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El columnista no es ningún juez

En Honduras es común que el violador debata o que el rancio azote la suciedad del funcionario público. Al final nadie es criminal cuando la justicia se cuadra frente a grandes y se ensaña con el que roba por necesidad

11.10.2014

Los escandalosos actos de corrupción consentidos desde el trono han provocado un malestar general en la población hondureña pero al mismo tiempo incomodidad en sus coristas y también en las víctimas que consideran que el columnista está obligado a dar sus nombres y condenarlos.

Ser osado al escribir agrada a unos y molesta a otros, principalmente en países donde sus habitantes son exigentes con la prensa y con periodistas que altercan a los corruptos y su perenne impunidad, pero confunden o piensan que su criterio está intrínsecamente ligado en aplicar la ley.

MIELES. No cabe ninguna duda que los últimos dos gobiernos han dejado sabores en muchos y amargura en la mayoría. Los que chuparon con el excelentísimo Manuel Zelaya Rosales lo consideran “líder” y los que mamaron con Porfirio Lobo Sosa lo califican de “pacificador”. Todos defienden su chiche.
Ponen el pecho por provecho, avidez y compadrazgo. Tras la caída de Zelaya Rosales percibimos que sus adeptos (fanáticos) lo añoran consecuente con los desprotegidos, pero ignoran o se hacen los papos del desmedido abuso infringido desde el sillón. Su carta de presentación fue nepotismo e irrespeto. Magnánimo con lo ajeno.

Para ellos, su fetidez es patraña “golpista”. Los fieles piensan que su gestión fue “transparente”. La borrachera de “Mel” es nuestro suplicio con devaluación y paquetazos de su íntimo “Pepe” Lobo. Este par, aunque nos cueste creerlo o aceptarlo, posee aún, en medio de su ineptitud, demasiada influencia. No me toques.
Sus tentáculos están por todas partes, hasta en la empresa privada. Son amos de buen número de comunicadores (perros de garra). Un sabroso bocado y listos para desprestigiar o maldecir contendores. No perdonan familias, hijos ni billetera. Está en riesgo todo. El corrompido no tiene más que perder.

AMPAROS. Para el corrupto la prensa imagina y el columnista crítico con fundamento e investigación deshonra o enaltece por dinero. Las dos hipótesis son válidas, pero a la vez subjetivas. No hay medio de comunicación dueño del juicio ni político o periodista pulcro. Todos creen tener la razón y la verdad. ¿Entonces, es bueno callar ante los inmundos?

En Honduras es común que el violador debata o que el rancio azote la suciedad del funcionario público. Al final nadie es criminal cuando la justicia se cuadra frente a grandes y se ensaña con el que roba por necesidad. Si las pandillas de la cuarta urna o del Seguro Social hubieran sustraído cinco libras de frijoles o 400 leños y no 500 millones de dólares, estarían presas y condenadas a prisión perpetua, pero lastimosamente, algunos correctos están engrasados o deben favores a pudientes.

INJUSTOS. Comentando sobre estos salvajes temas en los últimos nueve meses nos ha permitido tener diversas ópticas.

El lector (incógnito) nunca está conforme con lo expuesto. Siempre fallamos en percepciones o tenemos un interés personal o de grupo cuando nos referimos a sus benefactores.
Otros, nos preguntan cuánto “cobramos” por artículo.

La gente nos ve bajos a los periodistas porque ciertos se transformaron en poderosos en un abrir y cerrar de boca.

Nadie investiga sus fortunas. Así está el país por el sistema maloliente. Nos juzgan por el pensamiento y no por el rosario de picardías.

Extremistas nos riñen por qué insistimos que “Mel” cobijó un gobierno deshonesto, pero no reclaman (por cobardes) quienes le pusieron careta de “mesías” para sacar caldo. El energúmeno se nubla fácil. No urge de empujón. Imágenes de la madrugada del 28 de junio de 2009 develaron los gorrones. Blasfemos.

IDÉNTICOS. Parásitos de la noticia se la rifan con todos. El dinero vale para defenderlos y declararlos íconos de la virtud. Con el presidente Juan Orlando Hernández Alvarado algunos mantienen la coraza sin importar su impureza. Sus ganancias no tienen límites ni escrúpulos para mancillar o enaltecer.

Capturada la familia Valle en Copán por vinculación al narcotráfico se exhibió el desborde de lujos en palacios, sus hijos bajando de helicópteros propios, narcocorridos exclusivos para la raza. Una ostentación inimaginable. Si Hernández Alvarado no titubeó en su arresto, ¿por qué no actuaron sus antecesores?, ¿Eran socios?
Nos preguntamos ¿qué diferencia existe entre los Valle y los que se hicieron millonarios con una cuarta urna o con los que se peinaron más de 7 mil millones de lempiras (pueden ser más) de los afiliados al Seguro Social?, Lo único que los contrasta podría ser el traje, las francachelas y el descaro son iguales.

Consideramos que el Ministerio Público no ha dicho toda la verdad sobre los más sonados casos de corrupción. Estamos hartos de oír de robos millonarios al erario y de seguir viendo a sus actores en política, dando cátedra de moralidad desde parlamentos, alcaldías y casonas rosadas.

SODOMA Y GOMORRA. A fiscales informamos que “cerebros” de la quiebra al hospital social solo pasan viajando. Son turistas en Honduras. Tienen mansiones de 150 millones de lempiras en la capital y en la playa provistas de inmensos jardines, helipuerto y piscinas infinitas. ¿Cuándo estarán en calabozos?, ¿Quiénes se vendieron?,
¿Cuál es la diferencia entre un “capo” con excentricidades y un empresario, político o periodista delincuente que también deleita con locura pero con dinero robado a los hondureños?, ¿Quién es más pecador?, no nos compete condenarlos, es trabajo de fiscales y jueces, no somos tontos.

Confirman que autoridades buscan capturar a 19 personas más ligadas al narcotráfico y que no habrá tregua para nadie. Imaginamos que los forajidos de “cuello blanco” tampoco tendrán respiro pues sisaron miles de millones al Estado frente a un pueblo harto de gobiernos compadres del saqueo.

SIGUE PARRANDA. Al ser arrestados los hermanos Valle, la Policía y el Ejército les incautó 11.2 millones de dólares, unos 250 millones de lempiras.

Se dice que con “Mel”, hurtaron 500 millones de dólares, alrededor de 11 mil millones de lempiras. Mario Zelaya Rojas y su pandilla hizo humo 350 millones de dólares, cerca de 7 mil 500 millones de lempiras.

La bicoca de los supuestos narcos copanecos servirá para reforzar la seguridad, áreas de salud y educación. Lo arrasado por bandidos de gabinete público no aparece por ningún lado ni existe esperanza que lo repongan. Sus comediantes están en campaña, otros son desertores y la mayoría, sigue de fiesta. Así están las cosas señor Presidente.