TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Hace una década, Adán Vallecillo miraba las páginas de una edición de Phaidon Press dedicada a la escultura contemporánea; su deseo, más que leer sobre la obra de otros, fue verse ahí, reflejado... Y hoy esto es una realidad.
La prestigiosa editorial, líder mundial en la publicación de libros dedicados al arte, la arquitectura, fotografía, artes visuales y diseño, ha elaborado una edición especial de artistas latinoamericanos, que reúne en total a 308 exponentes, dos de ellos hondureños: Vallecillo y José Antonio Velásquez.
Desde 1785 hasta ahora es el período de tiempo que abarca el libro, para mostrar el trabajo de los artistas “que juntos demuestran la variedad y vitalidad de las obras de arte que se están realizando, centrándose en aquellos nacidos o que han vivido en las 20 regiones de habla hispana y portuguesa de la América Latina”, según apunta la editorial fundada hace 100 años.
En formato de la A a la Z, reúne obras y textos en inglés y español. A propósito de lo que esto representa para el arte de Honduras, conversamos con Adán Vallecillo, quien nos da sus impresiones sobre lo que significa este logro y homenaje para él como artista.
¿Qué significa para un artista salir en una publicación tan importante?
Es un honor, cuando recibí la invitación inmediatamente recordé la primera vez que tuve entre mis manos un libro de esta editorial, era un compendio de escultura contemporánea y de inmediato soñé con estar algún día en una de esas magníficas publicaciones.
Para mi sorpresa, 10 años después de aquel momento, estoy en uno de sus libros más importantes.
Por otro lado, vengo de una familia obrera del oriente de Honduras, estudié con muchas dificultades económicas, en un contexto cultural muy precario, que además rechaza el arte más experimental.
Paralelamente, el campo internacional es muy competitivo, por ello, valoro muchísimo este reconocimiento, que abrirá otras puertas y oportunidades para seguir creciendo; al mismo tiempo agradezco al comité asesor que propuso y respaldó mi selección, con una escultura titulada “El pueblo trabajador”, del año 2015.
Comparte espacio con otro referente del arte nacional, José Antonio Velásquez, ¿qué nos puede decir sobre la obra de él?
Me emociona ver que también fue seleccionado para esta publicación. Como muchos niños de mi época crecí copiando las pinturas de José Antonio Velásquez que salían en los calendarios y me deleitaba buscando los perritos negros que nunca faltaban en sus cuadros. Nadie como él ha representado el espíritu de la vida rural con tanta ternura. Al mismo tiempo, Velásquez le dio una plasticidad al color y la forma del paisaje que no existían hasta entonces, pero desafortunadamente ese legado no tiene el valor que corresponde como patrimonio cultural en Honduras. Quizá habría que revisarlo como el artista total que fue y no bajo ese estigma eurocentrista y condescendiente del primitivismo que ha condicionado tanto la lectura de su obra.
¿Cuáles son las valoraciones de la publicación para conformar el listado de artistas que están en sus páginas?
Este libro fue realizado en estrecha colaboración con un panel de 68 investigadores y escritores. Sin embargo, como cualquier selección de ese tipo, es imposible abarcar a todos los artistas que han venido aportando a la historia del arte de la región.
Sin duda alguna, los criterios y preferencias de los asesores se terminan imponiendo, pero el objetivo principal ha sido presentar artistas históricos y vivos (tanto aquellos celebrados internacionalmente, como nombres menos conocidos fuera de sus países de nacimiento).
Si pudiera definir una, ¿cuál ha sido la clave de su trascendencia internacional?
Más que una clave, pienso que abrazar la experimentación constante es un juego favorable para descubrir otros caminos, ver y sentir el arte como una pulsión vital, que a pesar del temor al cambio o al fracaso, se manifiesta de forma involuntaria porque de lo contrario es ceder a la muerte espiritual.
Y algo no menos importante, el sentido del humor crítico que a través del juego con la experimentación simbólica se manifiesta en casi todas las obras que he producido. Quizá esa mezcla es lo que ha despertado el interés de la gente que apuesta y sigue creyendo en mi trabajo.
¿Cuál es su perspectiva de su presente y futuro como artista?
Muy pocas veces pienso en el futuro. La destrucción del planeta y el estruendo de la guerra también han traído mucha desilusión a nuestras sociedades (algo que se refleja en muchas expresiones artísticas cargadas de indiferencia, pesimismo y hasta cinismo).
Entonces, por elección personal me interesa cuestionar esas formas de vida, pero a un ritmo más lento y en la medida de lo posible haciendo solo los proyectos que me interesan, trabajando solo con personas con las que comparto los mismos ideales.
Y es que la premura de la vida de consumo con su sed de poder, nos ha hecho olvidar la cadencia que vibra a escalas más bajas, donde las cosas más sencillas de la vida nos llenan de otras energías mucho más armónicas con la gente y la tierra que habitamos. Es allí donde encuentro la fortaleza para seguir hacia adelante.
A lo largo de tantos años dedicado al arte contemporáneo, ¿qué ha aprendido y desaprendido?
He aprendido tantas cosas... entre ellas a desaprender la categoría arte como construcción occidental plagada de muchos sesgos unilaterales que te dicen, por ejemplo, que la civilización occidental es nuestro principal referente estético y que todo lo demás ha sido y sigue siendo irrelevante.
Toca entonces, volver la mirada a lo que esa cultura dominante desprecia, a los saberes marginales que los procesos de colonización no lograron destruir y que en el caso de una cultura mestiza como la nuestra, vienen de las culturas árabes de la península ibérica pero sobre todo de las culturas indígenas y afrodescendientes, allí está nuestro reflejo, y los imaginarios para seguir construyendo nuestras sociedades.
¿Qué valoraciones tiene respecto al trabajo realizado por la nueva generación de artistas hondureños?
Hay mucho talento, pero desafortunadamente en Honduras no existe ni la estructura cultural ni la voluntad para acompañar la producción del arte contemporáneo de manera crítica pero también generosa en términos económicos; dos aspectos fundamentales para posicionar internacionalmente el trabajo de cualquier artista.
Durante mis 20 años de dedicación a esta profesión, he visto cómo el arte en nuestro país ha sobrevivido gracias a las redes solidarias entre los mismos colegas, pero también, he visto apagarse a tantos jóvenes creadores, que cansados de esperar que llegue ese apoyo institucional se ven obligados a buscar oportunidades en otros lugares.
Las humanidades y el mercado siguen siendo muy infames, su conservadurismo estrecho les impide acercarse desprejuiciadamente a las obras de estos artistas jóvenes, por muy talentosos que sean. Entonces, no existen los golpes de suerte, solo cuando cambie esa desidia en la academia y el coleccionismo, los artistas jóvenes tendrán los recursos para crecer y proyectarse internacionalmente, de lo contrario, seguiremos viendo como se van del país, se dedican a otras cosas para sobrevivir o ceden al conservadurismo imperante que se vanagloria en las representaciones pictóricas de un realismo vacío o empalagoso.
Perfil de Adán Vallecillo
Adán Vallecillo (Danlí, 1977) es egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA). Su nombre en el arte nacional comenzó a escucharse en la segunda parte de la década de 1990, pero inició la consolidación de su carrera dentro y fuera de la fronteras hondureñas a inicios de los 2000. Ha estado en residencias artísticas en diversos países, participado en bienales internacionales, expuesto individual y colectivamente en diversos continentes y su obra forma parte de las colecciones de museos en América y Europa.
Perfil de José Antonio Velásquez
Nació el 8 de febrero de 1906 en Caridad, Valle, y murió el 14 de febrero de 1983 en Tegucigalpa. En el siglo XX José Antonio Velásquez fue considerado el mejor primitivista de América, y el quinto a nivel mundial, aunque en Honduras no se le ha dado a su obra la dimensión que merece.