TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Quienes estén o no atrás del destierro de miles de hondureños por intereses políticos, geopolíticos o ideológicos no son más que seres miserables que viven y seguirán viviendo de la inopia de las mayorías para atorarse en el trono. De todo hay en esta caravana. Penurias, frustraciones y angustias contaminadas por la codicia fresca de políticos vagos.
Ahora todos “protegen” a quienes nunca apoyaron. Políticos corruptos, empresarios (sin empresas) y periodistas que siempre –en todos los gobiernos- sacan colosales gangas tirándoselas de redentores de la ruina. Jamás vieron, igual que el actual régimen, la silenciosa emigración de paisanos por la ceguera que provoca las mieles del poder.
Brindis
Y la tragedia y luto de miles es y será siempre el lucro millonario de unos pocos en todo el mundo. Los más felices, unos pocos políticos pervertidos, otros drogadictos de aquí y buen grupo de poderosos de allá que buscan vigorizar sus regencias en México y Estados Unidos. Finos catrachos que dormían como fieras en Washington hoy salen en su defensa.
Todos hablan de derecha y de izquierda mientras con las dos se embolsan, emboban y atontan a las grandes mayorías que siempre sufren sus desgobiernos en medio de alocadas ambiciones, egolatrías y posiciones solapadas con la excusa pública de que nadie es garante del despelote, pero a escondidas trafican con la vida de los haraposos.
El mandatario Juan Orlando Hernández Alvarado ofreció cárcel para todos aquellos que idearon el éxodo en caravana. El destierro no es nuevo señor Presidente. Donald Trump, gobernante del norte –en su lucha por domar las próximas horas un tercio del Senado, del Congreso y de gobernadores-, juzga y amenaza a medio mundo para controlar su mando. Su campaña de terror la miman sus adeptos.
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Melos
Mientras por estos suelos los “Melos” y sus ardientes niegan toda acción o intromisión en la extensa y dura marcha, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), electo jefe mexicano, valida “visas de trabajo” con una ristra interna de desempleo y faenas mal pagadas y el actual Enrique Peña Nieto les baja el cielo y las estrellas a dos meses de vacar con un régimen putrefacto.
Es un estire y encoge donde el clavo también le cayó a Bartolo, siervo de “Mel” y del cura sin sotana que no lo para ni el Vaticano porque el rey es de la misma ralea católica. La huida es un calvario para inocentes y un caldo de billete y de poder para quienes tiran la piedra y esconden la mano. Montones “abrazan” la caravana a un modo de miserables, desde sus cómodos domos se lucran de su penuria y de su atraso.
No reñir las falencias del actual Presidente es cobardía. De un lado y de otro, luchan y buscan a toda costa el dominio a lomos de ingenuos. Todos tienen perros de garra dentro y fuera, pero los más tercos se cubren a lo bandido en su “dios”. Hablan de un bienestar que solo llega a ellos (as) porque son gorrones. Su verdad es indiscutible con periodistas de poca moral, lamebotas de ayudas mundiales.
Pisto
Trump –en medio de su codicia- lanzó diversos epítetos a la multitud. No cambia su discurso de pánico. Igual sucede con ciertos personajes criollos de “derechos humanos” que desde los años 80 vegetan de las masas con un cacareado y trillado cuento de que estamos en una “era de espanto” mientras se embolsan millones de pisto.
Todos derriten moral sin probarla. Los de izquierda se creen mansas palomas y los de la derecha niegan ser buitres. Empero, los migrantes huyen por mil razones. La indiferencia particular y personal sumado a las bombas de corrupción y las pandillas callejeras que laceran sus anhelos. Los que desean retomar, llegar o conservar el poder de la nación no dejan sus excesos.
Den ejemplo de integridad. No deseamos empresarios insensatos e injustos que lloran toda la vida por todo y por nada. El Presidente, por su lado, si ama su pueblo debe ser austero, desechar ofensivos lujos y derroches ni freír pactos sucios con nadie. Para los inmorales que cotorrean a Dios bajo cualquier credo- no se lucren más del revés de expatriados. Por miserables, mentirosos y ladrones heredarán el infierno.