TEGUCIGALPA, HONDURAS.- 'Chuchis' es una mujer hermosa, con una de esas hermosuras que pueden enloquecer a cualquiera. Alta, a pesar de los botines con tacones que usa, atractiva, de grandes ojos negros y labios rosados que sonríen con maliciosa insinuación.
Aunque viste siempre de negro, como si llevara un luto perenne en el alma, luce ese tipo de encanto que obliga a la aguja a acercarse siempre al imán.
Es, además, inteligente, desconfiada -como todo buen policía- y huraña, tanto, que no le agrada que le digan lo bonita que es, lo hermosa y sensual que se muestra siempre, y lo dulce que llega a ser cuando bajan sus defensas emocionales.
Como agente de investigación de la Dirección Policial de Investigaciones, la “Chuchis” es una especie de sabueso que busca a la presa con esa insistencia del que quiere hacer justicia. Tanto es así, que anda tras la pista del satánico que asesinó en un ritual siniestro a una mujer en la aldea Corralitos, y va desenredando el misterio con la obsesión del mejor de los detectives.
Por todo eso, presento a los lectores de esta sección de diario EL HERALDO uno de sus mejores casos, como un tributo sincero a su trabajo, a su dedicación a la investigación criminal y como agradecimiento a su apoyo a Selección de Grandes Crímenes.
“Me gusta lo que hago –dice, con entusiasmo–; alguien tiene que combatir el delito, perseguir a los criminales y llevar a los delincuentes a la cárcel… Creo que la DPI es el primer muro contra la impunidad en Honduras, y es el primer paso para hacerles justicia a las víctimas de los desalmados”.
Esta es su forma de pensar. Es, también, su forma de actuar en su profesión: la de agente de investigación criminal.
“Un trabajo sacrificado –agrega–, pero que deja muchas satisfacciones, sobre todo, cuando el fiscal lleva a juicio a un asesino”.
¿Cuántos agentes de la DPI piensan igual? ¿Cuántos detectives tienen la misma convicción sobre su trabajo? ¿A cuántos les interesa realmente luchar contra el crimen en Honduras?
Creo que a la mayoría, sin embargo, la investigación criminal está en deuda con la sociedad. La criminalidad ha desbordado la capacidad de la DPI, y por más que los muchachos se esfuercen siempre será una carga difícil de llevar. Así ha sido desde aquellos lejanos días en que nació la DIC; así es hoy.
“Pero hay que hacer el trabajo –dice la ‘Chuchis’–, y, cada vez que un delincuente es condenado, se siente algo de alegría porque es un pícaro menos en las calles… Y de eso trata este trabajo. Perseguimos a los malos, para que los malos no sigan haciéndole daño a la gente honrada”.
Laura
La última vez que la vieron con vida fue en un restaurante de comidas rápidas, cerca del aeropuerto Toncontín. En los videos de vigilancia del local se ve que Laura sube a un carro alto, que solo llegó a traerla.
Al día siguiente, su cadáver desnudo fue encontrado en una calle transitada por la salida a Danlí. Tenía muchas horas de muerta. Le dispararon en la cabeza, en la parte de atrás de la oreja derecha. Pero, una de las cosas que llamó más la atención de la “Chuchis” fue que el cuerpo estaba cubierto con papeles y hojas y que lo habían acomodado, boca arriba, con cierta delicadeza.
“El que la puso en ese sitio –dice la agente–, tenía un afecto especial por ella; la mató y, por alguna razón, parece que al verla muerta sintió algún remordimiento; la colocó en el suelo sin hacerle más daño, la cubrió, seguramente para que los animales no maltrataran su cuerpo, y la dejó en aquel sitio, casi a la vista de cualquiera que pasara cerca de allí, para que fuera descubierta pronto. Esto nos dice que el asesino tenía un sentimiento especial por ella…”.
Pero no basta con decir esto. Las hipótesis, los perfiles y los análisis son buenos para resolver un caso, sin embargo, es necesaria la acción. Ponerle un nombre al criminal, y entregar a este a la Justicia.
Pasos
Lo primero que hizo la “Chuchis” fue entrevistar al esposo. Aunque se veía afectado por la muerte de su compañera, no era como para ponerse a llorar. Recibió la noticia con calma, como si esperara que aquello sucediera tarde o temprano.
Dijo que Laura se despidió de él en la mañana del día anterior, que le dijo que iba a verse con unas amigas en un centro comercial y que regresaría pronto. Iba muy bonita, porque era muy bonita, y él, acostumbrado a aquellas salidas de Laura, no le dijo nada.
“¿Saben quién la mató?” –dijo, con voz entrecortada.
“No sabemos –le contestó la ‘Chuchis’–. ¿Tiene usted alguna idea de quién pudo hacerle esto a su esposa?”.
“No, para nada… Dijo que se vería con unas amigas, y yo le creí… Ahora veo que no era con amigas que andaba…”.
“¿Por qué dice eso?”
El hombre no contestó.
“Necesitamos el número de teléfono celular de su esposa –le dijo la agente–; para seguir con la investigación”.
Carro
Con los datos que le dio el esposo, la “Chuchis” llegó al centro comercial donde, supuestamente, Laura vería a sus amigas. Después de visitar varios restaurantes, encontró a un empleado que le dijo que recordaba a esa muchacha porque había estado esperando bastante tiempo y solo había comprado una bebida. Dijo, además, que, la recordaba porque era muy bonita.
“¿Podemos ver los videos de vigilancia?” –le preguntó la “Chuchis”.
“Tiene que hablar con el gerente de turno”.
Este se ofreció a ayudar.
“Queremos ver los videos de ayer –le dijo la agente–; desde que abrió el restaurante hasta que cerró”.
“No hay problema”.
Tardaron algún tiempo hasta que la cámara de seguridad grabó a Laura contestando una llamada; cortó, se puso de pie, llevó el vaso vacío a la basura, y salió. Unos segundos después se le vio subirse a un carro alto, con paila corta, que siguió por el bulevar hacia la colonia Las Brisas.
“Ya tengo el número de las placas y la descripción del carro –le dijo la ‘Chuchis’ al gerente–, pero vamos a necesitar el video”.
No tuvo problemas.
Lo siguiente que hizo fue solicitar el vaciado telefónico de Laura. Le interesaba saber con quién se había comunicado antes de salir del restaurante.
“La persona que la llamó lo hizo, seguramente, para decirle que estaba llegando al restaurante. Se había retrasado, por alguna razón, y se notaba que Laura estaba inquieta y hasta molesta mientras esperaba”.
Investigación
Una de las virtudes de la investigación criminal es que llega a ser una ciencia casi exacta. Cada detalle cuenta, y cada uno de ellos es como el eslabón de una cadena. El buen investigador no deja pasar ni uno tan solo, y a cada uno le da la importancia que tiene en el desarrollo del crimen.
Así fue como la “Chuchis” quiso saber hasta dónde fue el carro alto que se llevó a Laura, y pidió a Ciudades Inteligentes que revisaran las cámaras de seguridad del bulevar. El carro salió por el puente Ricardo Álvarez, tomo el bulevar de las Fuerzas Armadas y siguió hasta la salida a Danlí. Después de Villas del Sol, las cámaras estaban malas, o a lo mejor solo son el cascarón, pero, más allá, se vio el carro en dirección al oriente. No se supo más.
“¿Sabemos de quién es el carro?” –le preguntó el comisario César Ruiz a la “Chuchis”. El comisario es el jefe de la Dirección Operaciones, Planeamiento y Mejoras continuas de la DPI.
“Tenemos el nombre –le respondió la agente–, y tenemos algo más…”.
“¿Qué es?”.
“El vaciado telefónico del celular de la víctima”.
“¿Y?”.
“Se comunicaba con el dueño del carro constantemente, y desde hace mucho tiempo?”.
“¿Cuánto tiempo?”.
“Más de seis meses”.
“Esto significa…”.
“Que tenía una relación especial con él…”.
“Es posible…”.
La “Chuchis” sonrió.
César Ruiz, levantando la cabeza, llena de pelo blanco, la miró como si quisiera escarbar en sus pensamientos con la mirada. Estaba serio, jugaba con una pluma fuente que tenía en las manos, y esperaba a que la “Chuchis” siguiera hablando. El único misterio que lo atrae es el de los casos criminales. Los agentes que se hacen los misteriosos lo sacan de sus casillas.
La “Chuchis” se tomó unos segundos más. Se veía radiante, había alegría en su rostro y brillaban sus ojos. Vestía, como siempre, de riguroso y siniestro luto, y, en ese momento, se veía más hermosa que de costumbre.
“Jefe –dijo, aumentando la ansiedad del comisario–, creo que tenemos al asesino de Laura”.
“Ajá” –le respondió César, sin dejar de verla.
“Este hombre hizo varias llamadas con su celular… y, adivine desde dónde… o sea, desde qué lugar las hizo…”.
César Ruiz la miró profundamente, sonrió, despegando despacio los labios resecos, y le dijo, sin dejar de verla ni de jugar con la pluma fuente:
“¿Cree usted que si fuera adivino estuviera aquí? Por lo menos me hubiera ganado cien veces la Loto”.
Siguió a esto un momento de silencio.
“Pues las hizo desde el lugar donde encontramos el cuerpo…”.
César retuvo la respiración.
“¿Qué tan exacta es esa información?” –preguntó.
“Como el ADN, jefe –le respondió la “Chuchis” –; 99.99%”.
“¿Se encontraron fluidos en el cuerpo?”.
“No”.
“No saliva, no semen…”.
“Nada de eso… La mataron con un disparo en la cabeza… la acomodaron en la escena…”.
“¿Ese es el sitio donde murió?”.
“No creo; allí no había mucha sangre… y los muchachos de inspecciones oculares no encontraron ningún casquillo de bala en la zona”.
“Entonces, el asesino la mató en otra parte y llevó el cuerpo hasta allí…”.
“Sí, eso creo… Y, además, me parece que el asesino conoce bien la zona, quizá porque vive o vivió cerca de allí…”.
“¿Ya lo ubicaron?”.
“Aún no”.
“¿Por qué?”.
“La dirección que tenemos no es real… Pero, tenemos informes que se lleva cerca del aeropuerto…”.
“¿Tenemos gente cerca de allí?”.
“Sí…”.
Hubo otro momento de silencio.
El comisario agregó, poco después:
“Entonces, podemos decir que el caso casi está resuelto”.
“Casi, jefe”.
“Excelente. Pero tenemos que estar seguros antes de avisarle al fiscal”.
“Estamos seguros, jefe; el sospechoso fue la última persona con la que se comunicó la muchacha, él fue a traerla al restaurante, no vimos que se bajara del carro en ningún punto hasta la salida de Danlí, y aparece muerta en un lugar desde donde el sospechoso hizo varias llamadas… Creo que con eso es suficiente para que el fiscal pida la orden de captura…”.
“Excelente, ‘Chuchis’ –exclamó César Ruiz–; has hecho un buen trabajo…”.
“Hemos hecho, jefe”
Nota final
El juez ya firmó la orden de captura, los agentes buscan al sospechoso y solo es cuestión de tiempo para que sea capturado. Pronto se le hará justicia a Laura. Es el anhelo de la “Chuchis”.