“Que quede claro, Carmilla -agrega el comisionado-, que no estoy diciendo que el gringo sea inocente. Pero desde el momento en que su supuesta ‘víctima de abuso’ va a defenderlo es porque algo anda mal en lo que dicen la Policía y los fiscales. Y lo mismo pasó con la enfermera que ‘murió’ en una celda; y con muchos otros casos que deberían aclararse bien antes de ser entregados al público, pero como nadie puede cerrarle la boca a la ‘mujer maravilla’, ni modo”
Bebe un poco más de café y come como en la barraca, cuando era subteniente, y entraba a Nicaragua para apoyar a los “contras” que huían hacia Honduras porque los “Cachorros de Sandino” les daban hasta por debajo de la lengua.
“Ya basta de poner en ridículo a la Policía -añade, después del primer bocado, en el que desapareció más de la mitad de la tortilla-; ya basta de que un general de escritorio lleve la institución al abismo. A diario se van centenares de policías, no hay agentes para controlar el tránsito de vehículos, usted no ve policías cuidando a la gente en las calles, son muchos los policías que mejor dejan el uniforme tirado cuando les dicen que van a ir a patrullar barrios y colonias calientes, porque nadie les garantiza la vida, y los dejan solos cuando en un enfrentamiento ‘dañan’ a un delincuente, y la Fiscalía les cae encima... No hay incentivos para nadie, los oficiales parasitan mientras llega el día para retirarse con una pensión más o menos digna, y lo peor de esto es que hay muchos buenos policías que quieren hacer su trabajo en beneficio de la población... Pero nadie hace nada para mejorar las condiciones de vida del policía. Es más, a muchos les gustaría ser policías militares, porque a esos sí que los consienten, a lo mejor porque les tienen miedo, ya que como dice un coronel amigo mío, ‘con los militares no van a jugar’”.
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PREGUNTAS
¿Dónde está Angie? Si doña Julissa sabe que está viva, ¿por qué no dice dónde está? ¿Por qué no va a traerla? ¿Por qué la niña de doce años que encontró la Policía en la casa del gringo Johnston se convirtió, de pronto, en una mujer hecha y derecha de hermosos diecisiete años? Dijeron que el gringo la abusaba y ¿por qué dijo ella que estaba con él por su gusto desde hace meses? ¿Por qué le dicen a una familia desesperada que tienen pruebas de que la muchacha está viva? ¿No es razonable pensar que, si la viceministra sabe que está viva, es lógico que sepa dónde la tienen? ¿Por qué los padres de la “niña” del gringo Johnston van a bañar a la piscina de la casa de su yerno? ¿Por qué no le ponen un bozal a la locuaz señora que se la pasa diciendo fantasías en los medios? ¿Hasta cuándo van a sentirse satisfechos los policías con sus dirigentes? ¿Cuándo llegará un cambio efectivo a la Policía Nacional? ¿Es justo que una institución tan noble y buena siga tan mal dirigida? ¿Hasta cuándo van a decir verdades reales, no verdades llenas de mentiras que lo único que hacen es dañar más a los familiares de las víctimas? ¿Cuánta falsedad más le será presentada al pueblo noble, confiado e ingenuo por parte de funcionarios bocones? ¿Cuándo dejará de ser cierto eso que dicen que cuando se elige lo peor, lo que debemos esperar es el desastre? Y si el hombre de Sodoma es el diablo en persona, pues que enfríe en la cárcel sus bajas pasiones, pero que no sigan poniendo en ridículo a la Policía Nacional.
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