Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: ¡Don Julián y los narcos!

El Cuartel de Casamata estuvo repleto de pícaros que hoy nutren con sus “verdades” a unos “periodistas” que no son lo que juran ser

30.08.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Con la fresca captura de otro “gato” pedido por Estados Unidos por narcotráfico, la duda sobre el porqué no caen poderosos extraditables —unos fichados plenamente y otros no— recae nuevamente en la figura de Julián Pacheco Tinoco, secretario de Seguridad por más de una década. Asusta nutridos operativos y no atrapan a quienes lucen finos atuendos.

Sí ha habido arrestos de unos cuantos cabecillas como los Valle Valle, “Don H” y otros pocos ilustres, pero del dicho al hecho, hay un gran trecho. Arnaldo “El Negro” Lobo, primer extraditado al norte en 2014, no era un “narco a gran escala”, como buen mazo de políticos y “empresarios” que siguen muertos de la risa por estas tierras. ¿Y el de los aviones?

Tigres

Los llamados “grandes” no han caído ni asoma la ilusión de que se hundan pronto en el “caiga quien caiga”. A Juan Carlos Bonilla, a quien tallaron jefe policial de Casamata en eras del honroso Porfirio Lobo Sosa, fue subalterno del bien preciado militar retirado Julián Pacheco Tinoco, quien nunca le vio nada malo hasta que el imperio lo tildó de chueco.

Y no solo Bonilla estaba fichado por Estados Unidos por sus presuntos amoríos con capos y ampararlos. Ahí están varios de sus “amigos” de armas señalados por narcos como autores de sendos crímenes, además de “servir y proteger” sus alijos de coca desde Casamata y como “espías” del bajo mundo en garitas policiales.

Civiles y guardias eran “aleros” de temibles bandidos, pero, por lógica, nadie dirá: “Sí, yo estuve con ‘Chande’ Ardón, con Los Cachiros, con Los Valle, con Don H”. Hasta dos o tres “influyentes” cronistas, por cierto, amados, camaleones —en cualquier régimen— y lactados por financieros, pactaron con más de alguna de estas figuras. ¿Te acuerdas de jinete en caros potros en El Paraíso, Copán?

Tiempos aquellos que parece no volverán. Jolgorio tras jolgorio con los ojos saltados y la barriga de fuera hablando de “dios” de día, de noche y de madrugada, tomando fajos de billetes para trozar, sin piedad, la vida de sinfín de estorbos. ¿Olvidaron quién llegó al lugar donde mataron a Alfredo Landaverde a certificar al mundo ruin “misión cumplida”?

Nichos

Nadie, como siempre, indagó quiénes ordenaron liquidar en abril de 2015 al abogado Eduardo Gauggel Rivas y su hijo del mismo nombre quien era diputado liberal y lo sustituyó Carlos René Fernández Rosa, hermano de “Don H”, otro que, en un hecho confuso, en febrero de 2016, lo hirió la Policía, dejándolo inválido.

Antes hubo ringlera de muertos por doquier entre policías, militares, otros congresistas, alcaldes y periodistas mimados de poderosos políticos y financieros. Pero, Julián Pacheco, quien también rigió Inteligencia Militar del digno “Pepe” Lobo, nunca vio nada chueco. Ya lleva más de una década en guerras contra el narcotráfico y las “ballenas” no caen.

El inolvidable Mario Cálix, exvicealcalde de Gracias, Lempira, y otros galanes, siguen prófugos, a menos que en la cubeta les hayan clavado un arbolito en algún lugar. No obstante, Pacheco no topa a los chuecos porque “el chueco soy yo”. ¡“El viperino soy yo”!