Si tomamos los Oscar como la gran fiesta del cine americano, aunque su gala de premiación toma dimensiones de atención mediática global, el Festival de Cannes es la gran fiesta del cine universal; este festival mantiene, dentro de todo proceso de selección no exento a polémica, la más alta consideración y expectativa de prestigio en el cine mundial.
La idea que se tiene de Cannes (todavía) es de un festival que visualiza lo mejor del cine de arte o del cine de autor. Esta noción cada vez se va difuminando más. Puesto que es ahora, más que una premiación al mejor cine del año, una plataforma de lanzamiento de proyectos y de promoción de figuras clave en la escena cinematográfica actual.
Para resumir la estructura del festival, podemos comentar que su sección oficial está compuesta por una selección principal de películas que compiten por la Palma de Oro, el mayor galardón.
A esta sección se unen: Una cierta mirada y La quincena de realizadores, que son las dos categorías alternativas que, además de luchar por un premio en cada categoría, pueden también optar por el galardón principal. Esta última es necesario mencionar que desde hace muchos años no solo acepta quince cineastas participantes sino que el número siempre es mayor; no obstante, se mantiene el nombre de la sección.
Además de esta cantidad de películas que se presentan a competición, hay una serie de proyecciones oficiales que se presentan “fuera de competición”. Es importante hoy en día subrayar el término oficial, puesto que el festival se ha convertido también en la arena de networking -redes- más impresionante del mundo del cine y en esta parte alterna del festival se realizan proyecciones de películas y actividades de formación y mercadeo alrededor de estas; sin embargo, hay que reseñar que el hecho de llevarse a cabo en el marco del festival no indica que son parte propiamente del festival en sí.
Hoy por hoy, Honduras y su cine ha tenido dos grandes logros en la historia de este festival. Por un lado, contamos con una película que ha sido seleccionada por el jurado para su competición oficial en el año 2003: “No hay tierra sin dueño”, del gran fundador del cine nacional Sami Kafati, la que luchó ese año contra otras 24 películas en la sección La quincena de los realizadores, lamentablemente sin llevarse ninguno de los premios a los que optaba, sin embargo, solo el hecho de haber sido seleccionada en el festival es para nuestra cinematografía un gran premio. Con este logro único, podemos decir que en la historia de Honduras ya contamos con una participación oficial en el Festival de Cannes, el reto ahora es superar lo logrado por Sami.
Y es que “No hay tierra sin dueño”, 1984-2003, es sin duda alguna el referente principal del cine hondureño. Al día de hoy, no se ha podido superar el magnífico trabajo de Kafati, ni en su estética ni en el buen uso del lenguaje cinematográfico.
El cine nacional sigue creciendo con la expectativa de sobrepasar este nivel y encontrar un camino a una nueva participación oficial en Cannes otorgado este honor por la calidad.
El otro logro del cine nacional que tiene que ver con Cannes en su vertiente de promoción, más no de participación oficial, es lo conseguido recientemente por el joven cineasta Jurek Jablonicky y su equipo de producción, participando con el excelente cortometraje: “Todos bailaban”, en la plataforma de exhibición digital La esquina del cortometraje, lo que permite entrar en contacto con agentes activos de la industria del cine universal, y con ello, establecer redes de trabajo que lleven a proponer coproducciones que sigan alimentando el crecimiento de nuestro cine, con miras a seguir buscando entrar en los circuitos de estos festivales más prestigiosos del mundo.
Felicito la iniciativa de estos productores, es así como lograremos ver a través del cine mucho más allá de nuestras fronteras y lograr, eventualmente, productos más competitivos que nos permitan exponer el cine hondureño a los más altos estándares de perfección.
El Festival de Cannes también en su desarrollo arroja datos del crecimiento del cine como reflejo de nuestro crecimiento como sociedad. Este año, por ejemplo, en su sección oficial principal participaron tres directoras mujeres, no obstante, en las 70 ediciones de este certamen solamente dos han obtenido el galardón a mejor directora, siendo este año Sofía Coppola una de ellas y destacando la cineasta neozelandesa Jane Campion al ser la única en la historia que se ha llevado el máximo galardón, la Palma de Oro, por su película: “El piano”. Y es que lamentablemente la participación de cineastas mujeres siempre ha sido muy minoritaria, aunque en los últimos años ha aumentado un poco, no lo que se debería. Así mismo este año se intensificó el debate sobre la distribución y exhibición de las películas que cada vez más se aleja del ritual de la sala de cine, para acomodarse a proyecciones individualizadas en plataformas de formato casero. Amazon y Netflix encendieron las alarmas que puede avecinarse muy pronto un cambio realmente drástico en nuestra concepción del cine como fenómeno social y que tendrá una gran repercusión en la dinámica de estos festivales que sigo explorando como excusa para ahondar en los rincones de nuestro cine hondureño